– ¡Deberías verte ahora mismo Kyojuro! – gritó Akaza, eufórico. No lo comprendía, el pilar debería haber caído hace un momento cuando lo golpeó, pero simplemente se había vuelto más rápido y los golpes de su espada eran más potentes, ¡eso lo tenía extasiado! ¡Lo deseaba tanto! Definitivamente Kyojuro estaba hecho para ser un demonio.
Rengoku no sabía lo que ocurría con su cuerpo en esos momentos, sentía su sangre hervir, era como estar usando su novena postura todo el tiempo, sus manos sobre su espada no parecían ser capaces de despegarse, y esta se había tornado completamente roja. Las heridas de Akaza sanaban más lentamente, algo raro ocurría con su regeneración ante los nuevos cortes. Aun así, el demonio parecía más contento que nunca, no se callaba y lo golpeaba con una maníaca sonrisa en el rostro, solo para estrellar sus puños contra el afilado acero carmesí.
Hace un rato el demonio había socavado el lugar, algunas casas cayeron y las personas salieron huyendo. Kyojuro solo podía esperar que nadie hubiera muerto. pelearon encarnizadamente por lo que a él le pareció una eternidad, aunque sabía que no debían haber pasado más de quince minutos, luego Akaza lo había golpeado haciéndolo rodar por el suelo, "no puedo morir aún", se dijo, tenía muchas razones para querer volver a casa. Debía moverse más rápido, aumentar sus reflejos y golpear con más fuerza con su espada.
Solo podía explicarlo como su cuerpo respondiendo a su deseo, su cuerpo resonando con algo para él inexplicable. Ni él ni el demonio notaron que las llamas rojas de su corazón se extendían por su cuerpo pintando su piel.
Aun con sus habilidades más potenciadas que nunca el pilar de la llama sabía que no duraría toda la noche, la estamina de un humano es finita, incluso siendo un pilar era imposible, enfrascarse en un juego de resistencia con un demonio era tener las de perder. Pero en esta ocasión, Kyojuro no tenía más remedio que ese, en su anterior confrontación él se apuró demasiado, confió mucho en sus habilidades y casi le costó la vida. Mantener las distancias era fundamental. La distancia desde la punta de su katana hasta su muñeca bastaría para que los puños del demonio no lo alcanzaran y para que no pudiera efectuar ataques aéreos como antes. Tampoco lo dejaría usar sus piernas a esa distancia. Mantenerse cerca, y lejos a la vez. No dejar que el demonio atrape su espada, no permitirle golpear en partes vitales. Era un juego peligroso, cualquier paso en falso lo haría perder el fino equilibrio sobre el hilo de seda sobre el que estaba suspendido y lo harían caer justo en las manos de su contrincante. Si su corazón y su cuerpo ardieran un poco menos, estaba seguro que no lo lograría.
Akaza estaba sinceramente impresionado, mucho más ahora, Kyojuro estaba peleando de manera distinta, no lo dejaba acercarse ni alejarse lo suficiente, cosa que encendía el corazón del demonio, a Akaza no le molestaba, no le importaba jugar un poco más de esa forma si era lo que el otro quería, si, su regeneración se había ralentizado, pero no era tan preocupante, no tanto, no tanto como los cortes cerca de su cuello que de tanto en tanto hacían escocer su piel, la sensación de la espada roja de Kyojuro sobre su cuerpo era divina, casi lo llevaba al éxtasis que solo podía sentir cuando su amo le otorgaba unas gotas de su sangre... aun así no conseguía que el pilar accediera a convertirse... eso lo ponía de muy mal humor, ¿tendría que forzarlo? Para Akaza esa clase de cosas no se sentían correctas, pero Kyojuro no tenía por qué saberlo.
– ¡Podría forzarte Kyojuro! – le dijo, cuando el pilar acercó peligrosamente la punta de su espada a su mejilla haciéndolo sangrar, el corte que en otra ocasión se hubiera regenerado en menos de un pestañeo, se cerraba lentamente.
– ¿Por qué me preguntas entonces? ¡Nunca me convertiría en un demonio! ¡Aun si me convirtieras a la fuerza, me suicidaría a la primera oportunidad!
Akaza rugió ante la respuesta, lo sabía, en el fondo de su corazón sabía lo que haría el pilar.
– ¡No seas terco Kyojuro! ¡Como humano fallaras eventualmente! ¡Estas hermosas formas de espada, ese espíritu de pelea, todo se desvanecerá! ¡No podrás proteger a nadie si mueres! Esos humanos que tanto amas, te olvidaran o te odiaran si fallas, tu fuerza desaparecerá y ¿quién querrá a un inválido que no puede blandir su espada? – se burló.
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Al final del infinito
FanfictionCuando Rengoku Kyojurou despertó, el sol se elevaba por el horizonte, una sensación cálida lo invadió al observar a quienes lo rodeaban: ¡los jóvenes cazadores estaban bien! Kyojurou estaba realmente muy feliz. Si ellos habían sobrevivido, si nadie...