Ardo por ti

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Después de su agradable charla con Shinazugawa, Kyojuro partió a su misión. Y luego a otra, y a otra y a una más.

Últimamente había más movimiento por parte de los demonios.

Y como consecuencia terminó sin poder volver a casa en más de un mes, lo que significó que no pudo estar presente durante el cumpleaños de su chico.

Para cuando volvió habían llamado a Tanjiro a una misión de emergencia. Probablemente se tratara de una luna demoniaca.

Kyojuro no podía hacer más que esperar por su pronto regreso y apretar contra su pecho el regalo que tenía para su aprendiz.

•••

El pilar del fuego había tenido muchas ideas sobre cómo abordar el tema. Realmente le daba igual ser rechazado. Estaría al lado de Tanjiro pasara lo que pasara. Así que, dejaría que el otro tomara la decisión. Tenía que dejárselo bien claro, no fuera a ser que su lindo pero denso chico malinterpretara las cosas. Era un poco hipócrita de su parte llamar denso al joven Kamado, considerando lo cabezota que era él mismo. Eso lo hizo convencerse aún más de que harían una buena pareja.

Así que, cuando Matsuemon llegó graznando que el joven cazador llegaría antes de lo planeado, el pilar pensó que bien podría decírselo allí mismo.

Ya su estudiante era un soldado hecho y derecho. No necesitaba estar más bajo su tutela, y bien podría reclamar el puesto de pilar en cualquier momento. Tanjiro era su igual en todo menos en título, y ya no le carcomía la conciencia el hecho de que el otro pudiera sentirse obligado a corresponder por el hecho de que Kyojuro era su maestro y su superior.

Tanjiro entró por la puerta principal de la residencia y su rostro sereno se iluminó en una amplia sonrisa al ver que el pilar de las llamas lo esperaba junto al camino que dirigía a la casa. El chico se estremeció. Había algo distinto en Rengoku hoy. Su ojo lo miraba con mucha dulzura y lo vio asentir mientras murmuraba algo para sí.

¡Bien!, Kamado se había estado aguantando hasta ahora, pero juraba que pronto reventaría si no le decía apropiadamente a su maestro que lo quería.

Luego del asunto con Shinazugawa, no volvió a ver a Kyojuro por mucho tiempo, las misiones de ambos los habían llevado por caminos separados, y aunque en algunas contó con la compañía de Inusuke, Zenitsu o Nezuko, no era lo mismo. Tanjiro se sentía un poco solo. Como un perro abandonado.

Ahora que volvía a ver al objeto de sus deseos, el mayor de los Kamado casi salta por la emoción.

Se acercó al pilar a grandes zancadas, este no había dejado de mirarlo desde que entró. Notó que los bajos de su hakama estaban algo húmedos por el rocío de verano y se preguntó cuanto tiempo había estado esperando por él.

- ¡Rengoku san! ¡He vuelto! - lo saludó inclinándose frente a él.

- ¡Bienvenido a casa mi chico! - le respondió animadamente el otro.

- Rengoku san... más tarde yo... - dijo Tanjiro armándose de valor y tomando entre sus manos las del otro espadachín.

- ¡Joven Kamado! ¡Tengamos un duelo! - lo interrumpió Kyojuro. Tanjiro notó que las puntas de sus orejas estaban tan rojas como las de sus cabellos.

- ¿Eh?? ¡¿Ahora?! - solo atinó a responder el más joven, tomado realmente por sorpresa.

- ¡Umu! Si... si me ganas... hay algo que tengo que decirte... - dijo el pilar - y podrás pedirme lo que quieras... - Kyojuro se avergonzaba de su egoísmo. Si Tanjiro le demostraba que podía vencerlo, él podría confesarse sin miedo a imponer de alguna forma sus sentimientos a su subordinado. Y por otro lado le daba una vía de escape a su compañero. Si el más joven le pedía que olvidara esa clase de sentimientos, él lo haría.

Al final del infinitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora