iii. marrakech

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MARRAKECH | Plex

LO PRIMERO QUE VI AL DESPERTARME fue a Adri tapado con las sábanas, durmiendo entre Maya y yo.

Suerte que la cama era gigantesca, pero tan gigante que ni siquiera nos notábamos los unos a los otros. Aún así me hizo gracia ver a Adri encogido en medio como un taco, así que en cuanto Maya se levantó, se me ocurrió una idea para darle un buen susto.

Dejé la cámara grabando en la mesilla de noche y los dos nos escondimos en el baño del final del pasillo, con la puerta un poco abierta, para poder verlo todo. Le di a un botón y empecé a llamar a Adri, que tardó dos minutos en moverse un poco y coger el móvil.

—¿Que?— respondió con los ojos cerrados.

—Adri, tío, que nos hemos ido.

—¿Cómo?— preguntó reincorporándose, con el pelo en la cara y los ojos medio cerrados.

—Que no te despertabas y íbamos a perder el vuelo así que nos hemos tenido que ir. Te pillamos un vuelo en cuanto lleguemos al siguiente destino y nos vemos allí, ¿vale?

—Plex una polla que os habéis ido.— dijo firme, pero entonces empezó a reírse— Vaya pringaos, estoy viendo la cámara.

—Día número dos dando la vuelta al mundo.— salí del cuarto de baño riéndome con Maya y cogí la cámara, enfocándome a mi— Me encanta Marruecos, bro, esto es lo más parecido al único palacio en el que voy a poder vivir nunca.— enseñé la habitación por encima, enfocando a Borja, que estaba sentado en la cama con los ojos cerrados, replanteándose la vida.

Me empecé a reír fuerte.

—Bueno, son las diez y media y el desayuno cerraba a las diez. Vamos a ver si tenemos un poco de suerte y nos alimentan un poco, que aquí ya hay hambre.— enfoqué a Maya, que asintió con la cabeza, como dándome la razón.

El destino nos sonrió y aquella mañana sí pudimos desayunar. Nos pusimos finos de pastas árabes y más té, porque aquí las meriendas y los desayunos se basaban en eso. El buffet del hotel era un espectáculo, y no quería irme nunca de allí. Me llevé un par de pastas para comer por el camino, y después de volver a subir a la habitación a acabar de arreglarnos (es decir, a esperar a que Maya se peinara por 23838373 vez), salimos a las calles de Marrakech, donde fuimos acogidos por el ruido del tráfico que las taponaba.

—Espera, ¿me dices que no hay semáforos ni nada?— preguntó Jopa asombrado.

Los coches pasaban cada segundo y no había manera de cruzar sin ser atropellados, uno de los problemas con los que más nos encontramos en nuestra estancia allí.

—Vale, hay que pasar a ojo. Dale Borja.— le animé, y Borja echó a correr y consiguió cruzar.

Después fue Jopa, seguido por Adri, que tomó a Maya de la mano para que no los atropellara el camión que tenían a un metro. Luego fui yo, que casi fui arrollado por tres tios que pasaron en motocicleta.

Al último por poco lo pierden, porque es que no cabían en esa cosa.

—Bueno, y así es básicamente como hay que cruzar.— le dije a la cámara— Alaaa, y se la pela.— me reí de una mujer que pasó con su moto casi pisándome el pie— En fin chicos, cosas de viajeros.

TAILANDIA, YOSOYPLEX.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora