23: Corazón de lágrimas.

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A veces, aún puedo soñar con él; verlo a los ojos, sentir su cuerpo cerca, incluso puedo escucharlo, pero no es la misma experiencia

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A veces, aún puedo soñar con él; verlo a los ojos, sentir su cuerpo cerca, incluso puedo escucharlo, pero no es la misma experiencia.

Extraño estar junto a él, y todas sus inusuales manías.
Me encantaría regresar el tiempo, para estar con él un último día, y ser conciente de ello.

Al parecer es mucho pedir, así que solo me queda recordar.
Recordar que alguna vez, la vida me regaló la oportunidad de compartir mi tiempo con el suyo, y de conocernos, a un nivel distinto al que se vive con cualquier otra especie.

Decir que él era como una mascota, es bastante extraño por donde se le mire, mucho más considerando el tipo de cariño que sentía. Y decir que él fue mi pareja, es tan raro, que le helaría la sangre a cualquiera.

Lo cierto es que que hubo algo, no sé con exactitud qué fue, pero lo viví como un verdadero romance, tan desmedido y desgarrador como cualquiera.

¿Por qué me fijé en él?, no lo sé, fue un juego cruel del destino.
He investigado y trabajado con cientos de especies distintas después de él, pero no me ha vuelto ha pasar lo mismo, y eso habla bien de mi estado mental, pero también me deja con la duda de porqué pasó lo que pasó.

¿Por qué se volvió tan difícil amar después de Axl?
Siempre busco alguna respuesta lógica para este mal, cualquier cosa con la cual pueda justificar esa obsesión, pero solo me vuelvo loco tratando de encontrar una explicación en algo que no la tiene.

He pensado en la probabilidad de que gustara de esa dinámica de poder que existía entre nosotros, cosa que si ocurriera en una relación humana, me convertiría en un psicópata.

La realidad es que no se trataba de someterlo, maltratarlo u encontrar satisfacción en poder hacerle cualquier cosa, sin que él tuviese conciencia de ello.

Entonces no sabía qué era lo que me gustaba de él, ¿era su belleza?, ¿su curiosidad?, ¿su misticismo?, o tal vez todas juntas, y muchas razones más.

A esas alturas, ya daba lo mismo.

Naturalmente, tras tanto indagar, me preguntaba qué es lo que le gustó de mí.

Quizá se sentía protegido, aunque no lo necesitara. Quizá era alguna cuestión de feromonas, o tal vez, para ambos casos, fuimos no más que el alivio para nuestra soledad.

Sé que él estaba solo, y el problema, fue que se acostumbró a estar conmigo.
¿Cómo le enseñas a alguien que las cosas no son para siempre?

Ni siquiera yo lo quería aceptar.

En ese entonces, me percaté de muchas actitudes diferentes en él.
Solía gustarle nadar y desaparecer durante algunas horas, antes de volver al valle de la cabaña.
O tan solo esconderse debajo de la cama; en general, le gustaba su tiempo a solas.

Pero, después de pasar unos días en su nido, la cosa cambió bastante.

Me di cuenta de que trataba de pasar el menor tiempo posible dentro del agua, porque había una distancia entre ambos cuando estaba mojado.
El ambiente ya era lo demasiado frío como para quererlo cerca, con su cuerpo casi congelado.

Debajo del aguaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora