Memorias

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Kyojuro regresó a su casa un par de semanas después cuando los tres chicos fueron llamados a distintas misiones. Zenitsu fue el primero. Daba risa verlo agarrarse a Tanjiro o a las patas de la cama para que no lo echaran fuera de la mansión. Kyojuro le puso una mano sobre el hombro diciéndole:

-Joven Agatsuma, ¡enciende tu corazón! ¡Eres el heredero de Kuwajima dono! ¡Y eres muy fuerte! Si no puedes con el demonio, haz que te persiga toda la noche hasta que salga el sol y lo mate. Eres muy rápido, probablemente no te alcance...

Diciendo esto lo giró y lo sacó de la finca. Los demás se apresuraron a cerrarle la puerta para que no volviera. Zenitsu estaba jodido, y mas cuando su gorrión le tiró de los cabellos para que se dirigieran al noroeste. No le había gustado para nada el probablemente de Rengoku.

A Inusuke no hubo que decírselo dos veces, cuando oyó que tenia una misión salió disparado, prometiendo que descuartizaría a cualquier demonio que se le pusiera por delante.

Tuvieron que detenerlo para que al menos comiera algo antes.

Un par de días después Tanjiro estaba ayudando al señor Rengoku con los vendajes de su ojo, cuando recibió el mensaje. Tenía que irse. En su corazón, él sabía que era su deber, y que no debía molestarse. ¡Pero es que estaba tan feliz! Podía entrenar con su maestro. Verlo mejorar su salud cada día lo llenaba de esperanza y el peso en su pecho se levantaba poco a poco. Ahora podía usar un par de posturas de su Kagura bastantes veces sin que le faltara el aliento. Y luego podía encargarse de pasar un cepillo por las doradas hebras de Kyojuro, mientras Nezuko descansaba en el regazo del otro y charlaban de cosas sin importancia, o de sus familias o de los otros pilares. Incluso se le había escapado que necesitaba sangre de los demonios más allegados a Kibutsuji para su plan de devolverle su humanidad a Nezuko. Al ver lo que había hecho se tapó la boca, avergonzado, y se disculpó enseguida:

-Lo siento Rengoku san, ¡no puedo decir más!

- Está bien mi chico, - dijo dándole unas palmaditas en la cabeza- todos tenemos nuestros secretos.

Y continuaron hablando de otros asuntos. Aun así, el mas joven se sentía mal, realmente no quería ocultarle algo tan importante a Rengoku.

Así que ese día Tanjiro estaba un poco molesto por el cronometraje de su cuervo. Pero al final, quizás no fue tan malo. Al despedirse en la puerta de la mansión Kyojuro se quitó la roja bufanda que estaba envuelta alrededor de su cuello y se la puso a su aprendiz mientras le decía:

- Ya está empezando a enfriar... ¡buen viaje joven Kamado! Cuando regreses estaré en mi casa, ¡por favor dirígete allí directamente si no estas herido!

- ¡Sí, Aniki! - respondió Tanjiro mucho más animado. Emprendió el viaje sin más dilación, el aire frío del otoño no lo molestaba en lo absoluto. Una tibia bufanda y una cálida sonrisa de despedida eran más que suficientes para calentar su corazón.

•••

Al llegar a casa Kyojuro vio con no poca sorpresa que no solo Senjuro lo esperaba en la entrada, ¡también su padre estaba ahí!

- ¡Aniue! - exclamó el niño yendo a abrazarlo.

- ¡Senjuro! - le correspondió el abrazo el mayor de los dos.

- Padre también quiso esperarte - le susurró el Rengoku mas joven.

- Padre, ¡me alegra que haya venido a recibirme! - dijo muy feliz Kyojuro, ¿acaso su padre estaba levantando su espíritu?

- ¡Hum! - dijo Shinjuro girando la cara - ya iba siendo hora que te portaras por aquí...

Se acercó a los otros dos y le arrancó el pequeño maletín con sus cosas a Kyojuro de las manos y dándose la vuelta se adentró en la casa lo más rápido que le permitieron sus piernas.

Al final del infinitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora