En la mansión de las mariposas

188 20 74
                                    

El entrenamiento de flexibilidad fue el primero que se dispusieron a hacer, Rengoku no podía hacer los ejercicios de respiración todavía. Después de que Kocho lo llamara para un segundo examen los dos pilares estuvieron en la oficina de la médico por un buen rato, cuando por fin salieron Kocho tenía cara de visible enfado y Rengoku estaba bastante serio.

Ninguno dijo nada, y cuando Tanjiro le preguntó, Kyojuro solo le sonrió y le dio unas palmaditas diciéndole:

– No te preocupes mi chico, no es nada que no pueda solucionarse.

Tanjiro no sabía cómo sentirse ante aquello, por una parte, se sentía molesto, y por otra estaba triste, ¿qué podía hacer para que su maestro confiara en él? es cierto, la brecha entre ellos era demasiado grande, él era más joven, y aún era muy débil, ¿que podría ofrecerle? Ni siquiera podía considerarse su amigo por mucho que quisiera.

Intentó sacarse los pensamientos culpables de la cabeza, después de todo era cierto lo que había dicho Inusuke, culparse era una falta de respeto hacia Rengoku, lo único que podía hacer ahora, lo único en lo que debía enfocarse era en hacerse más fuerte, de esa forma Rengoku Kyojuro lo reconocería como su igual algún día.

De todos modos, su tristeza no estaba destinada a durar mucho, no cuando Rengoku Kyojuro exclamara muy alegremente frente a todo el mundo:

– Bien, Kamado mi muchacho, ahora que Kocho me dio la libertad de poder usar una espada… de bambú, ¡podremos practicar esa danza tuya sin tener que escondernos para que no nos vea! – dijo muy orgulloso el pilar de la llama, poco le importó al parecer, que la susodicha Kocho Shinobu estuviera de pie justo detrás de él.

Tanjiro tenia cara de horror y empezó a reír nerviosamente, a Zenitsu se le cayó la quijada al suelo, Inusuke sacó sus dos espadas gritando ¡hurra! y Tengen estalló en carcajadas rodando por el suelo de la mansión, – ¡estas muerto Kyojuro! – decía agarrándose el abdomen – ahora sí.

– ¿Que dijiste Rengoku san?

Kyojuro se giró y mirando a la nada como siempre le respondió a su compañera.

– Sí, como le decía al joven Kamado, ahora no tendremos que…

Tanjiro le tapó la boca con su mano.

– ¡Aniki! Que tal si nos vamos a entrenar ya…– miró a Zenitsu pidiendo auxilio silenciosamente.

– Sí, jajaja – dijo el usuario del aliento del rayo – Rengoku san, vamos…– añadió jalándolo por una de las mangas de su kimono.

Los dos chicos lo arrastraron lejos de allí. A este paso se iban a quedar sin maestro.

•••

Los días anteriores habían transcurrido en relativa calma, de no ser por las “bromas” del ex pilar del sonido, Tanjiro y Zenitsu hubieran pensado que su entrenamiento de rehabilitación eran mas bien unas vacaciones.

El mayor de los Kamado estaba reconsiderando su opinión acerca del amigo de su maestro debido a un incidente. También gracias a ese incidente el chico se había propuesto proteger la virtud de su mentor a todo coste. Alguien como Rengoku no podía ser contaminado con asuntos mundanos como aquello. El solo pensarlo hacía que le ardiera la sangre.

Aquella mañana se habían levantado un poco mas tarde, y Tanjiro había perdido la oportunidad de desayunar con todos los demás, para su suerte su amigo de cabello dorado estaba en las mismas así que luego de un rápido desayuno se fueron a buscar a los dos pilares que también estaban como huéspedes en la mansión de las mariposas.

Para su suerte Aoi les indicó donde estaban, con el rostro completamente rojo y salió huyendo lo más rápido que le permitieron sus pies. Se acercaron a la habitación y se quedaron paralizados.

Al final del infinitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora