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Es inevitable levantarse de tan buen humor.

Su cara aplastada en la cómoda almohada tiene plantada una sonrisa que es tan extraña como la forma en que su corazón bombea intranquilo y un sentimiento de nervios le invade de pies a cabeza.

Apagando la alarma de un manotazo, decide coger el móvil, y colocarlo sobre su cabeza mientras entrecierra los ojos molesto por la intensa luz del aparato y se humedece los labios al notarlos resecos por el excelente sueño de esa noche.

Son las seis y media de la mañana, pero jamás ha dormido mejor. Puede que la razón sea que aún puede oler en su piel un rastro dulce de canela combinado con el característico aroma a bebé al que tan bien se ha acostumbrado.

Con algo de indecisión, pulsa el contacto de Agustín. Fue hace un par de semanas que intercambiaron números y no se escriben tanto como le gustaría. Aunque también es cierto que se veían más de lo que nunca hubiese imaginado

'Hola, Agustín. Ayer se quedaron durmiendo y me tuve que ir. Me encantó la película, aunque me hubiese gustado ver tu reacción al final. Un beso'

Intentando no pensar mucho en si esa despedida en el mensaje es algo atrevida, decide ponerse en marcha. Quiere aprovechar su momentánea felicidad para hacerse un buen desayuno y reunir fuerzas para el día que tiene por delante.

Hoy le toca quedarse por la noche, así que también debe hacerse algún sándwich o quizás una ensalada de pasta para cenar. No puede evitar sonreír al levantarse de la cama con tan solo un pantalón de pijama y pensar en cómo Agustín le reclamaría no haberle dicho ese importante dato para poderle hacer cualquiera de sus exquisitos platos.

Le hubiese encantado, pero no quiere que Agustín gaste más en él. Sabe el trabajo que supone cuidar a Nico, ya que él mismo lo ha sufrido en ocasiones, como para que además tenga que encargarse de él. No quiere ser una carga o que el omega acabe pensando que se está aprovechando de su bondad.

Antes se queda sin comer por semanas a que Agustín piense de esa manera.

Ya en la cocina, se hace su té y un tazón de 'yogur con cosas' como le decía su hermana. Es cierto que su receta dependía de lo que tuviese ese día en casa, pero siempre cosas saludables. Abriendo cajones encuentra un poco de anacardos, muesli, chia, miel y decide añadirle un plátano para aportar algo de fruta.

No puede evitar sentirse culpable cuando descubre en su cajón un poco de canela en polvo y le echa un poco más de lo necesario.

"Perfecto"

Lleva el tazón al salón y come rápidamente revisando sus redes sociales en el sofá hasta que sabe que no puede retrasarse más.

Se pone una camiseta roja que se ajusta a sus músculos más de lo normal y se da cuenta de que quizás sí que está haciendo demasiado ejercicio últimamente. Unos jeans negros y sus Adidas blancas completan el conjunto a la vez que pasa una mano por sus pelos para desordenarlos tanto que parece que se ha peinado.

Es un arte que ha dominado con los años.

Después de empacar en su bolsa todo lo necesario, baja al garaje y conduce su coche hasta la estación mientras tararea algún éxito que suena en la radio demasiado para su gusto esos últimos días.

Saludando amablemente a todos sus amigos y riéndose de las caras de sueño de los que llevan ya dos días seguidos trabajando, entra al salón común para dejar todas sus cosas. No es sorpresa que Lucio este allí ya. Ese hombre trabaja demasiado.

"La bestia está de buen humor. Qué sorpresa" Lucio ríe mientras sigue escribiendo en los papeles encima de la mesa.

"Pues sí. Algún día tendría que pasar, aunque yo que tú no me arriesgaría a hacer un mal comentario. No sé cuanto durará" El alfa vuelve a reír y levanta su cabeza para mirarle con sus característicos ojos de cachorro.

ɴᴏ ʟʟᴏʀᴇꜱ ; ᴍᴀʀɢᴜꜱDonde viven las historias. Descúbrelo ahora