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"Mi madre te va a matar"

"Alfa, no me digas eso" Marcos se muerde el labio divertido al ver el puchero en la cara de Agustín mientras esta cocina los huevos y el bacon en la sartén.

"Bueno, yo solo te digo que no le gusta hacer trabajar a sus invitados. Va a pensar que lo haces por compromiso" Agustín niega sin mirarle y él continua sacando los gases a Nico, quien se apoya en su hombro con el estómago lleno.

"No es así, me apetece mucho cocinar para tu familia" Responde el omega, que a su vez saca las tortitas de la otra sartén y las coloca en un plato "No han sido más que buenos conmigo y esto es una forma de darles las gracias. Además, echo de menos cocinar para tanta gente. Me hace ilusión"

"Bueno, cariño. Cómo quieras"

Marcos solo se apoya en la encimera de la cocina y admira cómo Agustín se mueve feliz por una cocina en la que no ha estado nunca, pero que parece dominar a la perfección. Su pecho se calienta al sentirlo tan suave y tranquilo, sobre todo después de lo perfecto que ha sido la convivencia esos dos últimos días.

Después de dormir juntos por primera vez. De tocarle como siempre ha deseado.

Lo primero se ha dado las dos últimas noches, pues finalmente hallaron la manera de juntar dos camas en su cuarto y dejar a Nico entre ellos o simplemente en su duro y ancho pecho, donde el diminuto bebé tenía espacio de sobra para conciliar el sueño.

Lo segundo no se ha repetido. La razón oficial es que no han tenido ocasión, siempre rodeados de familiares o simplemente Nico queriendo la atención de ambos en todo momento.

Su versión es que Agustín se muere de vergüenza cada vez que piensa en ello. De cierta manera le hace gracia; es divertido ver como el ojiazul comienza a balbucear cuando Marcos hace comentarios más atrevidos o toca en zonas más delicadas.

Nunca termina en nada, evidentemente.

Marcos muere por tenerlo como el otro día; su alfa está ansioso y agitado cada vez que observa al omega y su precioso cuerpo pegado a él en la cama, pero jamás haría a su omega sentir incómodo o mal sobre algo así.

Pasará cuando tenga que pasar.

"Alfa, ¿puedes probar esto?" Agustín le tiende una cuchara con crema de chocolate que ha hecho específicamente para las tortitas.

"Mmm, un momento"

Sin que Agustín pueda reaccionar, sujeta al cachorro con una mano y con la otra pasa un dedo por el chocolate y lo coloca en los labios del omega. Labios que se encarga de besar justo después.

Sus bocas se unen temblorosas por su risa al escuchar el jadeo del ojiazul, pero eso no impide que Agustín se contagie de su risa y siga el beso entre risas y lenguas traviesas encargadas de saborear el chocolate, a parte del sabor natural del otro.

Maravilloso.

"Está muy bueno, omega" Agustín se separa riendo, pero con un sonrojo.

Como venganza, el menor coloca un poco de chocolate en su mejilla. Marcos se ríe, llevándose la mano a la cara para retirarlo, pero Nico acerca su boca intentando capturar la pequeña mancha.

"No, no, lobito" Marcos se retira rápidamente y Agustín se apura a retirarle el chocolate mientras el niño patalea enfadado "No puedes comer eso todavía, cachorro. Te puede hacer daño"

Nico no parece estar de acuerdo y estira su mano hacia su madre buscando probar el alimento. Agustín sujeta su mano y la besa enternecido.

"Mi bebé, ¿aún tienes hambre?" El omega apaga la vitrocerámica y mueve sus manos hacia la barriga de su hijo "Yo te veo muy llenito" Nico ríe ante las cosquillas de su madre y Marcos los mira completamente enamorado.

ɴᴏ ʟʟᴏʀᴇꜱ ; ᴍᴀʀɢᴜꜱDonde viven las historias. Descúbrelo ahora