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No es cosa de un día.

Los golpes producidos por pisadas de alguna persona que ha decidido hacerle a vida imposible se alargan durante la semana.

El martes ocurrió de nuevo, produciendo que hoy miércoles llegase a la estación de bomberos deseando que Lucio le pidiese hacer guardia esa noche. Prefería despertarse en mitad de la noche para salvar vidas y no para quitarle la suya a su vecino.

No podía evitar comenzar a tenerle un odio inhumano al responsable de sus noches en vela. No entendía el por qué de esos ruidos y deseaba con todas sus fuerzas que cesasen o de verdad iba a acabar con su paciencia.

Lo peor es que eso es algo fácil.

El caso es que los paseos de madrugada eran intermitentes. Se daban unos cuantos minutos a media noche y, en un momento, dejaban de sonar como un verdadero infierno en su cabeza.

Cuando Marcos pensaba que por fin conseguiría algo de sueño, las caminatas retomaban su rutina por otros minutos. Así a lo largo de la larga y fría noche.

Decir que se quiere pegar un tiro todas las mañanas sería algo suave a la vez que puede sonar dramático.

"Lucio, por favor, dime que me necesitas" Su buen amigo, quien nunca se sorprende ante su afán de ayudar, le mira con algo lástima.

"Marcos, disfruta un poco de tu día libre y solo ven cuando de verdad seas necesario. Tienes que disfrutar de la vida fuera del trabajo" Con un gruñido bajo, niega con la cabeza.

"No quiero eso. Quiero estar aquí y hacer algo de provecho" Su voz suena baja y demandante, sin pensar en que su amigo quizás solo quiera hacer algo bueno por él.

"Para de gruñir de esa manera, asustas a la gente" Sin sentirse ni una pizca culpable, Marcos se encoge de hombros y sigue mirando al alfa con el ceño fruncido. Qué se tapen los oídos o algo "Y si de verdad quieres estar aquí, equipa el camión o haz trabajo de oficina"

Rodando los ojos decide que lo mejor es organizar papeleo o algo por el estilo. Los camiones están sucios y llenos de ropa usada con aroma a alfa sudado lista para ser lavada, lo cual personalmente no definiría cómo su actividad favorita.

Sin embargo, una vez entra a la oficina, recuerda el por qué nunca ronda por ahí.

Teo.

Mirando al omega organizar los cajones de su despacho, abre los ojos abruptamente y se apura a salir de allí lo antes posible sin ser pillado. Sin embargo, al intentar escapar de espaldas, choca con una caja cercana a la puerta y provoca un estruendo que termina por alertar al rubio de ojos color miel.

Mierda.

"¡Marcos!" El omega se levanta con una alegría algo inquietante y rodea su torso como si de su mejor amigo se tratase. Si no fuera su compañero y hermano de Lucio, seguramente ya se hubiese llevado algún golpe.

No lo odia. No llega a ese extremo, pero sí que le irrita demasiado su confianza aun sin él haberle dado pie a nada de eso. El niño parece tener una pequeña obsesión con él, sobre todo a raíz de lo que pasó hace unos meses.

Marcos estaba en casa de Lucio como de costumbre, y había tenido la mala suerte de quedarse en el salón mientras este iba a comprar algunas cosas para cenar. Su amigo ya le había avisado de la visita de su hermano, a quien conocía desde críos pero que hacía mucho tiempo no veía.

Teo cursaba su último año de instituto, por lo que su estancia en esa casa duraría poco y se pasaría la mayor parte del tiempo en su habitación. La desgracia fue que justo su celo llegó en ese instante.

ɴᴏ ʟʟᴏʀᴇꜱ ; ᴍᴀʀɢᴜꜱDonde viven las historias. Descúbrelo ahora