Las intenciones de Giyuu

111 10 9
                                    

Tomioka caminaba silenciosamente por la ciudad, en claro contraste con la persona a su lado, Kamado Tanjiro saludaba a todos los que veía, la gente de aquella área parecía conocerlo bien. Mucha gente se refería a él como simplemente "el chico del señor Rengoku" aunque ya no era tan chico, habían pasado dos años después de todo.

Tanjiro parecía muy a gusto y sonreía todo el tiempo, tampoco parecía molestarle el hecho de que Tomioka no hubiera dicho más de dos palabras durante todo el trayecto, y se contentaba con llenar el silencio con relatos sobre sus aventuras junto a su maestro y sus amigos.

El pilar del agua se sentía confundido, por un lado, estaba feliz por el chico, y por otro se preguntaba si él mismo mostraría un semblante alegre y despreocupado de haber sido su vida un poco diferente.

Ahora divisaban ya los muros de la mansión de la familia Rengoku, Tomioka no había estado allí nunca, se había negado en todas y cada una de las ocasiones en las que Kyojuro lo invitara, y cuando no se le ocurrían excusas para no ir, simplemente no se aparecía. Hasta que al fin Rengoku pareció captar la indirecta y dejó de invitarlo a su casa, para a continuación proceder a invitarlo a ir a comer a algún sitio, arrastrándolo él mismo veces.

El pilar del agua no sabía que quería tratar su colega con él para que su sucesor fuera a buscarlo directamente. Esperaba que no le hicieran perder el tiempo.

•••

Cuando llegaron a la casa, Tomioka sintió un escalofrío, había un aire festivo en aquel lugar, algo no olía bien, de hecho, olía más que bien, olía delicioso.

– Tanjiro... cuando me dijiste que Rengoku tenía un asunto importante que tratar conmigo...

– ¡Tomioka, bienvenido! – oyó exclamar al pilar de la llama que apareció como si lo hubieran invocado del mismo averno en el umbral. Su sonrisa era demasiado radiante y sus ojos echaban chispas. Lo agarró de un brazo y básicamente lo metió a la casa a la fuerza, allí lo saludaron los otros dos tsugukos y Nezuko junto a una copia más pequeña del pilar y Tomioka se preguntó si no había caído por alguna casualidad en el arte de sangre de algún demonio.

La copia más joven de su colega se presentó como Rengoku Senjuro, el hermano menor de Kyojuro y Giyuu respiró aliviado. El padre de Kyojuro también era idéntico a los otros dos, según lo que recordaba del poco tiempo que sirvieron juntos cuando él fue nombrado pilar.

– ¡Senjuro preparó salmón con daikon para el almuerzo! ¿Es tu favorito, cierto?, el joven Kamado me lo informó! – dijo con mucho orgullo y sin una gota de arrepentimiento.

Tomioka levantó la mirada, ahora más interesado. No podía odiar a Rengoku, aun si le había robado al sucesor.

•••

Luego del almuerzo, se sentaron a beber el té, tuvieron que darle la tarea a Inusuke de buscar provisiones para que se calmara, no fuera a terminar atado a una de las vigas de la mansión por hostigar al pilar del agua. Al final solo quedaron tres personas en el salón: Tomioka, el pilar de la llama y Kamado Tanjiro, por supuesto, que no se separaba de su maestro.

Quizás porque había más privacidad y estaba frente a dos personas que ya tenían la marca, el mayor de los tres abrió la boca para preguntar:

– Las condiciones que describió Tokito sobre como adquirir la marca del cazador, ¿fueron iguales para ustedes?

– No sabría decirlo con absoluta certeza, pero sí. Mi cuerpo se calentó como si quisiera estallar, mi espada se volvió totalmente carmesí. – dijo Tanjiro – además, podía ver a mi oponente, su interior, ¡no sé cómo explicarlo.

Al final del infinitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora