Capítulo 12

75 7 6
                                    

Han pasado dos días desde la pelea, y las enfermeras dicen que no puedo pelear. Eso significa que, después de mis esfuerzos, después de dejarme matar por él. Nada ha valido la pena. Estoy fuera de Osadía.


Estoy sentada en la cama, sentada, pensando en lo que voy a hacer, sé que es una locura y aún así lo voy a hacer. Estoy convencida. Ahora ya no importan los dolores, o los temblores, o los ataques de pánico. Voy a luchar.

Me quito la ropa que me dieron en la enfermería, pantalones, camiseta y calcetines blancos. Empiezo por las piernas, que tienen moretones puntuales, que cada vez que los toco, queman. Me siento idiota por hacer este acto suicida, me van a patear el culo. Intento desechar ese pensamiento y empiezo a quitarme la camiseta, dejando ver la venda alrededor de todo mi tronco, a pesar de que han usado un suero de Erudición, siguen doliendo y dicen que tardarán mucho en curar. Me pongo mi ropa, unos pantalones negros de chandal, que empiezan siendo sueltos en mis muslos y se van haciendo apretados a la vez que van bajando. Lucho con la camiseta que hace que todo mi cuerpo queme al ponermela. Mis zapatos están al lado de la cama, en el suelo, por lo que supone todo un reto para mi intentar siquiera tocarlos, pero consigo recogerlos con gritos ahogados. Camino hasta una mesa en la que está mi reloj y me lo coloco en la muñeca izquierda, hay un espejo colocado al lado del reloj, y me arrepiento de haber mirado, mis ojeras se han vuelto verdes y moradas, al igual que mi mejilla derecha y mi labio tiene un corte. Parezco un cadaver.

Byron ha venido acompañado de todos los nacidos en Osadía todos lo días. Estuvieron aquí esta mañana, según la enfermera, yo seguía dormida. Y creo que ellos no se esperan esto. No esperan que vaya a pelear, pero no voy a dejar la iniciación a un lado y convertirme en una sin facción, perque yo tengo mi oportunidad y no la estoy aprovechando.

Intento caminar con soltura, notando como el dolor se apodera de mi cuerpo, que empieza a notar como mi costado quema, todo quema. Intento calmarme cuando enfermeras pasan a mi lado. No tengo permiso para salir de aquí, y no lo tendré hasta dentro de dos meses. Por lo que me veo obligada a escaparme.

He salido veinte minutos antes de que empiece el entrenamiento porque sé que caminar me llevará tiempo, y de momento han pasado diez minutos y camino más despacio, dolorida. Puede que cuando llegue allí ya esté molida.Entro por la puerta, que siempre está abierta y me dirijo al centro, necesito ver contra quién me toca pelear. Miro quién es y veo que es Kian. Es duro. Me va a costar más de lo que yo creia. ¿Pero he llegado aquí, no? No voy a ser una decepción.

Camino hasta el centro de la sala cuando todas las caras me miran, intento ignorarlas pero están más que sorprendidos. Me coloco en el centro, enfrente de Kian y lo miro. Me ataca y yo me aparto a un lado, como un acto reflejo, como si le tuviera miedo. Pero supongo que eso es bueno, porque cae al suelo y se golpea la cabeza, entonces es cuando empiezo a mover mis piernas doloridas y él empieza a gritar. Me alejo de él porque sé que así me estaba mirando Neus. Y me alejo asustada, no quiero ser un mostruo. Y él se rinde.


Y yo también, porque lo único que recuerdo es desmayarme mientras le gritaba a Neus, dejando que las lágrimas cayeran a chorros por mi cara.

SPIN-OFF DE DIVERGENTE: Nueve.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora