Las vacaciones de tres espadachines

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Tal como había dicho su maestro, los kakushi los fueron a buscar el día acordado. A Inusuke tuvieron que amarrarlo para que no se estuviera moviendo y se escapara mientras lo cargaban, Rengoku se estuvo riendo de ello por horas luego de eso.

El trayecto fue bastante tranquilo y cómodo, Zenitsu estaba bastante feliz de que lo llevaran a cuestas.

Llegaron a la aldea al atardecer, cuando los bajaron, los chicos miraron asombrados el lugar. La villa se encontraba en un estrecho valle entre montañas nevadas, todos habitantes llevaban máscaras con diseños variopintos y extravagantes.

Una pequeña comitiva les dio la bienvenida, iban a cruzar las puertas cuando sintieron a alguien más llegar.

- ¿Ese no es el pilar de la niebla? - señaló Zenitsu a las dos personas que venían hacia ellos.

- ¿Eh? ¡Pues sí! ¡Es Tokito kun! - dijo Tanjiro.

- ¿Y por qué a ese lo traen sin vendar? - dijo Inusuke mientras se quitaba las cuerdas el mismo después de patear al pobre hombre que lo había tratado de ayudar.

- Ah... al señor Tokito se le olvida luego - les aclaró uno de los kakushi con un poco de vergüenza.

- Ah, cierto...- respondió Tanjiro dándose un manotazo mentalmente. Kyojuro le había explicado el problema con el pilar de la niebla el día que lo arrastraron con ellos hasta la mansión de los Rengoku.

"El joven Tokito debió sufrir una gran herida para que su mente quedara en ese estado, no mucha gente está dispuesta a entenderlo y tener paciencia con él" le había dicho su maestro.

Tanjiro sabía que el carácter del joven pilar de la niebla era bastante frio y antipático, pero también había visto como de vez en cuando mostraba un lado más suave y aniñado, tal como su hermano Takeo, él tendría paciencia y trataría de entenderlo, eso y detener a Inusuke de querer pelearse con él cada cinco minutos, no fuera a ser que Tokito le rompiera las costillas a su amigo nuevamente.

Luego de mostrarles donde se estarían alojando, los discípulos del pilar de la llama fueron llevados ante el jefe de la aldea.

- ¡Tecchikawahara sama! ¡Aquí están los discípulos de Rengoku dono! - dijo uno de los herreros, presentándolos ante el jefe.

- Hola, soy el jefe de esta villa Tecchikawahara Tecchin, mucho gusto en conocerlos, cuando vayan a saludarme ¡inclínense hasta que sus frentes toquen el suelo! - dijo el diminuto hombre delante de ellos - puedo ser el más pequeño de este pueblo, pero ¡también soy el mejor en mi oficio! - añadió con aires de superioridad.

Ninguno de los chicos le dio mucha importancia e hicieron lo que les pedía el anciano, que luego les ofreció dulces por ser según él unos "buenos chicos" a los que "Kyojuro había enseñado bien", dulces que Inusuke asaltó sin perder un segundo.

-Hotaru está perdido en este momento.

- ¿Hotaru?

- Si, Haganezuka Hotaru.

- Ah... ¡que buen nombre! - exclamó Tanjiro.

- Sí es muy lindo - asintió Zenitsu.

- Yo fue el que se lo dio - explicó el jefe - aunque él me sigue hablando mal y quejándose porque dice que es muy lindo...

- Es una pena - dijo Tanjiro.

- Si, eso es triste - lo secundó Zenitsu.

- Él siempre ha sido así, incluso de chico lanzaba rabietas y luego se iba a esconder a algún lado inmediatamente después. Lo siento por eso.

Al final del infinitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora