Shibari. Almudena hecha arte.

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-. Aitor. Me complace verte aquí. A tu zorra también. Quiero presentaros a Almudena.

Amanda levanta la capucha de Julia. Tiene un antifaz rojo, pero no mira más que al suelo. No cuesta ver que Julia, a partir de ahora me imagino que será Almudena, está muerta de miedo por lo que va a vivir esta noche. Sus labios pintados de carmín, tiemblan.

-. Me agrada tu zorra. Es bonita. Espero que esta noche te aporte placer portándose como corresponde. Acabo de tener que castigar a tu perra Laika. Creo que estaba nerviosa esperándote y casi muerde a mi acompañante. Tienes muy maleducada a tu perra, querida Amanda.

Amanda en este mismo momento le dedica una dura mirada a Laika, en el suelo. Pero toda esa dureza no es más que un indicativo de que se acaba de poner a mil. Agarra de la cola de la perra y empieza a estirar de ella fuerte. Eva me abraza para no ver lo que pasa. El collar se ha tensado impidiendo que respire. Se pone roja. El enorme tapón anal que tiene puesto y que es el principio de la cola, está a punto de salirse, pero Amanda hace la fuerza justa para que eso no ocurra. Observa la cara de la perra ansiosa, impaciente,…  cachonda. Julia, Almudena perdón, mira disimuladamente mientras se muerde un labio. Pasan muchos segundos, demasiados, antes de que Amanda suelte la cola y en ese momento le da dos duros azotes a su perra. Ella, Laika, apenas recupera el aliento, se humilla delante de Amanda apoyando la cara en el suelo, entre las botas de ella. Amanda se agacha para decirle a su perra que ha sido mala gruñendo a sus amigos y que más tarde va a castigarla por eso. Curiosamente, la chica perro empieza a respirar muy profundo, a gemir casi. Yo miro su cara y pienso que hasta podría estar corriéndose, porque emana mucho placer ese gesto que hace. Amanda mira a Almudena, que rápidamente vuelve a mirar al suelo.

-. Joder. Siempre se me olvida ponerme los guantes al llegar y me he hecho daño al azotar a esta mala perra. Y tú , ¿ que mirabas?, ¡Zorra!.

Amanda castiga también a Almudena dándole una sonora bofetada. Después coge unos guantes de un armario y vuelve donde nosotros mientras se los enfunda. Esta vez Amanda ha cogido unos guantes de látex gruesos que le llegan casi hasta el codo. Se los coloca muy despacio mientras permite que todos sintamos en sus gestos la excitación que siente al hacerlo. Me acaricia la cara cuando se los pone y me da dos suaves palmadas en la mejilla. Yo miro sus ojos y vuelvo a sentirlo. Lo que más cachondo me pone es verla así…  gozando. Y vaya que si goza. Se acaricia el coño por encima del body mientras vuelve a acariciarme la cara. Se acerca a mí y me besa. Su lengua me llega hasta el fondo y de pronto mi polla contacta con una mano enfundada en látex. Saca la mano de mis pantalones con mi polla de premio y me acaricia allí. Acerca su boca a mi oído hasta lamer el lóbulo y me susurra.

-. Si esta noche termina al nivel de mis expectativas…  me vas a tener que follar hasta navidades sin sacarme la polla. ( le habla a Eva ahora señalando con la vista mi polla, que sigue acariciando) Zorra, ¿puedes hacer algo con esto mientras hablamos?.

Eva se tira al suelo. Yo miro a Almudena y la ordeno ponerse de rodillas. Lo hago con voz dura y sin pensarlo. Me sorprendo de lo bien que me siento al ordenar a Julia que se arrodille. Las dos se tiran al suelo en el instante, y Eva se lanza a comerme la polla. Amanda a la vez que se acerca a mi oído se aparta el cuero de los labios y le ordena a Almudena que coma de su coño.

-. ¿Tienes todo listo ya?.

-. Casi. Hemos quedado con una flor dentro de media hora. Con la parte masculina ha habido menos suerte, pero he localizado a un chico que puede valer. Está mirándonos. El que lleva camiseta blanca de al lado de la columna.

Amanda mira a ese chico. No a su camiseta. Lo que me ha llamado la atención a mí, está más abajo. Lleva unos jeans azules desgastados muy ajustados y, o se ha metido unos calcetines debajo, o el tamaño de su polla casi dobla la media.

-. Ese está bien, le conozco. Es educado y respetuoso. Se llama Aaron. Dile que te he mandado yo.

-. Lo haré, pero o detienes a Eva o me corro.

-. Yo acabo de hacerlo… uhmmm. Necesitaba correrme antes de empezar. Mejor parar sí.

Amanda ordena a Almudena y a Eva parar. Después ponerse de pie. Besa en los labios a Eva y le agradece sus atenciones. Despues acaricia en el pelo a la perra y suelta su correa del suelo, que se revuelve contenta.

-. Si me perdonas, esta noche tengo mucho trabajo. Ha sido un placer y espero veros a ti y a esta zorra, más tarde, esta noche.

Amanda se aleja hasta un carro extraño de madera que hay en mitad de la sala. Yo me guardo la polla, que se me había olvidado que seguía fuera de su lugar adecuado y le pido a Eva que me siga hasta donde está el chico ese, Aaron.

-. Hola Aaron. Somos Aitor y Eva.

-. Hola Aitor. Hola Eva. Sois amigos de Amanda. Acabo de veros con ella.

-. Si y la verdad es que le hemos pedido ayuda. Buscamos un hombre, un chico, amable y educado. Amanda nos ha mandado donde ti.

-. ¿ Qué habéis pensado?.

-. Aitor va a ayudarme con una fantasía, pero requiere de más personas ( Dice Eva).

-. Bien… Sigue explicándome, Eva.

-. Necesitamos un chico muy dotado para que me folle a la vez que Aitor se folla mi culo. Lo que pretendo llegar a sentir, es..

-. Una tormenta de orgasmos. Sin parar. Hasta que ella no pueda más. Hasta que ella lo ordene. O se desmalle.

Aaron ha hecho un gesto complaciente mientras miraba a Eva, y ella le ha correspondido llevando sus manos a su pantalón y desabrochándolo. Bajándolo, no sin esfuerzo. Aparte de quedarle muy ajustado hay algo que entorpece la maniobra. Y ese algo es la pedazo de polla de Aaron. No lleva ropa interior y Eva le ha bajado los pantalones hasta casi las rodillas antes de empezar a acariciársela. Aaron ha empezado a besar a Eva y después…  seguido ha empezado a besarme a mí. Eva ha vuelto a ponerse de rodillas, esta vez delante de él. Ha lamido su polla hasta que estaba en su máximo esplendor. En ese momento me ha mirado, como si quisiera llamar mi atención sobre el tamaño de la polla de Aaron cuando está excitada. Yo la he acariciado y he empezado a masturbarle, solo unos segundos, solo por sentir en la mano semejante ejemplar y me he quedado pasmado. Creo que Eva ha sentido más curiosidad que asombro y vuelve a acercar sus labios a Aaron, esta vez intentándolo engullirle entero.

-. Hemos quedado a la una, Eva y yo para eso, en la cama redonda. Vendrá alguna persona más. ¿ Te apetece?.

Aaron acepta con gesto bastante interesado, pero inmediatamente nos señala con la vista al centro de la sala. Ahí están las tres mujeres Amanda, la chica perro Laika y Almudena. Amanda ha ordenado a Almudena sentarse en un taburete y con varias sogas de cáñamo que hay en el carrito extraño, ha atado sus brazos a la espalda con una infinidad de nudos muy complejos y estudiados. A su lado en el suelo, la chica perro se ocupa de que nadie se acerque a ellos. Aaron nos instruye a Eva y a mí.

-. Por vuestras caras, creo que nunca habéis visto algo así. Es Shibari. Una técnica ancestral japonesa. El bondage la adoptó entre sus técnicas, pero implica mucho más que inmovilizar a un sumiso. Las ataduras deben hacerse con precisión sobre puntos exactos que se atienden en reflexoterapia. No solo se trata de inmovilizar, también de controlar la respiración, la presión arterial, las pulsaciones…

-. Entiendo que hace falta práctica y aprender muy bien cada nudo…

-. No sólo eso. Como en todo hay grados y por lo que está haciendo sobre esa chica, estamos hablando de algo muy elevado, fijaos bien ahora.

Amanda le ordena a Almudena ponerse de rodillas sobre el taburete y empieza a hacer nudos sobre una de sus piernas, desde el tobillo a la ingle, fijándola, dejándola inmóvil. Después repite la operación en la otra. Al tener las dos piernas encordadas, empieza a tejer un lío de nudos que unen las cuerdas del tórax, de los brazos y de las piernas. Yo estoy alucinado con la perfección de la técnica, la velocidad con la que ejecuta nudos y la belleza de las cuerdas sobre la piel completamente desnuda de Almudena.

-. No tenía ni idea de que Amanda tuviera esa perfección y toda la experiencia que requiere para hacer eso.

-. Aitor, no está tan bien. Fíjate que hay zonas que no están tensadas. Hay cuerdas flojas y algunas hasta hacen una especie de globos a la altura de las lumbares…

Amanda observa con detenimiento su obra y habla con Almudena. No escuchamos lo que dice, pero está muy seria. Los labios de Almudena tiemblan profusamente. Después de eso hay un leve gesto de aceptación por parte de Almudena y Amanda se separa de ella para coger de un mueble una cinta de tela negra con la que le tapa los ojos sobre la máscara, con mimo. Después hay una especie de beso que le da en el cuello, pero seguidamente coge otra cuerda de cáñamo nueva. Tienen unos ocho metros y no son muy gruesas, unos seis milímetros. Empieza a hacer nudos en su cuello y hay un señor de la organización que se va a acercar a ellas, pero en ese momento hay otro hombre muy mayor, con pulsera negra que le corta el paso. Ambos empiezan a hablar y se nota la tensión de su conversación. Después, el chico de pulsera roja permite al anciano acercarse a Amanda. No hablan. Él da vueltas alrededor de Amanda y de Almudena observando. Laika ladra e intenta morder a ese señor, pero Amanda azota a la perra con una fusta que tiene en la espalda, bajo la prenda de cuero. Amanda se pone erguida con la vista en el suelo. Me llama poderosamente la atención su gesto. Es como sí de pronto, Amanda fuera la sumisa de ese hombre mayor.

-. Ese hombre anciano es Tkiro Shein. Es toda una leyenda en el mundo de las artes de sometimiento orientales. Hay quien asegura que es uno de los cinco fundadores de “ El Laboratorio “.

Después de supervisar el trabajo de Amanda sobre Almudena, el anciano hace una especie de gesto de aprobación y se retira un par de metros andando de espaldas, sin dejar de mirar hacia ellas. La chica perro le acompaña y se sienta a su lado apoyando la cabeza en la cadera del anciano que empieza a acariciarla sin mirar. Amanda va a una de las esquinas de la sala y de un mueble grande coge una barra metálica larga, de unos dos metros. Debe de ser un tubo, porque a pesar del diámetro, no parece pesar tanto. Una vez al lado de Almudena introduce la barra entre algunos de esos nudos que Aaron nos había dicho que estaban flojos. Amanda está nerviosa, muy nerviosa. Comprueba una y otra vez su obra con preocupación dando vueltas alrededor del taburete en el que está Almudena. Por fin empieza a hablar otra vez con ella. Aaron nos dice que es lo que está pasando.

-. Ahora empieza realmente la clase magistral. Lo que hemos visto podría ser una sesión clásica de Shibari, a falta de elevar la obra. Se anudaría la soga gruesa que hay en el techo a la sometida y tirando de ella se la izaría un palmo o dos sobre el suelo para lograr, con la ingravidez, que las sensaciones que siente sean plenas.

-. Y entonces, ¿ qué es lo que difiere de ese trabajo clásico a este?.

-. Míralo tú mismo. Todos los nudos que ha ejecutado Amanda son corredizos. Ahora va a tensarlos hasta que la chica apenas pueda respirar.

Y Amanda empieza a estirar de las sogas. Primero de las de los brazos y más tarde de las del tórax. Es evidente que Almudena empieza a tener problemas para respirar y se pone nerviosa intentando soltarse. Sería imposible hacer eso. Amanda grita de pronto.

-. ¡Basta!. Aprende. Controla tu ansiedad. Limita tu respiración. Relaja todo tu cuerpo y siéntelo. Aprende de él.

Poco a poco empieza a hablar más despacio y dejamos de oírla, pero se nota como Almudena empieza a relajar su respiración. Hasta que casi desaparece… Amanda sigue tensando sogas. El anciano está impaciente, nervioso o preocupado. Amanda está haciendo tanta fuerza que a veces hasta apoya el tacón en Almudena para tirar de las sogas, de una en una. Extrañamente la cara de Almudena es paz. No la vemos más que de la nariz hacia abajo, pero tiene una leve sonrisa en los labios, que han dejado de temblar por primera vez desde que ha llegado. Entonces, Amanda empieza a operar con una chirricla que hay en la pared más cercana y que es la que hace que una soga que cuelga de una polea sobre Almudena, empiece a bajar y lo hace hasta que la anilla que tiene en el extremo está más baja que la cintura de Almudena. Amanda con otras dos sogas y otra barra metálica, dibuja el cuadrante perfecto y empieza a tensar la soga del techo y a revisarlo todo. El anciano también se ha acercado tanto como para revisar cada nudo. A pesar de que lo hacen concienzudamente, no tardan más de un minuto. Se miran. El anciano parece estar muy nervioso y corre hacia la chirricla para empezar a elevar a Almudena muy despacio mientras Amanda la sujeta para que no se balancee en esos primeros momentos. Cuando está un palmo por encima ya del taburete suspendida, le da una patada a este y lo lanza lejos. Ahora Almudena está completamente suspendida.

De la soga del techo cuelga en horizontal una de las barras, que tiene en cada extremo una soga en doble, de unos dos metros. De esas dos sogas cuelga la otra barra en horizontal también, que es la que atraviesa las sogas de la espalda de Almudena. Amanda empieza a girar muy despacio sobre ese eje a Almudena a la vez que va tensando algunas cuerdas y destensando otras. Aaron nos explica…

-. Ahora está intentando, mediante la postura a la que somete a la chica, buscar el centro de gravedad. Tened en cuenta que ella no ve y apenas puede oxigenar su sangre. Todos sus puntos reflexivos estarán ya presionados… Tiene que estar en un país muy bello. La envidio.

Fijándonos bien, ahora con la tensión de las sogas, Amanda fuerza la postura de Almudena. Tiene las rodillas casi flexionadas al máximo y las piernas muy abiertas. Mucho. Su coño desnudo se exhibe pulcro y húmedo. Los brazos los tiene a la espalda casi rectos y unidos el uno al otro y la espalda forzada hacia atrás. La única postura que parece neutra es la del cuello. Cada poco tiempo Amanda hace girar un poco su peonza y la suelta para ver donde se estabiliza el peso. En ese momento tira un poco de una soga y repite el movimiento. Cuando se da por satisfecha empieza a hacerle girar vueltas completas, deteniendo el giro con la cabeza hacia arriba y entonces le dice algo al oído a Almudena. Está adoctrinándola. Sometiéndola psicológicamente. Almudena tiene gesto de no estar presente en esta sala, sino de estar en otra dimensión. Me doy cuenta de que el hombre de la organización tiene unas tijeras muy gruesas en la mano y no deja de balancearse nervioso. Toda la gente de la sala está mirando atenta.

Yo ya empiezo a entender y a conocer a Amanda. Jamás la había visto tan cachonda. Los giros lentos a los que somete a Almudena empiezan a terminar o detenerse en puntos que no se corresponden con la verticalidad. En una de esas paradas el coño de Almudena se corresponde enfrente de Amanda, que apenas agachando la cabeza un palmo, lo besa. Al siguiente giro lo lame.

-. Deberá darse prisa. No se recomienda que las sesiones de Shibari duren más de cuarenta minutos. Normalmente duran veinte, aunque con la intensidad que está viviendo esta…

-. Nosotros nos vamos a ir ya, Aaron. Nos vemos enseguida en la cama redonda, ¿ verdad?.

Cama Redonda. +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora