Capítulo 38

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Todo estaba tal y como yo lo dejé, hecho un desastre. Los papeles que estaba en la mesa (anotaciones que Neus había hecho durante mi simulación), estaban por el suelo, al igual que las gasas, desinfectantes y agujas del armario. Miré a Neus, que seguía respirando muy aceleradamente, sus ojos azules se habían vuelto aún más oscuros, casi negros. Él giró su cabeza para mirarme a los ojos, después de unos minutos empezó a calmarse.

Salí de la habitación, dejandole atrás, sabía que tenía que irme, que el tendría que estar sólo, poder pensar. Tanto él como yo teníamos muchas cosas en las que pensar, necesitabamos tiempo. Iba a volver, no le iba a dejar sólo, sólo esperaría unos minutos antes de volver. Pensé en volver a por comida, sería una buena idea, y sobretodo, una buena excusa, así que fui a por ella. Dado que eran las tres de la madrugada, tuve que infiltrarme en la cocina, seguramente si Charles, el cocinero, me descubriera, no había suficiente terreno en esta ciudad para correr y esconderme.

En cuanto llegué a la cocina, yo y mis patas de pato casi nos matamos, toda la cocina estaba a oscuras y casi caigo de lleno en una cacerola gigante, obviamente, haciendo mucho ruido, pero enseguida encontré la encimera central, y con ella, los armarios a explotar de galletas de chocolate, cogí una caja. No entiendo la obsesión de esta facción por el chocolate, bueno, sí, si la entiendo. Yo era gorda hace unos años. Dejemos eso atrás. Abrí la inmensa nevera, el metal pintado de negro, ¿cómo no? Finalmente cogí dos botellas de agua, ya que, después de diez minutos buscando leche no la encontré. No podía tradar tanto. Empecé a caminar hacia la puerta cuando las luces se encendieron. Iba a correr hasta perder el culo, pero entonces Charles se interpuso entre la puerta y yo, bloqueandome el paso. No lo había visto muchas veces, pero ese pelo rojo era inconfundible, era alto, sus ojos eran azules, como los de Neus, pero los de él eran claros, muy claros. Su cara, pálida al igual que la mía, estaba roja, casi no podías distinguir dónde empezaba su pelo y dónde esta. Di unos pasos hacia atrás, dejando espacio entre nosotros. Escondí las galletas detrás de mí, junto con las botellas. Él se acercó a mí, estaba sonriendo. Era mucho más grande y alto que yo, así que cuando estuvo delante de mí, tuve que mirar hacía arriba para poder verle la cara.

—¿Para quién es la otra botella? —preguntó tranquilo, me pusé nerviosa debido a su repentina tranquilidad, cuando estoy muy nerviosa digo muchas tonterías.

—Para mí, claro, para mí. —lo decía tan rápido que era evidente que estaba mintiendo.

No había hablado con Charles muchas veces, pero siempre gritaba y estaba de mal humor, y eso dice mucho de él, concretamente que me va a gritar y que va a enfadarse, esas son básicamente mis espectativas...

—Sé que Neus y tú... estáis... vamos... juntos... —lo dijo con nerviosismo, los papeles habían cambiado por completo, ahora yo estaba enfadada y él nervioso, no estaba enfadada con él, sino con el gilipollas al que ayudé hacía apenas treita minutos, quería pegarle un puñetazo—. Puedes coger todas la galletas que quieras. —dijo él al ver que había metido la pata, intentando arreglarlo.

A veces se me puede comprar con galletas, pero esta vez no, pienso matarle. Lentamente. Y voy a disfrutar mucho.

Empecé a caminar hacía la puerta, dispuesta a partierle la cara a ese cerdo, ¿!CÓMO SE ATREVE?! ¿!DECIR QUE ESTAMOS SALIENDO?! ¡¡ESTOY SALIENDO CON BYRON!! Si él se entera de esto seguramente me mate, y no quiero que eso pase, él está enfadado conmigo y yo con él, pero no quiero hacerle daño. Antes de abrir la puerta de la sala de simulaciones intento calmarme, no voy a empezar gritando, terminaré gritando, pero ahora no. Cuando la abro Neus está recogiendo los últimos papeles que quedan en el suelo, y anque puede que ahora mismo sea bueno conmigo, yo no seré la que recoja su mierda.

—Neus, supuse que estabas hambriento, —dije sonriendo falsamente— traje galletas. —dije sonriendo aún más.

Él miró las galletas y se acercó a coger la caja. Se la dí y puse su botella de agua encima de la mesa, tenía la mía en mis manos cuando me puse delante de él. Abrí la botella. Él estaba abriendo la caja. Vertí el agua de la botella encima de él, dejandolo totalmente helado, al igual que le agua, literalmente, estaba helada. Empecé a reirme.

—Oh, cariño, supuse que tendrías sed. —dije con dulzura, él sacudía su cabeza e intentaba respirar. Estaba sorprendido, enfadado, helado...

—¿¡QUÉ HACES?! —gritó intentando secar su cara.

—¿¡CREES QUE SOY TONTA?! NO SOY UNA DE TUS PUTAS, ME DAS ASCO, ERES REPUGNANTE. Puedes decir que somos novios y todo lo que tu quieras, ¿¡PERO CREER QUE SALDRÍAS ILESO DE ESTA?! ¡ERES MÁS ESTÚPIDO DE LO QUE CREÍA! —dije gritando aún más alto. Él me miraba con odio, mucho odio. Por un momento sentí miedo, pero estaba demasiado enfadada como para sentir miedo.

—¿Y que quería que dijera? —dijo acercándose a sólo unos pocos centímetros de mi cara. No gritaba. Lo decía lentamente, era más amenazador ahora que cuando estaba gritando. Dí un paso hacia atrás y él lo dio hacia delante—. Lo que estamos haciendo está prohibido, ¿que si había más excusas? Sí, pero esta era la más fácil de contar y la más fácil de creer. Y ahora vienes tú, con la moral herida, creeme cuando te digo que desearías ser mi novia. Déja de hacerte la niña, los dos sabemos que lo puedes hacer mejor.

Sus ojos eran muy amenazadores y él tono de su voz no mejoraba nada. Me sentía herida por lo que había dicho, no soy ninguna niña. No querría salir con él ni en mil años, lo odio.

Todo pasó muy rápido. Lo único que recuerdo son sus ojos. Acercándose. OH DIOS. ME BESÓ. NEUS ME ESTÁ BESANDO. Sus labios se movían deprisa y con experiencia, de una manera cálida. Nos separamos cuando el aire en nuestros pulmones se volvió inexsistente. Sus ojos mirándome. Dios, me acaba de besar. Lo miré con odio. No tendría que haber hecho eso. Lo va a pagar muy caro.

Volvió a acercar su cara a la mía, olía a menta, miel y jabón... todo olía a eso. Sus ojos examinaban mi cara. Acercó su boca a mi oreja, y cuando habló, noté su aliento, era cálido.

—Dije que podría besarte, dije que ni siquiera te moverías y eso ha pasado. —volvió a mirarme a la cara y posó un casto beso en mis labios.

Juro que iba a pegarle un puñetazo. Lo juro. Empezó a caminar hacia la puerta. Tenía que hacer algo. No soy una puta, no me va a besar nunca más.

—Neus... —dije rápidamente para que él esperara, se dió la vuelta y me miró con aburrimiento—. Vuelve a besarme, y te juro que mi puño acabará en tu garanta.

Le sonreía cuando él lo hizo y se fue. Dios, este día no pudo ser peor.

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⏰ Última actualización: Aug 18, 2015 ⏰

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