El siglo XVI, la edad de oro de la piratería.
Los mares del Sudeste Asiático están gobernados por piratas que establecen sus propias leyes. La competencia es feroz entre ellos, todos quieren dominar los mares y océanos, mientras buscan hacer temer s...
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El sol apenas empezaba a iluminar el horizonte cuando la tripulación se reunió para el desayuno. El ambiente era tranquilo, solo el sonido de las olas rompiendo suavemente contra el casco del barco rompía el silencio de la mañana. El aroma a pan recién horneado y café llenaba el aire, mientras todos compartían la primera comida del día. Hyunjin y Felix se sentaron juntos, como de costumbre, pero esta vez había algo diferente en la mirada de Hyunjin.
Después de unos minutos de conversación ligera, Hyunjin miró a Felix con una sonrisa y le preguntó: "¿Recuerdas lo que te dije hace un tiempo? Que te necesitaba que me acompañaras a explorar un lugar"
Felix asintió, sus pecas resaltando bajo la luz tenue. "Claro que sí, lo recuerdo."
Hyunjin se levantó, dándole una palmada amistosa en la espalda. "Pues hoy es ese día. Ve arriba y empaca algunas cosas, es hora de esa excursión. Además, creo que me debes un favor." Felix sonrió, sintiendo la emoción burbujeando dentro de él. Se levantó rápidamente y salió del comedor, dejando atrás el bullicio de la tripulación, y se dirigió a su habitación.
Al llegar, se encontró con el espacio familiar, donde cada objeto tenía su lugar. Abrió su pequeño baúl y sacó un bolso de cuero desgastado. Comenzó a empacar las cosas que creía necesarias para la excursión: una cantimplora de agua, un pequeño cuchillo, una manta liviana por si el clima cambiaba, y un par de frutas que había guardado para más tarde. Sin pensar demasiado, sus manos encontraron un viejo pergamino, el mismo que había encontrado el primer día que se unió a la tripulación. Sin darse cuenta, lo metió en el bolso junto con los otros objetos.
Con todo listo, se colgó el bolso al hombro y salió de la habitación. Al bajar las escaleras, vio a Hyunjin esperándolo junto a la puerta de salida. Hyunjin también llevaba un bolso y sonreía, visiblemente contento al ver a Felix bajar.
"¿Listo?" preguntó Hyunjin con una chispa de emoción en sus ojos.
"Sí, listo," respondió Felix, aunque una pequeña preocupación lo hizo fruncir el ceño. "¿Estás seguro de que está bien que vayamos solos? ¿Avisaste a alguien?"
Hyunjin asintió, relajado. "Sí, le comenté a Minho que se hiciera cargo mientras estamos fuera. Dijo que estaba bien."
Felix asintió lentamente, aceptando la respuesta, pero antes de que pudiera terminar de decir, "Está bien, entonces..." Hyunjin lo interrumpió con un gesto inesperado. Se inclinó hacia él y le plantó un suave beso en la mejilla, lo que hizo que el menor se quedara inmóvil por un segundo, sorprendido y, de inmediato, sonrojado.
"No tienes que preocuparte por nada," dijo Hyunjin con una voz cálida y tranquilizadora. "Estamos aquí para relajarnos."
Felix, aún sintiendo el calor en sus mejillas, asintió, intentando calmar el torbellino de emociones que había despertado en él ese gesto inesperado. Antes de que pudiera decir algo más, Hyunjin tomó su mano con naturalidad y comenzaron a caminar juntos fuera de la mansión. Felix caminaba en silencio, completamente sonrojado, mientras Hyunjin, con una expresión radiante, parecía más feliz que nunca.
