26: Misterio de la marca roja.

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Tal vez lo más difícil fue sacarlo de ahí, porque el túnel era muy estrecho para que ambos pudiésemos pasar al mismo tiempo

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Tal vez lo más difícil fue sacarlo de ahí, porque el túnel era muy estrecho para que ambos pudiésemos pasar al mismo tiempo.

Axl aún tenía fuerzas para arrastrarse, pero parecía negarse a salir del nido.

Estaba de malas; si tan solo se me ocurría bajarlo de mis brazos, me gruñía y mostraba los dientes.
Supongo que su resentimiento era justo, después de abandonarlo y amarrarlo para que no fuese a ninguna parte.

Además estaba enfermo, no tan grave, pero si no curaba su infección, probablemente no volvería a respirar bajo el agua, debido a la destrucción de su sistema branquial.

Moriría aunque también respirase oxígeno; él no estaba hecho para vivir fuera del agua por mucho tiempo.

Tenía al tritón en brazos al momento en el que me asomé hacia arriba, sin tener idea de cómo demonios sacarlo conmigo.

No quería encadenarlo otra vez, y no se dejaría, primero preferiría matarnos de hambre.

Me miró, plasmando de nuevo esa pequeña sonrisa.

Sus ojos brillaban, como si estuviese feliz de sufrir por llamar mi atención.

No debí acostumbrarlo a eso.

—¿Y ahora qué pretendes? —dije.

Cerró sus ojos, acurrucándose en mi pecho de nuevo.

Su cuerpo estaba tan caliente que hacía que las manos me sudaran, pese al ambiente helado.

Tenía fiebre, obviamente, y aún así se daba la libertad de seguir tan empalagoso como el día en que lo dejé a su suerte.

De verdad no comprendió lo que pasó.

Lo más inteligente que se me ocurrió para sacarlo, fue introducirlo al túnel delante mío, para que pudiese escalar atorando los pies en el hielo, al tiempo en que lo empujaba para salir.

Creí que en algún punto escalaría por su cuenta, pero no lo hizo.
Fue el doble de trabajo y tiempo sacarlo; incluso pensé que nos quedaríamos atorados hasta pudrirnos en ese agujero.

No fue el caso, logré salir con éxito, después de sentir que se me habrían fracturado los dedos de los pies.

A partir de ese momento, el tritón estuvo mucho más tranquilo.
Volví a tomarlo en brazos y se durmió en el camino de vuelta a la cabaña.

Era una completa hermosura, un regalo de la naturaleza para sentirse inferior y considerablemente feo frente a él.

¿Cómo un animal podía tener el rostro más bello que existía?

O era una mala jugada de la creación, o yo estaba desquiciado.

A veces ronroneaba, y era distinto a los sonidos de su respiración difusa, eran más consistentes y duraderos, como solía hacer cuando algo le gustaba.

Debajo del aguaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora