Capítulo 2

675 19 9
                                    

En cuanto me encuentro delante de la puerta de mi casa, lo único que quiero hacer es correr a resguardarme, ¿de qué cosa? No lo sé. Creo que necesito ser sincera con mi madre. Mañana es el día de la elección y no voy a elegir Osadía, por mucho que me gustara la idea de ser una Osada, no lo haré. También me gusta Erudición, me gusta más que Osadía porque mi madre era Erudita, yo leo libros a escondidas, supongo que ella lo sabe, pero no dice nada. Las otras facciones no encajan conmigo, y con decir las otras no me refiero a Sinceridad y Abnegación, también me refiero a Cordialidad. Pero me quedaré en Cordialidad. La prueba de aptitud no para de reonar en mi cabeza y con ella las palabras de mi madre. Y por suepuesto que no la voy a dejar sola, no haría tal cosa. Supongo que ya no importa.



Sigo sin entrar dentro, llevaba estos días mirando a cualquier sitio de esta casa intentando recordarla porque estaba segura de que me iría. Pero mi decisión ya está hecha, y mañana solo queda confirmarla. Por última vez, quiero irme lejos, quiero huir de mi facción, porque la odio y no puedo escapar de ella. Porque ahora mismo me está atrapando.

Abro la puerta y voy a la cocina donde sé que encontraré a mi madre, como siempre, estará haciendo la comida o alguna otra cosa. Y como era de esperar, está sentada en la mesa escribiendo algo en un papel. Al principio me mira extrañada, y hace un amago de levantarse pero la detengo levantando mi mano hacia ella.

—Por favor, dejame huir de aquí por última vez. Necesito salir de aquí antes de quedarme atrapada por siempre. — le ruego con lágrimas cayendo desconsoladamente por mi cara.

Esas son mis últimas palabras antes de volver a salir por la puerta corriendo. Cuando cierro la puerta de un portazo me detengo y me obligo a calmarme. No me pueden ver así. En vez de salir corriendo, camino entre árboles y me imagino la vida que tendré aquí. No de una manera graciosa como antes. Me lo replanteo de una manera seria.

Pierdo la noción del tiempo, no sé cuánto a pasado desde que salí de mi casa. Ahora sólo sé que mis ojos no podrían haberse hinchado más si me hubieran pegado un puñetazo en cada uno en vez de haber estado llorando. Pero aún así, las lágrimas no se van. Y no sé cómo pararlas. Pero lo único que sé es que me queda una vida entera que no quiero vivir por llorar. Y creo que tendré lágrimas suficientes para hacerlo.

SPIN-OFF DE DIVERGENTE: Nueve.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora