Cuestiones cotidianas

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– Tanjiro, ¿por qué no estamos vivos?

Tanjiro giró su cabeza a un lado.

– Si estamos vivos Zenitsu, no seas dramático.

– ¡Si no quieres estar vivo, puedo ayudarte con eso! ¡Jajajaja!

Los tres jóvenes estaban tirados sobre la arena de una playa, el oleaje que había aumentado durante la tarde les impidió seguir con el entrenamiento, para suerte de Zenitsu que ya estaba con un pie del otro lado del rio Sanzu.

– ¿Por qué no se quedó Genya? Ese desgraciado se salvó. – protestó el usuario del aliento del rayo.

– Genya no es discípulo de Aniki – explicó el chico de los aretes hanafuda.

– Si se hubiera quedado hubiera pateado su trasero jajajaja– añadió menos escandalosamente que de costumbre Inusuke.

– ¡Nuestros traseros acaban de ser pateados maldito cerdo! ¡Por el maldito océano!

– ¡Habla por ti!

Empezaron a lanzarse arena, como Tanjiro estaba en el medio de sus compañeros, pronto lo cubrieron a él. Luego se pusieron a hacer una “escultura” con la arena y sus espadas, simulando a un demonio que habían despachado por el camino a la playa esa mañana. Tanjiro no tenía las más mínimas ganas de levantarse, a pesar de que refutó lo dicho por Zenitsu, el estaba casi muerto de cansancio, el entrenamiento esas dos últimas semanas fue más que brutal. Genya el muy maldito se había salvado.

Rengoku les había prometido ir al mar, algo raro, ya que estaban en otoño, y en algunos lugares ya caía nieve, debieron imaginarse que sería mas o menos igual que cuando los llevó a un río con un salto de agua, los tres chicos se rieron entre dientes pensando que lo que harían seria lo típico de sentarse a meditar bajo la cascada, unas vacaciones no les vendrían mal, pero no, el pilar de las llamas les dijo que se quitaran los zapatos y se pusieron a practicar sus formas de espada entre las piedras resbaladizas y duras del lecho del rio, perdiendo la concentración y cayendo al agua helada mas de una vez, o haciendo una carrera por sobre las piedras que sobresalían del agua, llenas de resbaladizo moho. Ni Inusuke la paso bien el primer día.

Y ahora habían pasado unas semanas en la playa. Unas semanas bastante dolorosas y mojadas. Practicar sus posturas en el agua del mar, cada día un poco más profunda, hasta que les llegaba a las barbillas no había sido gracioso para nadie menos para su maestro, claro. Ni siquiera se habían podido desnudar, Rengoku los obligó a usar su uniforme completo y haori incluidos, las telas mojadas y el peso de las espadas de practica no los dejaban casi moverse. Y ni hablar de las olas. Tanjiro había perdido la cuenta de todas las veces que había tragado agua salada esa semana. Al menos su mentor no era un hipócrita, y estuvo haciendo lo mismo que ellos todo el tiempo, siempre junto a sus tres sucesores.

Así, casi cubierto por una montaña de arena, lo encontró Rengoku cuando regresó con dulces para ellos.

– ¡Necesitan recuperar energías si queremos volver a la posada jajajajaja! – exclamó.

Inusuke salió disparado hacia él en cuanto oyó su voz mientras que Zenitsu se arrastro un poco y extendió una mano miserablemente hacia Rengoku, que le dio su ración entre carcajadas.

– ¿Estas bien allí abajo joven Kamado? – dijo inclinándose sobre el y poniendo uno de sus dedos en su frente.

– Se siente mejor de lo que uno hubiera pensado Aniki – respondió Tanjiro con una risita. Luego se removió un poco y logró salir del montículo donde estaba enterrado sin destrozar la estatua.

– ¡Comamos y regresemos, nos espera un baño caliente, hemos estado en el agua todo el día!

Un baño caliente con Kyojuro era todo lo que Tanjiro necesitaba, que sus otros dos amigos estuvieran allí también no le molestaba en lo absoluto, él siempre se situaría junto al pilar para lavar su espalda, y su cabello, y cualquier otra cosa que su maestro quisiera que él enjabonara… se dio un manotazo mentalmente, ¿qué diablos hacia pensando en esas cosas? Pensar era malo, pensar hacía que un extraño calor se acumulara en su bajo vientre y que ciertas partes de su anatomía reaccionaran de forma inapropiada para un caballero. Tanjiro quería ser un hombre como Rengoku, alguien confiable, de conducta intachable, para ser otra clase de persona tenia el ejemplo de su buen amigo Zenitsu.

Al final del infinitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora