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La oscuridad de la noche envolvía la isla perdida, un lugar donde la vegetación exuberante y los acantilados escarpados eran testigos silenciosos de los secretos ocultos en sus entrañas

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La oscuridad de la noche envolvía la isla perdida, un lugar donde la vegetación exuberante y los acantilados escarpados eran testigos silenciosos de los secretos ocultos en sus entrañas. La luna apenas iluminaba el paisaje, pero eso no era un problema para los Ateez, la temible tripulación inmortal que acababa de llegar a sus costas.

Wooyoung caminaba con pasos pesados por la arena negra de la isla. En su mano, sostenía con fuerza la brújula y el mapa que había logrado arrebatarle a Hyunjin, pero por mucho que los mirara, no lograba descifrar cómo funcionaban juntos. Se detuvo al pie de un acantilado, bajo la luz parpadeante de una antorcha que llevaba uno de sus hombres, y suspiró con frustración.

A pesar de ser un capitán astuto y calculador, Wooyoung se encontraba atrapado en un enigma que su inteligencia no podía resolver. Sostuvo la brújula frente a sus ojos, observando cómo la aguja giraba sin rumbo fijo, como si se burlara de él. "Maldita sea," murmuró, apretando los dientes. "Cómo demonios lograste hacer funcionar esto, Hyunjin…"

Con un movimiento brusco, se quitó su sombrero y dejó caer la brújula en la arena, llevándose las manos a los cabellos en un gesto de desesperación. Sentía cómo la frustración se acumulaba en su pecho, ardiendo como el fuego que lo había consumido desde el momento en que Hyunjin le robó su gloria.

"¡Imposible!" exclamó, su voz resonando en la oscuridad. "Ese mocoso siempre fue más listo de lo que parecía… pero, ¿más listo que toda mi tripulación?"

Wooyoung no podía dejar de recordar que Hyunjin había sido parte de su tripulación años atrás. Un joven prometedor, pero inexperto, que había observado y aprendido en silencio. Ahora, ese mismo joven lo había superado, burlándose de él desde lejos, usando su propio conocimiento contra él.

"Capitán," la voz de San, uno de sus hombres más leales, lo sacó de sus pensamientos. "¿Qué haremos ahora?"

Wooyoung lo miró con ojos encendidos de furia y frustración. "Primero encontraremos el modo de hacer que esta maldita brújula funcione," dijo con un tono sombrío. "Hyunjin puede haberme robado la ventaja, pero no tendrá la última palabra. Encontraremos el tesoro, y cuando lo hagamos… él pagará por todo."

San asintió, sabiendo que era mejor no decir nada más cuando Wooyoung estaba en ese estado. Los demás miembros de la tripulación se mantuvieron en silencio, esperando las órdenes de su capitán. Todos eran conscientes de que su inmortalidad no les daba la invulnerabilidad ante el ingenio de sus enemigos, y sabían que debían estar preparados para lo que viniera.

"Quizás no todo esté perdido," murmuró para sí mismo, un destello de esperanza brillando en su mirada oscura. "Hyunjin, no soy el único que aprendió algo nuevo en estos años. Voy a descifrarlo, y cuando lo haga, el tesoro será mío. Y entonces, mi querido niño… la caza comenzará."

Con renovada determinación, Wooyoung levantó la brújula de la arena y la observó bajo la luz de la luna, jurando que no descansaría hasta que el tesoro de la Isla Perdida estuviera en sus manos. La noche era su aliada, y su inmortalidad, su más grande arma. Hyunjin tal vez había ganado esta ronda, pero Wooyoung no tenía intención de perder la guerra.

Welcome to heaven (LALALALA Ver.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora