Capítulo 26

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Estaba nerviosa porque no sabía quién me iba a ayudar en las simulaciones. Mi instructora dijo que iba a ser alguien a quien yo tendría que ayudar también. Lo único que sé es que va a ser una persona que haya tardado muchísimo. Pero no sé cómo ayudar. ¿Qué se supone que tengo que hacer? ¿Le diré cómo lo tiene que hacer para hacerlo rápido? Necesito dejar de pensar en esto.

Apoyo mi cabeza en el hombro de Byron, queriendo quedarme dormida y así poder olvidarme de todo esto. Al principio no tenía sueño, pero después de unos minutos, sentía como el sueño me atrapaba. Byron sacudió su hombro con suavidad para que no me durmiera, tal y como le había dicho, que en ningún momento del día no me dejara dormir porque estaba muy cansada, mis costillas dolían y... de alguna manera, siempre había dormido para evadir problemas, es como un escudo.

—No te duermas. —dijo riendose, no sé por qué se reía, pero sabía que no era bueno.

—¿Por qué te ríes? Cállate. —dije volviendo a cerrar los ojos. Pero el volvió a insistir. Me incorporé y lo miré a la cara. Y él se estaba riendo.

—¿Sabes que babeas cuando duermes? —dijo riendose aún más, y yo me limpié la boca con la manga, y me reí con él.

—¿Sabes que no me importa? Eres idiota, Byron. —dije dandome la vuelta para irme a los dormitorios. Pero él me agarró del brazo, y me tensé de una manera. Mi mano dolía de lo mucho que apretaba. Él se dió cuenta y la apartó. Me miró a los ojos, y sus ojos no eran los ojos alegres que yo conocía. Eran tristes. Fruncí el ceño e iba a preguntar cuando él se acercó a mi cara.

Notaba su aliento en mi frente. Acercó su cara aún más y posó sus labios sobre mi frente. No estaba esperando eso. Era reconfortante. Me sentía de alguna manera... ¿protegida? Y me derrumbé, sabía que iba a llorar, aunque las lágrimas no habían caído, lo sabía.

Cuando se apartó lo volví a mirar. Byron. Dulce. Encantador. Agresivo. Cariñoso. Atractivo, muy atractivo. Protector. Intenté sonreir pero no pude. Sólo negué con la cabeza y agaché la cabeza. Me sentía avergonzada por mi reacción. Él acerco sus manos a las mías, sin tocarlas y volvió a mirarme, con una mirada cautelosa, como si pidiera permiso. Agarré sus manos suavemente, y cerré los ojos. Queriendo entender qué había pasado antes. Pero sólo negaba con la cabeza.

—Hablaremos más tarde, Arden. No pasa nada. Estas bien. Respira. —dijo intentando tranquilizarme, y lo hizo. Su voz me tranquilizaba. Balanceé nuestras manos asintiendo y me di la vuelta.

Caminé hacia la sala de entrenamiento, qué es dónde se suponía que tenía que ir. Aunque quería irme a dormir. Pero creo que esto es más importante. Caminé con cuidado para que nadie me viera. En el medio de la sala, dónde peleabamos estaba mi instructora y Neus. Horrorosos recuerdos vinieron a mi mente. Notaba el dolor en las costillas, como si siguiera dándome patadas.

Me quedé fuera del centro de la sala, que estaba iluminado por unas luces en el techo. Los miré a los dos y ellos me miraban a mí. Después de unos minutos en un incómodo silencio, nuestra instructora empezo a caminar fuera de la habitación. Nadie dijo nada. Y pasaron los minutos y seguíamos así. Recordé que Byron me estaría esperando, y a pesar de todo el miedo que le tenga a Neus, o el odio que él me tenga. Esto es importante.

—Si vamos a ayudarnos, habrá tres reglas. —dije sin entrar al círculo de luz proveniente de arriba, parece un tragaluz—. Primera, lo haremos en secreto. —dije intentando calmarme. Notaba como mi voz se empezaba a quebrar—. Segunda, no más peleas. —dije con las lágrimas apunto de salir—. Y tercera, —dije negando con la cabeza, recordando cada golpe que él me dió, las lágrimas estaban a punto de desbordarse por mis ojos, él me miraba, ¿con tristeza? Volví a negar mirandole a los ojos—. Por favor, no me toques. No lo hagas.

Sentía la humedad de las lágrimas en mis mejillas y me di la vuelta para ir a los dormitorios. Quería dormir, quería refugiarme de todo. Necesitaba ser fuerte, pero no creía que durara por mucho tiempo. Me sequé las lágrimas como pude y cuando entré en los dormitorios Byron estaba sentado en su cama, jugueteando con sus dedos. Caminé hacia él y cuando oyó pasos levantó la cabeza alarmado.

Su expresión se suavizó al ver que era yo.

Me senté a su lado y no miramos el uno al otro.

—Arden, lo de antes, quería decirte que... para mí está bien. Comprendo que no quieras que te toquen y para mí está bien. Quiero estar contigo. —dijo con esa misma mirada que vi en el comedor, no era tristeza lo que había en sus ojos.

—Oh, no. No te compadezcas de mí. No. —dije con lágrimas en los ojos. No quería que nadie se compadeciese de mí. No quería que él lo hiciera.

Y me rompí. Byron, que intentaba protegerme no se dió cuenta del daño que me estaba haciendo. Esperaba algo diferente y lo que sentí con el simple beso en la frente del comedor me derrumbó. Era tan protector, como si fuera a estar siempre a mi lado.

Negó con la cabeza.

—Estas bien. Respira.

Y con esas palabras resonando en mi cabeza con la misma voz. Su voz. Me quedé dormida en sus brazos. Sin miedo. Sintiendome protegida.

SPIN-OFF DE DIVERGENTE: Nueve.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora