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Caminé en compañía del dueño del hotel y me llevó hacia donde Sainz me había pedido

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Caminé en compañía del dueño del hotel y me llevó hacia donde Sainz me había pedido.

Estaba un poco desesperada por tanto misterio que este hombre me estaba dando desde que me di cuenta que había aterrizado en Finlandia y no en Italia en donde se supone que debíamos de estar ya que era una semana importante para él.

-Por aquí- volvió a guíarme el señor y yo asentí con una sonrisa en mis labios.

Salimos de las instalaciones y el frío golpeó mi cuerpo estando aún cubierta con la ropa necesaria.

Caminamos unos metros y a pesar de ir solo con la lámpara de queroseno sobre la mano del señor, podíamos ver que no había nada a nuestro alrededor.

-Hemos llegado- me dijo el señor y yo fruncí el ceño.

-Pero aquí no hay nada- dije viendo a mi alrededor la completa oscuridad.

Ni siquiera las auroras boreales habían salido. Estas se habían ocultado.

-¿Qué hacemos aquí?- pregunté un poco asustada -¿Piensa secuestrarme? Porque si es así, déjeme decirle que mi familia y yo hemos cortado lazos y será una perdida de tiempo intentar extorsionarlos porque podría asegurarle que le dirán que se puede quedar conmigo y de a gratis- lo señalé con mi índice.

-No, no. Yo...- dijo asustado.

-Y le aviso desde ya para que no gaste fuerzas conmigo intentando llevarme lejos. Además, comentarle que fui parte de la serie más exitosa del momento y aprendí artes marciales a pesar de solo participar en dos capítulos- hablé con rapidez -Y créame, puedo con personas de su tamaño- dije orgullosa.

-No... yo no... ¿me está promocionando la serie?- preguntó extrañado.

-No- dije calmada.

-El punto es que no pienso secuestrarla. No sé si participar en esa serie le hizo pensar eso- habló desesperación.

-¿Qué?- pregunté cruzándome de brazos.

-No, es decir... no lo malinterprete, señorita Conolly- dijo nervioso -Es que... jamás permitiría que ocurriese algo así en mi hotel y eso solo pasa en las películas pero no en este hotel ni en todo este parámetro. Mis disculpas si la he ofendido- se disculpó.

-¿En dónde está mi pareja?- pregunté -Muero de frío- pronuncié.

-Sobre eso, comentarle que debe esperar un momento aquí. No se mueva y no se preocupe, los osos no bajan a esta hora- dijo antes de darse la vuelta.

-¿Osos!- exclamé asustada.

La risa del hombre se escuchó y alzó la lámpara cerca de su rostro.

-Es mentira, señorita Conolly. Tiene años viniendo aquí, debería de saber que no hay osos- sonrió -Me retiro, por favor, espere aquí- se despidió y me dejó sola con la oscuridad.

Burning Desire || Carlos Sainz Donde viven las historias. Descúbrelo ahora