Atado completamente, follado sin piedad.

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-. Estoy alucinando. Está preciosa la sala. No tengo palabras…

-. Y ¿ ganas?. ¿ Te dan ganas de probar algo de lo que ves, querido?.

No sé bien lo que es, lo que me ocurre, pero sí que tengo ganas. Ganas de sexo. Ahora mismo me daría igual que zona de la sala experimentar, exprimir.. Y en qué papel… Le dedico dos segundos a mirar a Julia y a Eva. Eva tiene una sonrisa mientras examina cada objeto de la sala. Julia está seria con la cabeza baja y mirándose los pies. Amanda también ha visto a Julia y se acerca a ella después de hablarme.

-. Tengo que hablar con esta zorra un momento. ¿ Podrás entretener a la otra perra mientras observáis todo mejor?.

Eva me ha mirado al oír las palabras de Amanda y se ha acercado más a mí, como si tuviera miedo de ella. Amanda le ha ordenado a Julia seguirla y se han acercado a una mesa que hay en una de las esquinas y ha empezado a explicar detalladamente las torturas para las que está diseñado ese mueble. Eva y yo hemos empezado a caminar, recorriendo toda la sala, riendo o comentando con gracia cada cosa que nos llama la atención. Al llegar a uno de los armarios que hay contra una de las paredes, he estirado del tirador que abría el cajón superior de cuatro que hay en la parte inferior del mueble, no muy altos, de unos diez centímetros, pero de más de un metro de ancho. En su interior hay una colección completa de vibradores, tapones y balas. Está todo muy cuidado y con mucho detalle, hasta el punto que el fondo del cajón es de esa espuma dura, forrada de terciopelo rojo y tiene tallada la forma de cada artículo que hay en el cajón. Yo instintivamente he cogido un vibrador con forma de pene. Es más, hasta se parece al mío propio en forma, tamaño y color, y se lo he enseñado a Eva con una sonrisa torcida en la boca y mi cara más insinuadora. En el cajón ha quedado el vacío de este juguete bien marcado por la huella que hace la espuma y que indica cuál es su lugar preciso de almacenamiento. Eva sin embargo, ha cogido una bala. Un vibrador diminuto cromado con forma de proyectil y directamente lo ha encendido y lo ha acercado a su sexo, después de comprobar la increíble potencia de vibración a pesar del tamaño limitado que tiene. La mirada que Eva me ha dedicado, superaba mil millas a la que le he dedicado yo en intensidad, en insinuación y sobre todo en erotismo. Antes de separarse el vibrador del coño, me ha dicho que lleva así desde la semana pasada en el hotel y que no soporta ya las ansias que tiene de la fiesta de mañana.

-. Eva, deberíamos hablar de tus expectativas ante la fiesta de mañana. Serás mi acompañante, pero aparte de eso, sabes que para mí, es importante que sacies tus ganas de experimentar…

-. Si claro…  me da vergüenza así en frío, hablar de esto, pero sí que debemos hablar…

La mirada que nos estamos dedicando uno al otro choca de frente con su argumento. Ninguno de los dos estamos fríos precisamente. Detrás de Eva hay algo que me llama la atención y cuando fijo la vista en ello, Eva se da cuenta y mira hacia allí también. Lejos de nosotros están Julia y Amanda, puede que a más de doce metros. Están delante de una de las sillas “especiales”. Es de suponer que Amanda está explicándole condiciones precisas para el uso adecuado de ese puesto, pero la imagen que ofrecen es muy chocante. Amanda, está erguida con los jeans azules ajustados que tiene, de costado a nosotros. El perfil que nos ofrece sobre el fondo rojo intenso de la pared del límite de la sala, es obsceno. Ante ella, erguida también, pero con la cabeza inclinada hacia abajo y mirando al suelo, está Julia, con su bonito vestido de flores enanas.

De pronto, Amanda dice algo y Julia sin hacer ninguna mueca ni gesto se agacha y se quita a toda velocidad la ropa interior de abajo, dejándola en el suelo. Tan siquiera ha sacado de los pies un tanguita blanco de encaje. Amanda lo señala diciendo algo, pero a pesar de que se intuye que habla con voz fuerte, desde donde estamos no se escucha lo suficiente para entender lo que ha dicho. Eva vuelve a agacharse velozmente y recoge el tanga para ofrecérselo a Amanda, estirando la mano pero sin levantar la vista del suelo. Amanda se toma su tiempo, mucho. Mira a Julia detenidamente y por fin levanta una mano y coge la prenda de la mano de ella. Lo observa con interés y por fin seleccionando una zona en particular, la extiende y la huele poniendo una cara muy delatadora. Cuando ha saciado su olfato, la extiende más y le ordena a Julia que lama esa zona del tanga. Julia obedece sin mirar a Amanda. Yo le susurro a Eva:

-. Me decías que…

-. Joder…. Vale. Quiero experimentar varias cosas mañana pero contigo, dos particularmente.

-. Bien. Cuéntame…

-. El embarcadero. Lo que hicisteis Amanda y tu el año pasado. Quiero hacer eso…  bueno, que me lo hagas, si soy más precisa…

-. Está bien. Ya sabes que no todo el mundo tiene facilidad para conseguir un squirt, pero creo que estará Sara. Si con ella no somos capaces…  ¿ Que más?.

-. Esto es más difícil de expresar…  Joder me cuesta mucho decirlo con palabras. Es una fantasía… 

-. Siéntete libre para decir lo que sientes, lo que quieres…  Sabes que haré todo lo que pueda para hacer que satisfagas esa fantasía, sea cual sea…

-. ¿ Recuerdas el día del hotel?. Cuando entre los tres le provocamos aquella tormenta de orgasmos a Julia.. Joder, Aitor…

-. Habla. Relájate y dime qué es lo que quieres.

-. Joder Aitor, me estás poniendo muy cachonda. Mañana quiero también que me provoques eso. Pero no solo tú.

-. Entiendo. ¿ Hombres?.

-. Si, al menos otro…  quiero doble penetración en ese momento. Tú detrás… Sé que te encanta follar mi culo…

-. ¿Mujeres?.

-. Si…  eso me encantaría. Más de una…

-. Está bien. Haré lo que pueda, lo mejor que pueda.

-. Me tiraría al suelo a comerte la polla ahora mismo. Esta sala…  estar otra vez los cuatro juntos…  y tú, jeje…  mírate. Tienes la polla a cien. Estoy muy mojada, Aitor…

No dudo en absoluto que Eva esté como dice y tampoco ha fallado en lo que a mí se refería. Tengo la polla a dos mil. Me encantaría follarme la boca de Eva ahora. Eva se ha vuelto a acercar la bala al pantalón y los dos empezamos a caminar hacia donde están Julia y Amanda. Antes de llegar a donde ellas, veo que en bolsillo trasero del jeans de ella, sobresale la punta de unas tijeras de acero afiladas en las puntas. Mi cabeza gira a toda velocidad temiendo el objeto de que esas tijeras estén ahí. No concibo para qué quiere unas tijeras así en este entorno y lo único que me tranquiliza algo es recordar unas palabras que dijo Julia en el hotel. Ella expresó que quería ir más lejos y que deseaba ser sodomizada por Amanda, pero sin marcas ni heridas. Antes de que lleguemos Eva y yo a donde ellas, Amanda empieza a desabrocharse los pantalones y se los baja hasta más abajo que las rodillas. No lleva ropa interior debajo. Se acaricia…  Solo mira a Julia, que continúa mirando al suelo y entonces le ordena que se ponga de rodillas. Julia se lanza al suelo. Amanda acerca su pubis a los labios de Julia y le ordena lamer. Julia lame.

-. Joder. Esta Zorra sabe comer un coño. Vaya que si sabe uhmmm.

Amanda acaricia el pelo de Julia mientras está trabajando su entrepierna, pero nos mira a Eva y a mí. Eva sigue acariciándose con la bala y yo observo atento toda la escena. Me siento vivo, muy vivo. Y cachondo también, claro. Pero me aporta más placer, seguir de observador en la escena que otra cosa. O no. O yo que sé, pero me encanta ver lo que veo. A Eva que está sudando y gimiendo por el placer que le dan las vibraciones de la bala a través de la tela de su minipantalon. A Julia comiéndole el coño a Amanda de tal forma que está a punto de llevarla al orgasmo. Y por supuesto mirando a Amanda, que me devuelve la mirada. Cuando ella es Amanda no sonríe igual que cuando es Laura, pero la sonrisa que tiene ahora es muy, muy erótica. Es pornográfica. Me encanta. Llaman a la puerta y Amanda me mira de una forma curiosa antes de hablar.

-. Esa es la gente del catering. Yo debo subir a atenderles para que empiecen a preparar todo, y el resto de invitados llegarán en un par de horas. Vosotros podéis relajaros aquí antes de subir.

Amanda se sube los pantalones y ordena a Julia levantarse. La besa con cariño en los labios y después le susurra algo al oído a la vez que le da las tijeras que tenía en el bolsillo. Nos quedamos nosotros solos en la sala, los tres; Eva, Julia y yo. Y Eva que sigue jugando con la bala insistentemente sin dejar de gemir. Yo no sé lo que hacer, pero Julia da un paso hacia delante que nos anima a todos.

-. No sé vosotros, pero yo necesito esto.

Acaba de sacar del cajón de las “herramientas” un vibrador, precisamente el que había cogido yo antes, y se sienta en una silla metiéndolo debajo de su falda. Eva directamente se ha quitado los pantalones y se ha sentado sobre las rodillas de Julia metiendo también su mano con la bala, entre sus piernas. Las dos se besan y yo me acerco a ellas para también, besarlas y acariciarlas. Me recreo en su contacto disfrutando de ver el placer expresado a través de su piel en forma de sudor o de erizamiento. Eva tiene los pechos más pequeños que Julia, pero cuando sus pezones se erizan toman un protagonismo fantástico que no dudo en disfrutar con la lengua y los labios. Las dos se corren mucho antes de lo que me hubiera gustado, porque estaba disfrutando mucho de ese momento. Los olores, los sonidos y las imágenes de Eva Y Julia haciendo eso, ha sido algo muy bello de disfrutar. Después, más relajadas, terminamos de ver lo que nos faltaba de la sala. Supongo que nos dejaremos cosas de ver, otras no las descubramos y estoy seguro que algunas de las que vemos, no las entendemos ninguno de los tres. Hasta hacemos hipótesis sobre alguna de ellas, bromeando.

Eva, cuando lo hace, imita la forma de hablar de Amanda. Delante de un pequeño artefacto de madera oscura barnizada, con forma de “X”, dice; “ Julia, te voy a poner esto detrás de las rodillas y te voy a comer el coño hasta que te crezca pelo en el pecho”, y los tres reímos a la vez. Poco después vemos una silla especial.

Es de acero cromado pero no se entiende demasiado bien la postura que ofrece o su utilidad. Ellas me invitan a sentarme, para lo que tengo que adoptar una postura extraña, inclinado hacia detrás. No hay demasiado tiempo para acostumbrarse, porque entre las dos y usando unos grilletes metálicos en cuello, muñecas y tobillos, me han aprisionado en la silla. Julia buscaba esto sin duda.

-. Lo siento Aitor. Me ha ordenado Amanda…

Lo dice con voz seca y cortante, dejando claro que para ella esa orden toma un carácter imperioso. Dejo de verlas a las dos. Lo intento, pero no demasiado. Intento soltarme, moverme, nada. Después intento intuir donde están o que hacen. Tampoco, a ninguna de las dos. Las escucho hablar, pero no entiendo que es lo que dicen, aunque algo sí me llama poderosamente la atención. La que está hablando es Julia, pero su tono de voz es profundo , es directo y apagado. A Eva solo la escucho decir un “ joder”, con la misma voz que lo ha dicho antes, mientras se masturbaba. También escucho el zumbido de la bala. Esta silla, sus ataduras, esos grilletes, no me dejan mover la cabeza apenas nada. Me la sujetan firmemente, pero solo me agarra del cuello y si intento moverla a los lados o arriba y abajo, me cuesta respirar. Escucho otro ruido, pero esta vez no tengo que interpretarlo. Alguien me ha bajado la bragueta y ha soltado el cinturón y el pantalón. De pronto estoy expuesto de cintura hacia abajo. Veo a Julia encima de mi, detrás de la silla, que me besa la frente y después los labios.

-. Me ha ordenado cortarte el pelo para la cena. No te preocupes, se me da bien. Pero no te muevas, por si acaso…

Hago memoria rápido. El año pasado yo llevaba el pelo mucho más corto y además, ahora me tocaba ya arreglármelo. Antes, en el vestidor y delante de mi traje, Amanda al besarme mientras me tocaba sobre la ropa, me ha atusado el pelo. Después me ha pedido que abriera yo la puerta a las chicas y ella se ha retrasado un minuto, después del que ha aparecido y creo que ya tenía las tijeras en el bolsillo trasero. Así que ella ya había diseñado este plan o algo parecido desde que estábamos en el vestidor, pero además de sentirme preso y expuesto ante Julia y sus tijeras, ha dicho que no me mueva. Sería imposible moverme pero de pronto, siento los labios de Eva. Tiene que ser ella, porque Julia me ha colocado una toalla en los hombros y ha empezado a cortarme el pelo y no hay nadie más en la sala. Y digo que tiene que ser Eva, porque no veo de quién son los labios que empiezan a besar, a amarme donde hace segundos un bóxer y un pantalón velaban por mi pudor. Me mete en su calor llevándome al cielo. Es plácido, lento incluso. Ellas dos acaban de tener un orgasmo porque lo necesitaban, porque desde que hemos entrado en esta sala, todo ha sido erotismo y excitación. Yo también lo necesitaba y solo me he aguantado por disfrutar de verlas a ellas hacerlo tranquilamente. Ahora ellas han decidido que es su turno de disfrutar de esa forma. Julia cada poco tiempo para un instante de cortar y me acaricia la cara o me besa. Eva alterna sus acciones con la boca para acariciar mi vientre con las manos o repartir cariñosos besos por mis ingles. Quieren dilatarlo, disfrutarlo despacio y yo me ofrezco sumiso a sus deseos, tratando de facilitar ese ritmo.

En resumen, la silla en la que estoy siendo sometido son tres chapas de acero cromado pequeñas y curvas, pero casi planas, en las que estoy apoyado. Una para el culo y otras dos para la espalda, en las que debes apoyar las lumbares y los hombros. Esas chapas están unidas entre sí y con los grilletes de las extremidades y el cuello por barras articuladas que se pueden adaptar, para ofrecer distintas posturas de entrega y sometimiento. Y ellas, Eva y Julia, aprenden rápido a usar esas articulaciones. Primero y antes de terminar de cortarme el pelo, Eva ha enderezado las que atan ahora mis piernas y mis brazos. Julia cuando ha terminado ha enderezado todas las demás, dejándome en definitiva cómo el cuadro de Da Vinci, en la postura que parece crucificado, pero esta vez yo estoy en horizontal. Solo tengo tiempo para hacerme una pregunta:¿ Le habrá ordenado Amanda a Julia que me hagan esto?. Después de aprender a ajustar la altura de la silla a su voluntad, Julia se sitúa sobre mi cabeza metiéndome debajo de su vestido, a la vez que pone su coño en mi boca. Literalmente solo puedo mover la lengua y los labios, pero ella aprende rápido los movimientos que tiene que hacer con la cadera para obtener el resultado que desea. Durante ese momento siento una humedad nueva con la polla. Eva ya no me está follando con la boca. Ha adoptado la acción de Julia y, enfrente de ella, las dos de pie, empiezan a torturarme. Debajo de la falda de Julia, lo único que puedo ver es su culo moviéndose adelante y atrás, pero intuyo que Eva y Julia están abrazadas, besándose y manoseándose entre ellas a la vez que me destrozan.

Me gustaría decir que he aguantado mucho tiempo ofreciéndoles todo el placer que se merecen, pero me he corrido muy pronto. A ellas no las ha debido importar demasiado, porque han seguido exactamente igual, sin cambiar nada de lo que hacían. Y ese ha sido mi suplicio. Después de correrme, seguir sintiéndome dentro de Eva y con el coño de Julia en la boca. Ambas  no han dejado de cabalgarme hasta mi tercer orgasmo. Creo que Julia se ha corrido dos veces también. Eva, no tengo ni idea. Después de eso me han soltado y los tres hemos ido andando a la vez que reíamos hasta el fondo de la sala, donde habíamos visto que hay una zona de ducha.

No hay mampara, ni puertas ni paredes. Los últimos tres o cuatro metros del suelo son de baldosa megra y hay un sumidero. Las paredes son de la misma baldosa, pero del mismo color rojo del resto de las paredes. Yo directamente me he desnudado del todo y me he sumergido debajo del chorro de agua y Julia, que ha tardado lo mismo que yo en desnudarse, se ha puesto a mi lado. Nos estábamos jabonando el uno al otro cuando me he quedado mirando a Eva. Está de pie delante de una de esas aspas grandes donde se puede inmovilizar a una persona, dentro de la zona embaldosada. Julia me susurra algo al oído y los dos, completamente desnudos y chorreando agua de la ducha, nos acercamos a Eva.

-. ¿Quieres que te ayudemos a ducharte?.

Eva casi no ha tenido opción de contestar, porque entre Julia y yo ya estábamos desnudándola de la camiseta, que es lo único que la vestía, atándola en el aspa y empezando a ducharla. Para las duchas en el aspa, hay instalada una manguera cromada que ofrece un chorro grueso y potente. Soy igual de inclemente que lo ha sido ella conmigo. Apuntando con ese chorro al clítoris de Eva hasta que se corre y más tiempo después. Julia la besa y la acaricia mientras y de vez en cuando expone su sexo para recibir ella también el chorro de esa forma. Cuando terminamos y nos secamos, los tres nos tumbamos juntos, abrazados sobre una preciosa cama redonda que hay en el extremo opuesto de la sala. Es blanca y suave…

Cama Redonda. +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora