El siglo XVI, la edad de oro de la piratería.
Los mares del Sudeste Asiático están gobernados por piratas que establecen sus propias leyes. La competencia es feroz entre ellos, todos quieren dominar los mares y océanos, mientras buscan hacer temer s...
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La admiración de Felix fue interrumpida cuando una voz firme resonó en la habitación. "¿Qué demonios crees que estás haciendo aquí?", la figura que se encontraba al otro lado del dormitorio era un chico rubio, con una expresión de molestia en el rostro.
Felix se puso rígido, sintiendo la intensidad de la mirada del chico que parecía custodiar celosamente el tesoro acumulado. "Lo siento, no quería molestar. Solo estaba curioseando", murmuró, tratando de justificar su presencia en ese santuario de tesoros.
El chico, en lugar de explotar en ira, lo miró con un deje de intriga. "Curiosear, ¿eh?" Dijo mientras se acercaba a Felix, su mirada evaluadora recorriendo al joven prisionero. "Pareces muy valiente, niño".
Felix, aún aturdido por la situación, no sabía qué esperar. "¿Valiente? Solo estaba... buscando algo", titubeó, sin revelar completamente su verdadera razón para adentrarse en el lugar prohibido.
El chico rubio se acercó más, y su expresión pasó de la molestia a una mezcla de sospecha y curiosidad. "No creo que simplemente estuvieras buscando algo", dijo con una sonrisa astuta. "¿Tal vez esperabas hacerte con algo de nuestro botín?".
Felix negó con la cabeza rápidamente. "No, no es eso. Solo me perdí, y... bueno, estaba tratando de encontrar la salida". Sus palabras sonaban débiles incluso a sus propios oídos, pero intentaba mantener cierta compostura frente al chico desconocido.
La expresión del chico se endureció mientras cruzaba los brazos. "No creo en historias tan convenientes. Hay algo diferente en ti, algo que no encaja con la típica ralea que suele andar por aquí".
Felix, consciente de que su vida pendía de un hilo en ese momento, intentó calmar la tensión. "Mira, no quiero problemas. Solo quiero volver a hacer mis deberes y dejar todo esto atrás", dijo, señalando hacia la puerta.
El chico rubio sonrió con burla. "Claro que volverás, pero antes, creo que deberíamos aclarar algunas cosas". Sin previo aviso, agarró a Felix del brazo y lo arrastró hacia una esquina del dormitorio, alejándolo de la salida.
La adrenalina recorría el cuerpo de Felix mientras se debatía por liberarse, pero la fuerza del chico desconocido era sorprendentemente firme. En un instante, se encontró acorralado dentro del área de los tesoros.
El chico rubio lo miró fijamente. "Dime la verdad. ¿Por qué estás realmente aquí?"
Felix, con la espalda contra los tesoros brillantes, tragó saliva. "Te lo juro, no estaba tratando de robar nada. Solo... me perdí y entré aquí sin darme cuenta".
El chico pareció considerar las palabras de Felix por un momento, pero su expresión no mostraba señales de ceder. "No confío en los extraños, y mucho menos en alguien que parece haber aparecido de la nada en nuestro barco".
Felix, notando que su vida pendía de un hilo, decidió revelar un poco más. "Mira, no era mi intención estar en este barco. Fui arrastrado aquí por órdenes del capitán Hwang. No estoy buscando robar nada. Solo quiero volver a casa".
