La vida es una sucesión de altos y bajos, eso lo sabía muy bien Kamado Tanjiro, el esfuerzo y la esperanza muchas veces no eran suficientes, lo sabía y a pesar de ello no podía evitar estar cabizbajo, por más que pasaba el tiempo la cura para Nezuko aun no estaba ni cerca, por mucho que avanzaba sentía que todavía no era tan fuerte como necesitaba serlo, y más luego de lo que vio en aquella misión a la que fue enviado. Agradeció en aquel momento poder haber entrenado con Kyojuro de la manera en que lo hacían, gracias a ello su cuerpo reaccionó mucho antes que su cerebro tuviera la capacidad de procesar la situación.El demonio en cuestión era una chica joven, tal como lo era Nezuko, su arte demoniaca era crear ilusiones, para alguien con el olfato de Tanjiro eso no era mucho problema, el problema era su hermano, que aún era humano, un humano al que Tanjiro no perdonaría nunca por haber cometido un pecado como aquel, era él quien atraía a las víctimas a su casa con la promesa de un plato caliente y un lugar donde descansar, allí las dejaba inconscientes ya sea con un somnífero o dándoles un fuerte golpe en la cabeza, para luego ser devorados. Solo quería que mi hermana viviera, había dicho, era un sentimiento que Tanjiro conocía de sobra, y sin embargo…
El otro joven se había cortado la garganta cuando tuvo la oportunidad luego de que el cazador de los aretes hanafuda terminara con la vida de su hermana, ver algo como aquello, y sin poder hacer nada había dejado a Kamado estupefacto, como si no creyera como se habían desarrollado los acontecimientos.
Aun a pesar de lo diferente que eran sus historias, le recordó a él y a Nezuko.
Así se lo encontró el pilar de las llamas en la pequeña biblioteca de la residencia, había caído la noche y lejos de irse a dormir Tanjiro estaba sentado a oscuras en aquella habitación, la luz de la luna apenas entraba por los paneles shoji de la ventana, Rengoku no dijo nada, solo se sentó junto a él en silencio, mirando tranquilamente la llama de la linterna que había traído.
Tanjiro lo notó mucho rato después, cuando su respiración se calmó y siguió el patrón de una muy familiar, eso y el calor que emanaba de la persona al lado suyo, ¿cuánto tiempo habría estado Rengoku a su lado sin que él lo notara? El solo pensarlo hizo que su corazón se estrujara dolorosamente dentro de su pecho.
– Rengoku san… yo…
– Joven Kamado, no tienes que decirme nada, – le dijo mirándolo con tanta dulzura que a Tanjiro le dieron ganas de llorar – solo quiero que sepas que estoy aquí para ti, como tu maestro, como tu amigo.
El cazador más joven suspiró, en verdad Rengoku Kyojuro era demasiado para él. su corazón no aguantaría más amabilidad de su parte sin desbordarse. Le contó todo, todas sus dudas, sus temores. Todo menos la verdad que quería escapársele a cada segundo: te quiero, quiero estar a tu lado, no me abandones. Palabras que hubiera dicho pero que se atoraban en su garganta por temor a ver algo distinto en el incandescente ojo de su maestro.
Cuando terminó de hablar miró a la dorada luz de la lampara, solo quería sacarse todo aquello del pecho. No podía pedirle nada al pilar, por mucho que quisiera hundirse en la calidez de su cuerpo, ser envuelto por sus brazos y apoyar su cabeza sobre su pecho, oír la calmante melodía de los latidos del corazón de Kyojuro. No tuvo que pedirlo, el propio Rengoku lo abrazó.
– Lamento que hayas tenido que presenciar algo como eso mi chico, – le dijo, así apretado junto a él, Tanjiro podía sentir las graves vibraciones de su voz contra su piel. – no puedo decirte que no volverá a ocurrir, la vida de un cazador está llena de tragedias como esta. No siempre podemos salvar a todos.
El chico junto a él se veía tan pequeño y vulnerable, y Kyojuro solo quería protegerlo de todo, si fuera por él Tanjiro estaría viviendo una vida feliz junto a su hermana y su familia, lejos de ese mundo, aun si eso significara que nunca se hubiesen conocido.
ESTÁS LEYENDO
Al final del infinito
FanfictionCuando Rengoku Kyojurou despertó, el sol se elevaba por el horizonte, una sensación cálida lo invadió al observar a quienes lo rodeaban: ¡los jóvenes cazadores estaban bien! Kyojurou estaba realmente muy feliz. Si ellos habían sobrevivido, si nadie...