24: las manos detras del hilo

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La búsqueda no tenía frutos, sus lacayos, incompetentes, según sus palabras no hallaban el paradero de esa niña la cual con mentiras y falsas promesas dijo que cuidaría. Sonrió al recordar como su hermana y su marido cayeron redondos en su falsa preocupación por la que era su sobrina.

— idiotas ilusos, dejarme a su hija por el simple hecho de ser "Familia", si que eran tontos. — Vio a su lacayo caer al correr con una gran velocidad. Este vio a su jefe, antes de decir una palabra fue destruido hasta dejar una mancha roja embarrando las paredes y suelo. — ¡¿qué sucede?! Eso les pasará si no hayan a la niña, ¡la quiero aquí, ahora!

Miedo, eso sentian al presenciar el poder destructivo del don de su jefe, sin ninguna diligencia y oposición por parte del grupo avanzaron a continuar con la búsqueda de ese pequeño "tesoro".

El perder a la niña es un fuerte y alto golpe para sus planes, sin su poder la producción de drogas de aumentos y anulación quedaba estancada. La pérdida de producción al menos se podía recuperar una vez tenga a la niña, lo que más le preocupa es que esa mocosa revele todo lo trabajado.

Puede que no lo parezca pero esa niña era un "monstruo" cuando se trataba de estrategia y retención de información, fue una mala idea el sintetizar koseis de pensamiento rápido en su cuerpo.

Gracias a ello esa niña, de seis años, pensaba como una adolescente. Su razonamiento era rápido y astuto, incluso llegó a mentir y "seducir" para poder escapar.

— esa mocosa podría estar haciendo cualquier artimaña para librarse y limpiar sus huellas.

...

En la casa en la que ambas féminas se escondían, Eri ante la mirada anonadada de la Todoroki observaba como ella, una menor la preparaba el desayuno como si eso fuera lo más sencillo para una joven de su edad.

Ella no podía hallar una explicación lógica para tal acontecimiento hasta que la niña habló.

— mi pensar es mucho más rápido y acelerado que el de un niño, Rei-san. — La voz y tono tomó desprevenida a la peliblanca haciéndola caer de la silla en la cual estaba sentada.

— ¿p-pero qué? ¿qué quieres decir con eso? — La pregunta era más para ella que para la niña en si, pues aún estaba en negación por lo presenciado.

La niña dejó el cucharón sobre la sarten y seco sus manos con un trapo de cocina, quien la viera quién en ese banquillo no parece una niña de seis años de edad. Eri salto y cayó al piso de pie y se acercó a la mujer quien retrocedió un tanto temerosa.

— fui obligada a "madurar". Mi razonamiento se vio alterado por experimentos en mi mente, soy una "entidad" que posee varios poderes y una de ellas es el pensamiento acelerado. — Cerrando sus ojos su cuerpo sufrió una alteración molecular haciéndola desaparecer.

Rei volteo con rapidez y observó a la menor detrás suyo parada con los brazos detrás de su espalda. La peliblanca mayor se paro del suelo y se acercó a la menor quien tenía el rostro agachado con los ojos vidriosos.

— ¿no te gusta tener esa "anomalía", verdad? — Tomó las manos de la niña con mente de adolescente.

— acepte vivir con ella, tiene sus ventajas. Dejé de ser ingenua y aprendí a ser precavida con las cosas. Incluso llegué a... mentir para sobrevivir.

La mujer frunció el ceño al ver el tono quebrado y dubitativo de Eri, daba a entender que escondía algo más. Pero no iba a agobiar a la pobre muchacha.

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