—. Me alegra que haya vuelto para ponerse en mis manos, señor. Va a ser todo un placer, darle placer, valga la redundancia. Yo me quedo mirando a esa chica. Tiene una bonita nariz y dos tetas grandes. No es mi tipo de chica preferido, pero no puedo negar que es muy sexy. Lo pienso bien y no me extraña su ofrecimiento. Esta chica lleva seis horas provocando orgasmos a hombres y mujeres, viendo a todos follar, masturbarse, hacer orales… Y ella no habrá podido ni ir al baño. Debe de estar tan cachonda como estaba yo antes aquí, mientras tenía los dedos metidos dentro de Amanda. Me alaga que quiera hacerme lo que ella mejor hace, pero ahora mismo, ni puedo, ni me apetece demasiado. —. Ahora mismo ni puedo ni me apetece demasiado que me hagas eso. Lo único que me apetecería en esta zona ahora mismo es seguir aprendiendo a provocar lo que has empezado a enseñarme tú antes, tan amablemente. Esta vez en ti… La terapeuta se ha sonrojado. Se la nota su estado. Yo profundiza más en él. -. Puedes decirme como te llamas. -. Sara, me llamo Sara. -. Sara, eres un amor. Me llamo Aitor. Si no estuviera agotado, si no acabara de correrme dos veces seguidas, te aseguro que me encantaría que hicieras en mí todo lo que sabes hacer tan bien. Sería un placer de otro mundo. -. Señor Aitor. Eso sería lo mejor que me ha pasado esta noche. Además, ahora mismo, no parece que no fueras a poder… Mi polla se ha declarado independiente. Es un estado autónomo. Está firme mirando la cara de Sara que la devuelve la mirada salivando. Su excitación está tocando techo y se la nota. La mía ya no da más de sí, no puede crecer más porque me desmayaría. Me acerco más a Sara, casi hasta rozarla con mis labios y con mi polla. Respiro fuerte dos veces al lado de su oído y ella cierra los ojos. La punta de mi polla está a milímetros de su cadera. Pongo mi voz más varonil y más seductora. -. Sara, lo que más me gustaría hacer ahora mismo en esta vida está prohibido por tu pulsera. Me encantaría intentar a mí, provocarte un squirt. Varios. Hasta que te desmayes. Meter los dedos en tu coño y excitar tu punto g. Las glándulas Skene. Lamer tú labios y absorber tu flujo. Beber de tu coño. Aplicarte un vibrador en el clítoris y justo cuando vayas a correrte meterte la polla hasta dentro y follarte como un animal hasta que nos deshidratemos los dos. Sara respira profundo, sofoca varios gemidos. Me devuelve las palabras con una voz dulce y calmada. -. Señor Aitor. Eres un cabrón. Acabo de correrme en las bragas y ni me has tocado. Dices que me follarías duro… No tienes ni idea. Si no tuviera la pulsera roja te iba a matar follando. Si ya has visto lo que hago con las manos, intenta pensar lo que te haría con la boca o con el coño…. Hablamos dos minutos más para tratar de que Sara se relaje antes de que yo me vaya, pero tengo prisa. Cojo mi ropa y voy rápido hasta las duchas. Quiero ver a las dos flores y saber como están, pero cuando llego hay mucha gente. Supongo que todos se van a ir ya de la fiesta porque solo queda una hora y la mayoría estarán agotados. Recorro todas las duchas buscando a las flores pero no están. Hay tres flores, pero no son ni Eva ni Julia. Me ducho. Me esfuerzo en quitarme los restos que he cogido en la sala oscura. Me jabono varías veces y hasta me limpio la boca. Después me seco un poco, me perfumo y me visto para ir al bar a por agua. Aquí ya solo quedan cuatro o cinco personas bien vestidas que se toman una copa, cada uno en una esquina. Yo cojo el agua y vuelvo a la sala circular. Apenas hay nadie. Menos a quien yo busco. Camino rápido por los pasillos. No la encuentro. Paso por la zona BSDM. No está. Paso por el embarcadero rápido. Ni ella ni Sara. Solo reconozco a Ana intentando beber el orgasmo de una mujer muy mayor. Vuelvo a la puerta de la sala oscura y tampoco la veo, pero se abre una puerta enfrente de la de salida de la sala oscura y es ella, Amanda. -. Te has vestido… Y duchado. Hueles muy bien. Ella también se ha duchado y se ha puesto una camiseta blanca. Está peinada y tiene el pelo seco, limpio y planchado. Los dos hemos cogido una máscara nueva y limpia. Las que hay por todos sitios para reponer la propia en caso de necesidad, son negras. -. Te había perdido… Amanda me muestra de donde sale abriendo la puerta más. Es un baño como el de una casa normal, una ducha, un inodoro, lavabo… Ella huele a perfume. Parece que acaba de levantarse de la cama. Ahora su voz vuelve a ser la que era antes de entrar aquí. Dulce, pausada, educada… -. Aitor. Esto no puede ser. Aquí no se viene a esto. Se viene a aprender uno de sí mismo. -. Y he aprendido más hoy de mí mismo que en toda mi vida. Pero aquí te enamoraste tú de Jaime, ¿no es así?. -. Sí, así es. Yo era una flor aquel día y me enamoré perdidamente de un hombre maravilloso con el que tengo una vida real fuera de estos muros. -. Eso está genial. Me alegro mucho por vosotros y os agradezco la oportunidad que me habéis dado. A vosotros y a Maika y Carlos. -. Esto está mal. -. Hay algo que he aprendido hoy. Aquí nadie tiene que hacer nada que no quiera. -. Pero… No quiero…. -. Entonces nada está mal. Todo es genial y ha sido una noche fantástica como ninguna. -. Ven sígueme. Hay sitios que no has conocido de esta casa. Aún hay tiempo. Sigo a Laura, perdón Amanda. Por el pasillo. Casi todas las personas que nos cruzamos caminan despacio hacia la salida. Unos solos y otros en pareja. No se ven pulseras verdes y apenas blancas. Ella entra en otra sala. Yo después de ella. Miro la sala y es completamente normal. La habitación principal de cualquier piso, de cualquier familia normal y corriente. Una cama, dos mesitas, un armario con espejo, dos alfombras… Amanda cierra la puerta detrás de mí y coloca un pestillo. Apoya la cabeza sobre mi pecho, acariciando mis brazos con sus manos. -. Aitor… Yo… esto nunca debería de haber pasado… -. Laura, aquí no ha pasado nada. Ella me mira y sus ojos brillan. Me he confundido y la he llamada Laura. Ella no ha protestado porque ella no es Amanda, ya no. Acerca sus labios a los míos y me besa. Yo la quito la camiseta. No lleva nada debajo. Ella me quita la chaqueta y la camisa despacio. Sin dejar de besarme. Su excitación es mi perdición. Vamos a la cama y nos convertimos en un cúmulo de deseos. La cantidad de pasión que cabe dentro de Laura me sobrepasa por completo. Ella me está amando con más calor y más amor que nadie lo ha hecho nunca y yo trato de devolvérselo multiplicado por mil para que ella sienta que es sincero, que la amo y que estoy profundamente enamorado de ella. Laura se pone sobre mí y me va a llevar dentro de su mundo, dentro de ella. Yo la detengo enseñándole mi pulsera. He visto condones encima de la mesita. Laura me sonríe. Esa sonrisa es capaz de hacer que se pare el mundo. El mío se para tanto que siento como Laura me lleva dentro de su cuerpo a cámara lenta. En esta habitación es la única zona de la casa que los invitados pueden follar sin condón, porque aquí solo vienen los que quieren hacer el amor. Laura empieza despacio a hacerme el amor. No puedo dejar de mirar sus ojos porque tienen una luz muy extraña. No sé si va a llorar o es la persona más feliz del mundo. Y mi mundo ahora ha mutado. Todo lo que había antes de entrar a esta habitación ha perdido importancia si es que la tenía. Nada de lo que he vivido esta noche cuenta para nada. Ni lo anterior. Desde que tengo conciencia, toda mi vida se ha convertido en un viaje. Desde que nací, esta era la última meta y cuando Laura me ha metido dentro de ella lo he comprendido. Mi mundo ahora mismo es su cuerpo. Nada más. Ni el aire que respiro me importa lo más mínimo. Solo quiero quedarme aquí siempre, dentro de ella. Su calor y su humedad serán mi alimento. Solo respiraré el aire que ella espire. Solo beberé la saliva que ella me dé en sus placenteros besos. Ella me vuelve a besar. Después sonríe. Sus movimientos son lentos y yo estoy completamente quieto, tumbado boca arriba. Siento sus labios, los de abajo, albergarme dentro y es la sensación más bella que he sentido nunca. Laura se estira hacia un lateral y al hacerlo se penetra mucho más con mi erección, hasta apoyar todo su peso únicamente ahí. Yo noto tanto placer que cierro los ojos para perpetuar esa sensación en mi cabeza. Después ella apoya una mano en mi pecho y se gira un poco llevando la otra detrás, como si estuviera ladeada sobre mí, sin dejar de rimar nuestro verso de pasión. Me da igual, yo estoy en el cielo. Laura también porque ella ha cerrado los ojos y la expresión de su cara es infinitamente placentera. Mueve algo la mano que tiene detrás, como si estuviera acariciándome las piernas con ella. Después vuelve a estirarse como antes, hacia un lateral y cuando se pone derecha me asusto. Laura me saca de ella mirándome. No dice nada, pero ahora está sería. Lleva las dos manos a mi polla. El calor que siento me hace mirar encima de la mesita. Al lado de los condones hay un bote de gel en el que Laura se ha llenado las manos. Me lo extiende despacio. Cuando termina se pone en cuclillas y sin soltarme la polla pone su culo en la punta. -. Quizá te parezca esto mentira. Pero aquí no ha estado nadie jamás. Nunca he hecho esto antes, ni con Jaime. Laura se deja caer. La penetración es brutal. No puedo soportarlo y me corro dentro de su culo en segundos. Le pregunto por qué lo ha hecho entonces. Laura empieza a moverse. A cabalgar mi polla con su culo mientras yo aún ni he terminado de correrme. -. Desde el día que me viste con Maika y Carlos he tenido muy claro que esto era lo que más querías en el mundo. No eres el primer hombre que quiere esto. Tampoco serias la primera mujer. Pero nunca he hecho esto porque para mí es especial. Te vi la cara ese día y lo supe. Supe que lo que más te atraía de mí sexualmente era darme por el culo. Pero ocurrió algo en ese momento. Lo que más quería yo de ti era esto también. Sus movimientos son lentos y sentidos. Me excita tanto verla así, que ni siquiera un segundo, pierde importancia mi erección. Ahora el gel que Laura me ha aplicado se ha mezclado con mi semen y el calor que hay dentro de culo de Laura me está volviendo loco de amor y de pasión. -. Maika me llamó al día siguiente. Carlos y ella pensaban que serias un buen invitado. Pero yo no quería venir contigo porque algo me pasaba contigo. Cada vez que ellos me hablaban de ti, crecía en mí más el deseo de hacer esto contigo. Laura empieza a acariciarse el clítoris sin dejar de moverse encima de mí. Siento humedad en mi vientre y tengo que mirar. El coño de Laura está tan lubricado que gotea sobre mi piel con los movimientos. La miro a la cara y creo que se está corriendo porque además aprieta más fuerte los dedos contra su sexo. También siento como su culo aprieta más contra mi polla. -. Esa noche, al llegar a casa tenía las invitaciones para la fiesta, la mía y la de Jaime. Empecé a imaginar como sería este año la fiesta de máscaras del laboratorio. En todas mis fantasías aparecías tú y al final de ellas tú y yo terminábamos así, como estamos ahora. Los ojos de Laura están goteando y dos ríos de lágrimas cruzan su preciosa cara. Los labios de su boca tiemblan y tiene los ojos en blanco. Hay instantes que creo que llora de dolor, pero inmediatamente después estoy convencido de que lo hace de placer en mitad de un orgasmo eterno. Yo siento tan intenso el sexo que me está regalando que no puedo fingir ni evitarlo. Me enfilo a otro éxtasis de placer convencido, sin dejar de ofrecer mi erección para que ella vuele. Y vuela… -. Me masturbé pensando en ti. No lo había hecho pensando en alguien que no fuera Jaime desde el día que le conocí. Y entonces él llegó a casa. Vio las invitaciones y me preguntó por ti. Maika le había llamado. Él me preguntó por ti, por lo que yo sabía a cerca de ti. Yo fui sincera. Le dije todo lo que pensaba. Él me ha obligado a venir hoy contigo. -. ¿ Cómo que te ha obligado?. -. Jaime es Amo. Yo también. Entre nosotros no podemos tener esos roles, esa interacción, porque saldría mal. Pero una vez al año, cada uno de los dos puede ordenar al otro una sola cosa en cualquier momento. El otro ha de obedecer, sea lo que sea. Jaime me ha obligado a acompañarte hoy hasta aquí. -. ¿Esto también lo ha ordenado Jaime?. -. Joder Aitor. No te enteras. Esto para mí es una putada. La orden terminaba en la puerta al llegar, pero esto era lo que yo quería evitar por todos los medios. Enamorarme de ti. Hacer el amor contigo. -. La que no se entera de nada eres tú. Si la orden terminaba en la puerta no era tal orden, porque has estado toda la noche pendiente de mí. Desde que me has enviado ese mensaje, hasta que hemos entrado en esta habitación. Si lo que pretendías era no enamorarte de mí, también habías fallado, porque en el taxi, eras incapaz de mirarme a los ojos, porque cada vez que lo hacías te entraban ganas de llorar de felicidad. Si tu intención era que yo no follara contigo también, porque cada vez que me he corrido esta noche mi mente estaba pensando en ti, follándote a ti y era tan real como lo es ahora. Y si querías que yo no te follara a ti, eso ya lo habías olvidado desde el momento del embarcadero. La imagen era de que te estaba masturbando, pero tus ojos decían que te estaba follando y permíteme que sea un poco narcisista. Te estaba follando como nadie te ha follado nunca. Laura se quita de encima de mí y me sugiere que la tome desde detrás. No sé por qué. Será felicidad, será amor. Laura se tumba en la cama boca abajo y yo la penetro en la vagina. Nada más entrar otra vez ahí, empiezo a llorar a la vez que a hacerla el amor. Laura está gritando fuerte. Y me empuja con el culo. Yo la doy espacio y ella empieza a ponerse sobre sus rodillas. A cuatro patas. El sexo con Laura así es radical. Pero aún más cuando ella se lleva mi polla otra vez al culo. Creo que desde que he entrado en esta habitación con Laura me he corrido tres veces. Hago cálculos y no creo que haya pasado más de media hora. Ahora ella está tumbada a mi lado llorando a la vez que sonríe. Su cabeza está apoyada en mi pecho. Me dice que nos tenemos que ir. Son las seis menos cuarto. Nos vestimos, yo con mi traje y ella coge del armario un body de algodón negro. Caminamos abrazándola yo del hombro y ella a mí de la cadera hasta la salida. Laura recoge de su taquilla la blusa roja y se la pone. También coge su bolso. Yo de la mía, el teléfono y el reloj. Laura se quita la pulsera y uno de los hombres de negro se acerca. Yo le doy la mía. El hombre la escanea y mira en una tablet. -. Señor, tiene cargos por importe de cien euros en el bar. Además, tiene un sobre para recoger. Procede con la pulsera de Laura. -. Señora tiene dos consumiciones. Cincuenta euros. También tiene un sobre esperándola. ¿Lo recogerá ahora o se lo enviamos a su dirección?.
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Cama Redonda. +18
General Fiction+18. Bienvenidos a la fiesta swinger más extrema de la que vais a oír hablar nunca. Cualquier cosa que escondas en lo más profundo de tus deseos, cabe en esta fiesta.