El Embarcadero.

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-. ¿ Que vas a hacer ahora, Amanda?.

-. No lo sé. Pero estoy muy cachonda. Esa niña…  Laika…  y tú que eres un cabrón. Me habéis puesto a mil.

Amanda se quita los guantes de cuero y los tira en un cubo que está repleto de artículos fetichistas sucios. Me mira con detenimiento y se acerca a mi despacio. Me acaricia la polla sobre la tela del pantalón…

-. Te voy a joder. Nos queda media hora antes de nuestra cita en la sala oscura. Quiero que entres en esa sala peor de lo que estabas cuando has llegado a solas la primera vez a la cama redonda, mucho peor.

-. No va a ser difícil. Estoy ya más cachondo que entonces. Lo estoy empezando a pasar mal de necesidad…

-. Y peor que vas a estar. He visto a Nina sacarte ese orgasmo. Ella es una terminadora. Le excita sentir el orgasmo de los demás, pero sin perder el tiempo. Contigo ha tardado segundos y eso le ha encantado.

-. La conoces también…

-. Nina trabaja para mí. Yo la invité a su primera fiesta. Ahora vamos a hacer algo que te interesa y que me ayudará mucho a mi.

Sigo a Amanda por un pasillo hasta el embarcadero. Allí ella habla con una terapeuta unos segundos. Después se quita la prenda de látex y se exhibe para mí. Me dice frases cortas a la vez que con su cuerpo se insinúa más y más. De espaldas a mi se abre los pequeños y duros glúteos y dice “ ¿te gusta mi culo? ¿ Quieres follártelo?”. De frente hace lo mismo acariciándose el clitorix y pronuncia “ pues antes deberás comerme el coño hasta que yo te lo diga”. Más tarde me ordena desnudarme y mientras lo hago se sienta en una de las sillas de colores. La terapeuta se pone a su lado y empieza a susurrar algo a su oído. Es joven pero no demasiado, sobre treinta y cinco años. Delgada pero bajo la ropa blanca se ven unas caderas generosas y dos pechos poderosos. Ella, a la vez que susurra a Amanda le está acariciando el coño. Amanda me ordena acercarme y me pongo al otro lado de donde está la chica de blanco. Mientras esa chica empieza a intruducir los dedos en el coño de Amanda ella me ordena lamerla los pezones, besar su boca, acariciar los lóbulos de sus orejas. La terapeuta me ordena poner una mano en el coño de Amanda. Yo miro a Amanda y ella me dice que voy a aprender mucho más hoy…  Pongo la mano y la chica de blanco me indica como debo hacerlo, dos dedos dentro y buscar las glándulas Skene, esa zona rugosa. El punto G. Lo hago. Amanda se retuerce de placer. La terapeuta coge de su carrito un artilugio. Es largo con una pequeña bola en el extremo. Lo enciende y me lo pasa. Me ordena meterlo y  me explica como debo hacerlo. Delante de Amanda dos personas, hombre y mujer han puesto sus sillas y miran con ansiedad el coño de Amanda como si de ese coño fuera a nacer un hijo suyo. Amanda suda, gime…  tiembla. La terapeuta frota cuatro dedos muy fuerte en el clitorix de Amanda. Segundos después me ordena sacar el vibrador muy rápido. El grito de Amanda coincide con una expulsión masiva. El chorro sale tan fuerte que salpica hasta la pared opuesta. Las dos personas de las sillas se han bañado casi por completo. Han sido tres chorros abundantes y potentes, pero la chica me ordena volver a meter el vibrador. Cuando lo hago ella sube la intensidad del aparato al máximo. Amanda tiene el vientre tan apretado que se le empiezan a hinchar las venas. Son unos segundos, veinte o treinta antes de que me ordene volver a sacarlo. Ella no ha dejado de frotar esos cuatro dedos en el clitorix de Amanda. Otra explosión. No tan abundante ni potente como la primera, pero casi. Las dos personas de enfrente se limpian las caras y el pelo con los dedos y después los chupan.

Amanda ha tenido al final cuatro squirts seguidos, el último apenas me ha empapado la mano y el antebrazo porque no me ha dado tiempo a retirarlo. Después se ha quedado tumbada en la silla un instante. La chica de blanco me ha propuesto a mi sentarme y su cara decía que deseaba profundamente que lo hiciera. Me miraba la polla mientras me lo proponía y su sonrisa era un verso muy erotico. No podía estar fingiendo tan bien las ganas que tenía de hacerme lo mismo a mí. Tampoco podía disimular que estaba cachonda, al menos tanto como yo. Amanda ha roto el hechizo negando esa posibilidad. Cuando se ha levantado de la silla, dos mujeres vestidas de azul habían fregado el suelo y limpiaban las sillas que habían estado delante de ella. Los dos que las habían ocupado se limpiaban el uno al otro con la lengua en una esquina. Amanda y yo hemos caminado por el pasillo despacio, charlando, y nos hemos cruzado con Carlos que iba hacia la puerta de salida vestido con pantalones y camisa negros. Amanda se ha parado delante de una puerta y yo me fijo que en todo este pasillo solo hay dos en la mano derecha, muy separadas la una de la otra. Donde estamos nosotros no hay movimiento, pero de la otra puerta se ve salir gente cada poco tiempo, todos desnudos a excepción de las mascaras. Una de las personas que sale en un momento dado es Ana, la bebedora se orgasmos y Amanda hace un comentario respecto a ella.

-. Ana sale contenta hoy. Habrá sido una hora muy productiva. 

Cama Redonda. +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora