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Su dignidad sí que lo agradeció.

Su lobo no tanto.

Ahora pasea por la calle una semana después de la accidentada noche. Aún le siguen viniendo flashbacks de sus patéticas acciones y no puede evitar negar con la cabeza mientras patea una piedra que se cruza en su camino.

Fue totalmente vergonzoso y da gracias a que Lucio fue el único en verle en ese estado. También agradece la discreción que ha tenido con el tema los últimos días, ya que todavía no se cree lo que le dijo en aquella barra del bar.

No quiere darle más vueltas.

Está cansado de la opresión en su pecho cuando recuerda el choque de labios con ese omega desconocido. No por el beso en sí, sino porque le entró verdadero pánico al hacerlo, pues lo que en realidad quería era besar a otra persona.

Una persona sobre la que no tiene ningún derecho y que apenas conoce. Es realmente ridículo.

Golpeando la piedra que lleva arrastrando unos minutos, acaba dándole demasiado fuerte. El sonido del objeto impactando con un cristal hace que levante su mirada por primera vez en un largo rato. Conoce lo suficientemente bien su camino a casa como para caminar sin prestar atención a lo que le rodea.

"No me jodas"

El cristal pertenece a una juguetería. La vida no puede dejar de reírse de él y comienza a cansarse.

Para un momento a observar el escaparate lleno de juguetes para todas las edades. Coches, princesas, casas que podrían ser más grandes que la suya y decenas de peluches que se ven verdaderamente abrazables.

Evidentemente, las palabras que le dijo a su amigo en el viaje de vuelta vienen a su mente en ese momento. Seguía queriendo hacer algo por ese bebé, pero ya no estaba tan seguro de que fuese una buena idea.

Quiere acercarse al omega, pero a su vez no quiere terminar de creerse que la atracción que siente es real. Nunca se ha sentido así y, si bien no sabe cómo gestionarlo, tampoco va a mentirse a sí mismo.

No lo piensa demasiado cuando entra al establecimiento.

Observa a su alrededor algo perdido, pues en realidad no sabe ni que pretende al entrar. No tiene ni idea de niños y mucho menos de lo que necesita uno tan pequeño. Al ver a una dependiente acercarse, deduce que su falta de conocimiento es obvia.

"Hola, buenos días, ¿puedo ayudarle en algo?" Mierda, no sabe qué contestar.

Hola, busco un regalo para un niño que tiene dos meses. No, no es mío, pero su madre tiene a mi lobo loco y pensé que esto era una buena idea para acercarme y pasar tiempo con ellos, ¿tiene algo así?

No va a decir eso, aunque sería más sencillo. Va a inventarse un sobrino que vive en Australia y viene de vacaciones al pueblo, pero algo más que logra ver por encima del hombro de la omega atendiéndole le descoloca por completo.

Otro omega. Bajito. Pelo rizado y castaño. Un bebé posa su cabeza en su hombro y busca el olor de su madre.

Oh, no, otra vez no.

Definitivamente tiene que ir al médico, porque esto no es normal. Está bien sentirse atraído a alguien, pero verlo en todos lados le hace pensar que está volviéndose loco. Es imposible...

"Por favor, l-le estoy diciendo que voy a casa y le t-traigo el dinero s-sin problema" Escucha una dulce y atormentada voz hablarle a la otra omega de avanzada edad que atiende la caja de la tienda.

Es él.

"No puedo dejarle ir. O tiene el dinero o llamo a la policía" ¿Qué están hablando? Tiene que acercarse más o va a empezar a romper todas y cada una de las cosas que le apartan del angustiado omega.

ɴᴏ ʟʟᴏʀᴇꜱ ; ᴍᴀʀɢᴜꜱDonde viven las historias. Descúbrelo ahora