El demonio más persistente

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Akaza estaba tan excitado que lo único que podía ver frente a si eran las llamas doradas del espíritu de pelea del pilar de la llama. Le hubieran podido presentar el mismísimo lirio azul y el lo hubiera aplastado con su pie, si eso significaba apartar la mirada de Kyojuro.

Dando saltos llegó al campo de arroz donde el otro peleaba contra un demonio sin importancia, justo a tiempo para ver como le cortaba la cabeza. Oh esos movimientos de ahora habían sido gloriosos, Kyojuro incluso añadió otra forma de espada a su haber, una que él no había visto en el combate anterior, y se preguntó si el pilar, al igual que él no había utilizado todo su arsenal en su previa batalla. Akaza quería ver más, ¿qué otras hermosas formas de esgrima le mostraría esa vez? ¿Podría Kyojuro soportar sus embates? ¿Tendría la misma fuerza que antes? Sinceramente lo dudaba, el daño que le hizo seguía presente en su cuerpo, Kyojuro era humano después de todo, habría que remediar eso.

Seguramente el pilar se habría dado cuenta ya, de lo inútil que era resistirse, su cuerpo no mejoraría, no podría seguir aferrándose a sus ideales de proteger a los más débiles si ni siquiera podia protegerse a si mismo, al menos cuando se encontrara con alguien como Akaza, bueno, no es como si la mayoría de demonios pudieran hacer algo contra él tampoco, pero estaba seguro que en poco tiempo el pilar se convertiría en uno de los más fuertes y podría reclamar su puesto como luna superior a su lado, y ambos juntos podrían eliminar a los otros dos más arriba en la jerarquía que tanto le gustaba mentar al maldito de Kokushibo. Le dejaría Douma a Kyojuro porque la verdad, pelear contra el sujeto sería un fastidio por el hecho que él sinceramente no quisiera tener ni que acercarse a oír lo que el estúpido tenia que decir. Que Kyojuro lo incinerara, a ver si le gustaba.

Con esas visiones de su brillante futuro juntos Akaza aterrizó junto al pilar.

– Nos encontramos de nuevo Kyojuro – dijo, su sonrisa se ensanchó dejando ver sus filosos colmillos.

•••

Kyojuro se tensó al sentir la nueva y opresiva presencia aparecer frente a él. El demonio que acababa de decapitar lo miró con sorpresa y algo de lástima, para luego desvanecerse. Apretó la empuñadura de su espada, allí frente a sí, dos ojos brillaban como linternas, como dos lunas llenas en medio del cielo nocturno, mirándolo con algo parecido al hambre.

– Tercera creciente – lo reconoció Kyojuro. Akaza se lamió los labios y sonrió más. Pronto haría que Kyojuro dijera su nombre. Lo diría lleno de euforia mientras peleaban juntos por la eternidad, o lo diría en agonía, mientras Akaza despedazaba su cuerpo, sinceramente Akaza esperaba que el pilar eligiera la primera opción.

Kyojuro sabía que esa noche de seguro iba a ser su última. El momento en que la tercera luna superior puso un pie en aquel campo, lo supo. Un solo pilar, un humano, no podía ganar contra las lunas superiores por sí mismo, y él en parte agradecía que no hubiera nadie más que él allí. Aun faltaban varias horas para el amanecer.

Miró el pequeño poblado a lo lejos y unas cuantas casas a unos cientos de metros mas cercanas al campo de arroz, al menos debería alejar la pelea de aquellos civiles, dar una alarma o algo, pero antes de que pudiera hacer nada el demonio ya estaba sobre él, su técnica de sangre activándose inmediatamente y lanzándole una metralla de puñetazos. Rengoku los intercepto con su espada, retrocediendo un par de pasos, pero Akaza no se detuvo, lanzándole mas golpes con su Estilo Caótico. El demonio estaba feliz, vibraba de la emoción, no pensó que el pilar todavía fuera capaz de parar o esquivar sus golpes.

– ¡Ah!– dijo con satisfacción – realmente eres magnifico Kyojuro… aun con las heridas que te hice la otra vez… ¡realmente deberías convertirte en un demonio!

Al final del infinitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora