29

129 13 3
                                    

"Nada, ¿verdad?"

Su corazón se rompe como siempre lo ha hecho esos meses al ver a Agustín salir del baño con una mueca triste y negando con la cabeza.

"No..." Lo dice tan bajito que apenas lo escucha. Odia con toda su alma verle así.

"Ven aquí, mi omega. Por favor"

Y Agustín hace lo que le pide.

Se acerca rápidamente al borde de la cama dónde él está sentado y le abraza por el cuello, enterrándose en ese lugar. Los labios de Marcos quedan a la altura de su marca y sabe lo que tiene que hacer.

Sin dejar de lamer, hace que Agustín se coloque de lado en su regazo y lo deja perderse en sus pensamientos.

Afortunadamente, ya no llora cuando observa la única línea roja en la dicha prueba que Agustín insiste en hacerse cada semana desde hace cuatro meses que empezó el tratamiento de fertilidad, aún sabiendo que no obtendría resultados tan pronto.

Marcos amaba tomar a su omega casi todos los días, solo dejándolo pasar cuando no se veían por su trabajo o por el cansancio excesivo. Lo amaba antes y lo ama ahora que cada nuevo nudo es una oportunidad.

Todas las mañanas Agustín se tomaba la medicación con una sonrisa en la cara, a lo que él sonreía igual, cómplice del hormigueo en su estómago al pensar que cada día es uno menos para tener a su cachorro en sus brazos.

Agustín nunca perdió la esperanza. Marcos siempre estaba ahí para sostenerlo cuando esta se esfumaba.

Él sabía la ilusión que había antes de una prueba, pero odiaba el sentimiento en su lazo cuando lo que tanto desean no se daba de ninguna forma. No era ninguna sorpresa, ambos son conscientes de su situación, pero las posibilidades están ahí.

"No pasa nada, alfa" Habla Agustín con la voz algo débil "Entiendo que no es realista, pero n-no sé..."

"Es normal, mi amor. No pasa nada por tener fe en ello" Susurra en su frente mientras sigue dejando pequeños besos en ella.

"Era mi deseo de año nuevo. Y de mi cumpleaños"

"Lo sé, omega. Fue el mío también, pero eso no significa que no llegará, ¿sí?" Agustín asiente mientras se acurruca más a su pecho desnudo, su refugio favorito para ese duro y frío enero.

Enero.

Casi un año desde que conoce a Agustín.

Casi un año desde que supo que era amar, desde que se enamoró de las dos almas más puras de la tierra.

El cumpleaños de Agustín y Nico en diciembre, con apenas dos semanas de diferencia, fueron momentos llenos de alegría dónde se dio cuenta de que esos días pasaban a volverse los más importantes de su vida.

Decidieron celebrar los dos cumpleaños en uno, pues la cafetería estaba bastante llena esos días de invierno y Tomas, por mucho que quisiera, no podía prescindir de Agustín demasiado. Marcos aprovechó ese pequeño descanso para reservar una preciosa cabaña en un bonito complejo cerca del pueblo.

Esos días fueron maravillosos, pero no le sorprendía demasiado. Estar con Agustín siempre significaba ser plenamente feliz.

Lo mismo pasó cuando decidieron ir por navidad a casa de sus padres.

No se imagina unas navidades más sin decenas de regalos para Nico con toda su familia babeando por él, sin Agustín cocinando entre risas con su madre, sin besos de fin de año llenos de amor y ese sentimiento que le hace querer volar y sentirse capaz de ello.

Definitivamente, su vida es asombrosa y hará lo que sea por mantenerla así. Incluso mejorarla, si es posible.

Está dedicando todo su tiempo y esfuerzo a ello.

ɴᴏ ʟʟᴏʀᴇꜱ ; ᴍᴀʀɢᴜꜱDonde viven las historias. Descúbrelo ahora