xvi. tailandia parte iii

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TAILANDIA | Maya

HOY ERA UN DÍA PERFECTO.

¿Queréis saber porqué?

Porque Plex y yo íbamos a estar solos por fin y por primera vez después de más de una semana.

La cosa pinta bien, ¿eh?

Aunque hoy teníamos planeado algo súper topp  para los cinco, Jopa y Borja se levantaron encontrándose mal de la tripa, seguramente comieron algo ayer en mal estado que les dejó secos en la cama. Por lo que respecta a Adri, este se supone que también iba a a venir, pero al final tenía que editar, evidentemente, así que plan de hoy solo nos dejaba a dos.

A Plex y a mi.

Estaba con los nervios a flor de piel.

Hace semanas que las cosas entre nosotros se han puesto serias, aún así, parece no querer dar el paso . Aquello me removía por dentro, ver que las cosas no avanzaban entre nosotros como me esperaba me tenía ansiosa.

¿Y si... y si...?

Miles de preguntas rondaban mi mente, posibles razones por las que Plex y yo no fuésemos pareja aún.

¿Y si no era lo suficientemente buena para él? ¿Y si después de tanto tiempo conviviendo conmigo se había dado cuenta de que está mejor siendo mi amigo? ¿Y si solo me uso... por mi cuerpo?

Para, para, lo pienso y me angustio.

Sea como sea, espero que no tarde demasiado.

Hay un problema que se está asomando, un problema que tiene nombre y apellido, y si Dani no está dispuesto a hacer que lo nuestro funcione, puede que otro que yo me sé si lo esté... 

Y no es Adri, antes de que lo penséis.

Es otra persona que ha contactado conmigo hace poco, a quien no he querido contestar por miedo a que líe las cosas más de lo que ya están.

En fin, volvamos a lo que pasó hoy, que fueron muchas cosas.

La mañana empezó a las nueve, cuando nos montamos todos en una furgoneta que nos llevó a Bangkok, después de despedirnos de mi tío Frank y los animalitos. Nos instalamos en el hotel y dejamos allí a los tres sequeros antes de abandonar la habitación, para tomar otra furgoneta que nos llevara hasta nuestro destino.

—¿Estás emocionada?— preguntó Plex.

En un trayecto de lo más incómodo, esas habían sido las únicas palabras que habían salido por su boca.

—Si.— respondí yo, y no volvimos a hablar hasta que el conductor aparcó.

Nuestro destino era un santuario de elefantes.

Desde que había empezado la vuelta al mundo, los elefantes se habían convertido en mis animales favoritos. Entonces, pasar un día con el chico que me gusta rodeada de mis animales favoritos pintaba ser un planazo, ¿o me equivoco?

—Miiiraaa.— dije como una niña pequeña, y tan buen punto mis ojos se toparon con las criaturas, empecé a correr  hasta llegar a ellas. Habían cuatro o cinco elefantes en fila, separados de mi por una pequeña barandilla que, aún así, me permitía el lujo de poder acariciarlos— Diooos que bonitos.

Plex lo grababa todo con una sonrisa, y de repente fuimos interrumpidos por un chico súper majo que nos trajo una cesta con platanitos, que empecé a repartir entre todos los elefantes mientras Plex explicaba a la cámara a mi lado el motivo de la excursión y lo que iban a ver sus suscriptores en el vlog de hoy.

TAILANDIA, YOSOYPLEX.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora