Capítulo 34

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Estaba sentada en mi cama, estaba enfadada con Byron, y él lo estaba conmigo. Salimos de la simulación y él no estaba eliminado, mataron a dos de nuestro grupo cuando Miles y yo nos fuimos. Me sentí culpable por eso, pero sólo por eso.

Miré mi reloj, todos estaban durmiendo ya, ahora tendría que ir a "entrenar" con Neus. Nos quería verle la cara, pero sabía que si no iba, él vendría a por mí.

Me levanté y me encaminé hacia la sala de simulaciones, todo estaba oscuro, no tardé mucho en llegar, me paré delante de la puerta cerrada y simplemente esperé a que nada sucediera. Me quedé quieta pensando en volver a irme y así podría decir que estuve ahí, pero que nadie me abrió la puerta, y me fui.

Pero la puerta se abrió y la luz blanca me cegó por completo, una silueta, la de Neus, estaba parada enfrente de mí. Se echó a un lado y obligué a mis piernas a entrar. La sala estaba iluminada por fluorescentes blancos en el techo. Había dos sillas de dentista una al lado de otra, y un ordenador a la izquierda.

Me quedé quieta en el centro de la sala. Neus cerró la puerta y volvió al ordenador, yo seguí quieta. Volvió su cabeza y me dio una sonrisa tranquilizadora. Por muy buenas que fueran sus intenciones, eso me puso nerviosa.

—¿Estas nervioso? —pregunté con cautela, él empezó a caminar hasta estar frente a mí. Me miró a los ojos, y lo supe. Él estaba asustado, sus ojos lo reflejaban.

—No. —dijo firmemente. Sonreí y empecé a caminar a su alrededor. Quería hacerle sentir lo mismo que él me hizo sentir a mí en la simulación. Era consciente de lo nervioso que estaba, era inofensivo ahora. Me paré delante de él y acerqué mi cara a la suya fingiendo mirar sus ojos.

—Tus ojos no dicen lo mismo. —dije con una sonrisa maliciosa. Él apretó su mandíbula. Volví a dar una vuelta a su alrededor, volviendo a pararme frente a él. Estaba tenso, esto le... ¿molestaba?

Vi que sus manos temblaban. Acerqué mi mano y cogí la suya. Entrelacé mis dedos con los suyos y él hizo lo mismo. Su mano estaba fría, muy fría. Pero no quemaba tanto como en la simulación. Él no me va a hacer daño. Solté su mano y ya no temblaba.

—Tus manos temblaban. —dije sonriendo, no sé porqué estaba nervioso, o asustado. Él volvió a coger mi mano, y ahora sí quemaba. Hice una mueca de dolor y él la apartó.

—Ya no tiemblan, ¿ves? —dijo enseñadome sus dos manos.

—Te odio. —dije mirandole a los ojos. Sus ojos observaban mi expresión.

—No, no me odias. Sólo tienes miedo. —dijo serio. Volví a dar una vuelta alrededor de él, pero esta vez quería verle sintiendo lo que sentí. Me paré delante de él, levanté mi mano y empecé a ir y venir por la línea de su mandíbula. Su mandíbula volvió a tensarse. Aparté mi mano—. No quiero que tengas miedo.

Caminé hasta las sillas de dentista y me senté en una. Él volvió a lo que estaba haciendo en el ordenador. No quería que viera mis miedos, porque él estaba en ellos. Eso me dejaba indefensa delante de él.

—Eres el que más tardó, ¿no? —dije rompiendo el silencio, él me miró y asintió—. ¿Cuánto?

—Dos horas. —dijo escribiendo algo—. ¿Y tú?

—Espera, ¿dos horas? ¿Cómo? ¿Qué pasó? —dije sorprendida, él se encogió de hombros.

—Me paralicé. ¿Cuánto tardaste? —dijo rápidamente para cambiar de tema. Me encogí de hombros, no quería decirlo. Pero sabía que lo tenía que hacer.

—Dos... minutos. —él se acercó a mí y me miró a la cara, estaba sorprendido. Aunque intentara ocultarlo, no era muy bueno haciendo esas cosas. Volví a encogerme de hombros.

Después de cinco minutos de silencio, decidimos ir sólos la primera vez, para que el otro viera como lo haciamos, y luego pudiera dar ideas. Empezaría yo. Estaba sentada en la silla cuando Neus se acercó con la aguja. Hice una mueca de dolor sólo al verla y él sonrió.

—Lo descubrirás tarde o temprano, pero quiero decirlo yo. Estas en mi simulación, eres uno de mis miedos. —dije con palabras atropelladas. Me sentí avergonzada al decirlo. Me sentí mejor cuando no empezó a reirse. Sólo me miraba.

—Está bien. Tú también estás en la mía, Arden. Esta bién. No hay nada malo. —dijo tranquilizandome.

¿Me tenía miedo? No lo entendía. Neus no podía tener miedo de mí. No podía ser posible. Me sentí mal al ver lo que nos hacíamos el unos al otro. Nos estabamos destruyendo.

SPIN-OFF DE DIVERGENTE: Nueve.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora