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—Jisung...¿como se dice meat filling en coreano?

Dejó el dibujito de corazoncitos y miró a Felix, escribiendo en el borde de su hoja la traducción "relleno de carne" para que lea. Como era costumbre, se encontraban en la biblioteca estudiando cada uno lo suyo, respetando el silencio y el espacio del contrario.

—Gracias, eres muy able. —Dijo el de pecas, borrando la oración que escribió mal para hacerlo bien esta vez.

—Amable. —Corrigió, pensando que Felix fue aceptado en el colegio nada más porque tenía mucho dinero, de otra forma, no habría manera de que haya pasado los exámenes de lengua.

Volvió a dibujar corazones, dejando de lado la voz en su mente que le decía que haga la tarea de matemáticas para tener la tarde libre y jugar videojuegos. No podía concentrarse hace más de veinte minutos, su cerebro solo reproducía la imágenes de Minho sin remera, atendiendolo con una sonrisa atractiva. ¿Por qué tenía que estar pensando en cosas vergonzosas?

Iba a irse al curso para juntar sus cosas,  pero entonces la persona que ocupaba su mente recientemente apareció frente a sus ojos. El mayor se sentó una mesa adelante de la suya y se puso a leer uno libro totalmente metido en lo suyo. Ni siquiera lo vio.

—Han, me voy a casa. —Felix habló de repente. —Nos vemos mañana, no te vayas muy tarde.

—Adiós.—Se despidió en automático.

Sabía que también debía irse, pero su cuerpo no se movía. Tomó su libro de matemáticas y fingió resolver unos ejercicios, aunque solo era para tener una excusa inconsciente y así quedarse más tiempo viendo al chico.

Minho lo sintió después de unos minutos y cruzaron miradas. El castaño sonrió leve, saludandolo con una mano antes de acercarse.

A medida que caminaba a su mesa, Jisung entró en un mini pánico por dentro. El mayor se sentó a su lado y se apoyó muy cerca suyo, analizando cada gesto que hacía con mucha atención.

—¿Qué haces, Jisung?

—Es-estudio. —Respondió apenas, bajando la mirada a sus dedos.

Minho dejó de sonreír y lo tomó por el mentón, haciendo que vuelva a ver hacia el frente.

—¿Por qué te sonrojas?

—Y-yo no...—Tragó saliva al escuchar la risa ajena, muriéndose por dentro de la vergüenza. —no es cierto.

—¿Dices que soy un mentiroso?

—¡No! —Negó asustado, temiendo que se ofenda. Al ver que solo era broma, se sintió peor. —Perdón, me voy a casa.

Minho no impidió que se vaya, solo lo vio alejarse con diversión en su rostro.

Minsung || Un Chico ExtrañoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora