19: Excavación.

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Si pudiese encontrar una excusa para mi situación en ese entonces, lo diría en una simple frase:

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Si pudiese encontrar una excusa para mi situación en ese entonces, lo diría en una simple frase:

Me estaba volviendo loco.

Ya no soportaba estar encerrado, sin hablar, sin comida que valiera la pena.
Axl me estaba enloqueciendo, con sus sonidos, y sus repentinos arranques de apego, en los que no podía alejarme siquiera un centímetro de él.

Claro que en este instante yo soñaría con tenerlo así de nuevo, pero en ese entonces, se volvió una tortura.

A veces lo veía, y sentía que estallaría por presenciar esa belleza estrafalaria.
He vivido décadas después de eso, y aún, no he vuelto a encontrarme nada más bello.

Ni las auroras boreales, ni el océano más cristalino; nada es siquiera semejante.

Me atrevería a decir, que tampoco encontré persona así de hermosa.
Axl no parecía un humano del todo, pero esas finas facciones, todavía me hacen suspirar.

Sin embargo, en ese entonces, él me tenía hastiado.
No quería estar solo, pero tampoco quería estar con él, porque después de su periodo de apareamiento, todo se volvió extraño, aún más.

Esa mañana, pasé mucho tiempo mirando por la ventana.
La tormenta por el invierno no disminuía, pero el encierro ya era insoportable.

Axl estaba acostado a mis pies, sin embargo, no dormía.

Si yo estaba cansado, para él debió ser mucho peor; también me preocupaba lo que pudiese sentir, y cuánto más podría sobrevivir fuera del agua.

El tritón estaba más delgado, pero siempre llamó mi atención que no rogaba por comida, como lo hacía para conseguir otras cosas.

Ambos necesitábamos salir.
Sabía que él estaría bien, pero yo, no estaba seguro de soportar mucho tiempo.

Estaba tan harto, que no me hubiese importado morir en ese entonces.
Mi único remordimiento, era dejar solo al tritón, porque quería creer que él me necesitaba.

Claramente no era así, él haría su vida con mi presencia, o sin ella.
Pero en mi caso, no fue tan simple.

En un arranque de desesperación, saqué todo lo que tenía para abrigarme.

Axl me miró desentendido, acomodándose para quedar sentado.

Sí, tal vez me tenía un poco estresado, pero eso no significaba que lo quería completamente lejos, solo necesitaba un momento para mí, pero no el resto de la estadía.

Me acerqué a él, y me agaché para tomar su rostro.
—¿Estás cansado? ¿Quieres nadar? —pregunté, conciente de que no tendría idea de si quería o no.

Él ronroneó, y movió su rostro en mi palma para acariciarse por su cuenta.

Me miró a los ojos, y yo lo solté, porque no quise seguir con esas interacciones que ya eran incómodas.

Debajo del aguaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora