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La casa de los abuelos de Jisung era de aspecto clásico; los sillones de tela floral, las paredes amarillo apagado, cocina con almanaques viejos en las paredes y un reloj que marcaba la hora con el típico sonido de "tic toc". Minho estaba nervioso al principio, pero una vez que la señora los invitó a tomar el té, agarró más confianza.

—Este es Hannie de bebé, aquí está comiendo frutillas.

Minho sonrió enternecido con la foto del menor todo manchado del tinte rosa de las frutillas. Era tan lindo, podía imaginarse la suavidad de esas mejillas gorditas, las quería apretar todas. Lastima que actualmente no puede hacer eso con el Jisung grande, lo más probable es que lo empuje lejos si intenta tocarlo.

—Era tan adorable...—Murmuró, notando de reojo la mirada apenada de Han. —Perdón, sigue siendo adorable.

—¿Verdad que si? Siempre me preocuaba porque él no se cree tan lindo como es, dice que se ve feo, pero yo creo que debe tener varias pretendientes. ¿Tu tienes novia, Minho? —Preguntó la abuela, pasando por alto sus gestos de pánico.

—Ahm...no, no tengo, pero hay alguien que me gusta mucho.

—¿Y por qué no están juntos? ¿Ella es difícil?

Minho negó suavemente, sin despegar sus ojos del chico en frente suyo. Todo lo que dice se dirige hacia él.

—Cometí varios errores y lo arruiné, así que ahora no quiere saber nada de mi.

—Pero esa persona quizás ya te perdonó y solo tienes que avanzar. —Dijo Jisung, tomandolo por sorpresa.

La abuela dejó de entender la conversación en el punto que ambos la dejaron fuera. Sonrió confundida, luego miró hacia la ventana con detenimiento.

—Aigo, me duelen las rodillas, seguramente va a llover. —Comentó, girandose de nuevo hacia su nieto. —¿Por qué no se quedan a dormir? Tienes ropa aquí y puedes prestarle a Minho. Vayan a darse un baño fresco y voy a preparar la habitación de tu mamá.

—Abuela, no es necesario...podemos volver rápido y no-

Jisung se quedó a media oración cuando vio la lluvia largarse precipitadamente. Con razón el cielo estaba tan raro cuando venían, pero jamás calculó que fuera a ser una tormenta eléctrica.

—Oh, ahora no pueden decir que no. —Dijo el abuelo, comiendo de fondo los buñuelos que mandó su hija.

—Bien ¿te quieres quedar, hyung?

—Sí, igual no hay forma de volver sin mojarnos o con riesgo de ser electrocutados por un rayo.

Ambos rieron, terminando por aceptar la oferta de la abuela Han. ¿Qué más da?

Minsung || Un Chico ExtrañoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora