La Casa. Amanda, Julia y Eva.

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Al llegar a la casa veo que las puertas del garage están abiertas y entro, aparcando el coche mío al lado de un Mercedes coupe negro. Al oírme, Laura sale de la habitación de al lado, cerrando la puerta detrás de ella y se acerca a mí. Esa sonrisa es mi piedra filosofal. Los dos nos abrazamos rápidamente y nos besamos con fulgor. Hablamos unas pocas frases para decirnos las ganas que teníamos de vernos, pero enseguida ella me invita para que subamos a comer, porque se están enfriando las pizzas que ha pedido. Subimos directamente a la cocina, que directamente me prepara y me condiciona ante el resto de cambios que voy a ver en la casa, porque esta cocina, a pesar de que mantiene la mayoría de los muebles que ya había antes, es completamente distinta. La parte alta de las paredes es de otro color más cálido en tonos arena, al que había cuando estuve, en la pared del fondo hay un jardín vertical natural, precioso y todo está lleno de detalles, de útiles de cocina y de abalorios y adornos decorativos. El resultado es completamente sorprendente y además creo que si no tengo en cuenta la mano de obra, no habrá salido muy caro, porque a pesar del gusto con el que está todo coordinado y conjuntado, reconozco muchos elementos porque algunos, los tengo en mi apartamento y los compré en una gran cadena sueca de muebles. Pero sobre la encimera más grande, hay dos cajas de pizza que empezamos a repartir, de pie, entre los dos acompañándolo con agua. Hablamos de la decoración de la cocina y Laura me cuenta que en su empresa original, la que montó aquí hace unos años, ha trabajado con otra que se dedica precisamente a eso, a coger una casa desnuda y vestirla de arriba abajo, ajustando el precio a un presupuesto y que la confianza que hizo con el dueño le ha facilitado que casi todo, esté ya montado. Laura me dice que las chicas, así ha llamado a Julia y a Eva, llegarán enseguida y me apura para que terminemos de comer rápido y así poder enseñarme toda la casa. Y lo hacemos.

La verdad es que no tengo palabras para describir el cambio que ha pegado la casa en tan poco tiempo. La única vez que estuve hace cinco días, la casa estaba a medio amueblar. Es cierto que lo más importante para poder vivir en ella estaba ya; camas, cocina, los baños montados, etc…  Pero era una casa recién terminada, sin vida. A pesar de que lleva unos cinco o seis años terminada, nadie más había vivido aquí y la promotora mantenía los jardines y el resto para que no se devaluase, pero nunca había tenido de  propietarios, una familia viviendo. Ahora tiene de todo como si ayer mismo una familia completa la hubiera habitado. Hay hasta pasta dental, gel, champú y papel en los baños. En la habitación principal hay dos vestidores individuales y uno de ellos está repleto de ropa de mujer. Evidentemente, es el de ella y mis dudas me vuelven a sobresaltar. ¿ Ocupará alguna vez el otro vestidor mi ropa?.

Laura me pide que entre en el primero y al fondo, después de toda una colección de ropa variada de mujer, hay en una percha, un artículo de cuero negro sobre unas botas, que yo ya he visto en una foto. Hay otra percha al lado de la que cuelga una bolsa de plástico que oculta lo que guarda. Seguramente la ropa de Julia para la fiesta. No se me escapa el detalle de que Laura incluso ha salivado al verlo y enseñármelo. Su voz ha ganado intensidad y profundidad. Las pocas palabras que ha dicho, han devuelto la vida a Amanda.

-. Joder. Estoy ansiosa por la fiesta de mañana. Tengo tantísimas ganas…

Mi mundo se ha hecho pequeño. Muy, muy pequeño. La fiesta de mañana para Laura, perdón, para Amanda solo tiene dos polos magnéticos. Laika y Julia. He sabido, por las indirectas que Laura me ha ido dejando, que este año también va a adoptar a Laika de perra para la fiesta y sé, porque hasta he estado presente en algunas de sus conversaciones para prepararlo y pactar algunas técnicas a usar, que Julia se va a someter a los martirios de Amanda.

Yo tengo unos sentimientos muy encontrados al respecto y trato todo el tiempo de retraerme a la fiesta del año pasado y a lo que viví cerca de Amanda al principio de aquella fiesta, cuando ella aún estaba por su parte y yo por la mía. Cada vez que me cruzaba con Amanda y hablaba con ella podía sentir fácilmente su excitación y el nivel de placer que le brindaba hacer lo que hacía. Recuerdo su cara cuando estiró del rabo de la perra y como esa fuerza hizo que se fuera tensando el collar que la ataba al suelo hasta casi ahogarla. Como su cara se iba poniendo más y más roja y la cara de Amanda ganaba en nivel de placer con eso. Eso me gustaba mucho a mí, porque lo que más deseaba yo también era el placer de Laura, de Amanda. Pero, ¿ lo podré soportar de igual forma este año? Y ¿ si a Amanda le apetece o se ve en una situación en la que tenga sexo con más personas?. Quiero decir, y ¿ si en un momento dado voy a la zona BSDM y encuentro a uno o varios hombres follando con ella?. No tengo ni idea de lo que voy a sentir, de lo que podría sentir si eso ocurre, pero empiezo a darme cuenta de que hay algo nuevo completamente, en mis razonamientos. Cada vez cabe más en ellos que quizá, si siento esa excitación y ese placer en ella, hasta pueda gustarme verla disfrutar así.

Amanda me saca de mis pensamientos con una petición. Me pide que la siga hasta entrar en el otro vestidor. Al fondo, en el mismo sitio en el que en el de ella, estaba la “ ropa” para la fiesta, hay un traje negro. Pantalón, camisa, chaqueta, corbata y zapatos. Todo negro.

-. Ayer estuvo Jaime aquí y trajo esto para ti. Me dijo que cree que estarás más a gusto entero de negro y le apetecía regalarte algo para que sepas que entre él y tú, no debe de haber rencor ni celos.

La voz dura de Amanda, me golpea como un mazazo en la base del cráneo. Jaime estuvo ayer aquí. Ella no me lo había dicho antes. Puede hasta que follaran juntos y yo ni me habría enterado. Otra vez los malditos recuerdos de aquella noche. Esta vez de cuando fui a casa de ellos a buscar a Laura y supe al instante de que acababan de follar. Y claro, mi maldita imaginación que hasta reprodujo cada instante de aquel polvo por la cara de satisfacción que tenían los dos en ese momento y que yo reconocí al instante, a pesar de que a él jamás le había visto antes y a ella, solo unos minutos . Joder si hasta podía ver en mi mente el coño de Laura recién atendido por las delicadas manos de él…

Estoy empezando a preocuparme mucho porque estoy viviendo un puto tobogán de emociones y aún me queda muchísimo que aprender de esta vida. Lo juro. En este momento lo juro y no es algo que yo haga habitualmente. Si ella no fuera Laura y yo no sentiría tantísima necesidad de estar con ella, saldría corriendo ahora mismo de esta casa.

Y de pronto, sin esperármelo, mientras estoy mirando el traje que el anterior amante de la mujer a la que quiero me ha regalado, zas, otro bombazo en mi cabeza. Amanda se acerca a mí, casi sin que yo la haya notado hacerlo y mete en mi boca su lengua para besarme como solo ella besa, a la vez que me acaricia la polla a través de la ropa. Y entonces una luz, un destello de clarividencia. Amo a Laura. Pero es Amanda la mujer que enciende con más intensidad mis fantasías más pornográficas. Este beso es idéntico al que me dio en mitad del bar aquel día. Aquel beso durante el que me sacó la polla de los pantalones y empezó a masturbarme, justo antes de felicitarme. Con todo esto, ni me había acordado de que el domingo hago los años… Amanda sí que se acuerda porque me felicita con antelación esa efemérides. Llaman a la puerta. Son las chicas. Amanda me dice que vaya a abrir la puerta y que ella se unirá enseguida.

Cuando llego a la puerta principal a abrir lo que me encuentro es una postal de felicidad. Eva y Julia están abrazadas, riéndose a carcajadas de algo y cuando abro se lanzan a saludarme con dos besos cada una. Las dos llevan ropa muy veraniega y colorida, Eva con pantalones short y camiseta de tirantes y Julia con un vestido cortito y vaporoso de gran escote por delante y por la espalda. Rápidamente, pasan al interior de la casa y empiezan a contarme algo que acaba de pasarlas con el taxista que las ha traído desde el aeropuerto a aquí y en ese momento se une a nosotros Amanda. Porque nada más verla venir andando, no me quedan dudas de que aún es Amanda. Eva está muy cerca de mi sujetándome la mano con la suya y pidiéndome que las enseñe la casa en ese momento, pero cuando Julia ve a Amanda cambia su actitud al instante, adoptando una postura más rígida y sobre todo un gesto en la cara más serio. Amanda eleva una mano hacia ellas, que no dudan en besar con mucho respeto y seriedad.

Después de un breve tour por la casa para enseñársela, vamos a la cocina para ofrecerles algo de beber a las chicas. Las dos han pedido agua así que todos tomamos un vaso de agua fresca y entonces Eva le dice a Amanda que quiere ver la sala. Amanda se ha quedado quieta mirando fijamente a los ojos de Eva y después la ha acariciado la cara en un extraño gesto. La sensualidad en los ojos de Amanda ha empezado a ponernos nerviosos a todos al instante y hemos empezado a bajar al sótano siguiendo los pasos de Amanda.

Al llegar abajo ha abierto la puerta, que ahora tiene una cerradura electrónica que se abre por reconocimiento dactilar y nos ha cedido el paso a los demás. Primero ha pasado Eva y tras ella Julia, detrás de la que lo he hecho yo. La verdad es que me he quedado de piedra al ver la sala. Parece muchísimo más pequeña de lo que era cuándo solo había una mesa de billar en el centro. Ahora todo el suelo está cubierto de una moqueta negra de pelo corto y tacto suave, pero las paredes son rojas y el techo también negro en su mayoría, aunque hay algunas zonas más bajas rojas, alguna luminaria artificial y otras zonas grandes de espejo. La mesa de billar sigue en el centro de la sala, pero ahora el tapiz es del mismo rojo que las paredes. Han desaparecido de la vista las bolas, no los tacos, pero además, creo que ya no se va a jugar al billar en esa mesa, porque hay varias abrazaderas y anillas colocadas en la mesa. También hay flores naturales, rojas y blancas sobre el billar. Yo empiezo a observar el resto del mobiliario sin ser consciente si tengo la boca abierta de par en par o no, pero lo que estoy seguro es que no podría disimular mi asombro por todo lo que veo. Hay algún mueble con aspecto de ser muy antiguo que parece más convencional; un aparador, un armario, algunas sillas y una mesa…  pero la mayoría son dignos del catálogo que vi ayer. En una de las paredes del fondo hay un aspa enorme de madera con abrazaderas de metal en las puntas y remaches que adornan las vigas. Cerca del billar hay una cuerda gruesa que cuelga del techo y al lado del extremo que cae hasta el suelo, una especie de carrito lleno de cuerdas de cáñamo más finas que la que sube hasta una polea que hay fijada arriba. Amanda se coloca a mi lado y me susurra con voz quebrada de pura excitación :
-. ¿ Te gusta?. Me he dejado las pestañas para que quedara algo digno, pero si tu crees que falta algo, solo has de decírmelo.

Cama Redonda. +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora