El hotel Hilton.

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Esta noche apenas he dormido pensando en lo que ha podido maquinar ella para esa cita. Desde el día que volví a verla he estado excitado y ya ni masturbándome consigo relajarme. Hasta he pensado en llamar a Blanca y pedirla por favor que rebajase por todos los medios mi deseo y mi excitación, pero después pensé que igual eso empeoraba más las cosas. Al mediodía me he vuelto a meter a la ducha con la cuchilla de afeitar. Hace casi un año que no me depilo y mientras lo hacía he recordado como fue esa última vez.

Apenas conocía a Laura, pero me masturbé en la ducha pensando en ella. Y vuelvo a hacerlo. Aquella otra vez en mi cabeza solo estaba la imagen del culo de Laura. Hoy mi mente está llena de situaciones, casi todas ellas ocurridas en aquella lejana fiesta. Cuando salgo de la ducha y me pongo un bóxer de Michael Korrs blanco, pienso en qué ropa ponerme.

No dudo demasiado y vuelvo a ponerme el mismo traje que la última vez, a pesar de que ahora tengo aquí más ropa donde poder elegir. También me peino con calma, porque ahora llevo el pelo más largo. A las cuatro de la tarde estoy preparado ya. Esta vez no hay un mensaje de Laura para interesarse si voy a acudir a la cita. Espero impaciente unos minutos para no llegar demasiado pronto, pero aun así, salgo del apartamento con mucho tiempo de sobra. Cojo un taxi y le doy la dirección. Le pido al taxista que pare bastante antes de llegar al hotel, porque es demasiado pronto y decido caminar para que el tiempo transcurra despacio.

En mi cabeza trato de imaginar una y otra vez como será de nuevo el sexo con Laura. Entro en el bar del hotel a las cinco menos cinco pasadas. Intento estudiar todo el entorno, nada más entrar, pero es un local grande, lleno de diferentes zonas, donde no poca gente está en grupos pequeños o parejas charlando tranquilamente. Hay una música de fondo muy tranquila y elegante. La temperatura también es agradable. Busco con la mirada a Laura a medida que camino hacia la barra sin encontrarla, pero justo antes de llegar veo algo impresionante.

No es Laura, pero en la barra de espaldas a mí hay una mujer con tacones de aguja y un pantalón blanco tan justo que parecen unas mallas. Lleva un top también blanco que deja ver casi completa su espalda bronceada, a excepción de unos delicados cordones de tela blancos que atan el top a la espalda. Mide más de metro ochenta con los tacones y tiene el pelo oscuro, largo y ondulado. Yo me fijo en la gente del bar, sin duda esa mujer está atrayendo todas las miradas de clientes y camareros. La mía también, y me fijo más detenidamente en ese culo precioso a la vez que sigo acercándome a ella.

Ese culo precioso es más que una imagen para mí, es la llave de mi memoria. Lo recuerdo perfectamente, pero la última vez que lo vi, no llevaba pantalón blanco. No llevaba nada. Ese culo se alejaba de mí, al lado de otro, también precioso, el de Julia. Pronuncio su nombre cuando llego detrás de ella…

–Eva. ¿ Qué haces tu aquí?.

–Aitor!!! Qué ganas tenía de que llegaras.

Eva se da la vuelta con una sonrisa nerviosa en la cara y se abraza a mí, con fuerza.

–Pero, ¿ cómo que qué hago aquí?. Tu mensaje decía que querías verme hoy a las cinco en este bar para hablar de la fiesta.

–Entiendo…

Nada más decirlo Eva, he descubierto el juego de Laura. Ha querido provocar mis fantasías para demostrarme algo con ello. Que a su lado podré disfrutar de esas fantasías y que deberé respetar que Laura cumpla las suyas. Creo que esto es una invitación formal. Una invitación a que yo hoy, tenga sexo con Eva. Solo puedo mirar a Eva sin apenas poder contenerme.

Sus ojos verdes desprenden felicidad y el top por delante deja ver casi tanta piel dorada como por la espalda. Sus pechos redondos y firmes apenas son ocultados en parte, por un trozo de tela blanca. Sus pezones se marcan poderosamente en esa tela.

Cama Redonda. +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora