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"¡Marcos Ginocchio!"

Sus ojos se cierran y su cara se frunce molesta mientras aparta el teléfono de su oído. No esperaba ese grito de su madre tan temprano.

"¿Q-qué pasa mamá?" Dice con voz ronca y desorientada mientras se levanta de la cama y va hacia el baño para espabilarse un poco. No se acaba de levantar, pero lleva un rato dando vueltas entre las sábanas aún somnoliento.

"¿¡Cuándo me pensabas decir que tenías omega?!

Valentina. Dios santo, en ese momento mataría a su hermana con sus propias manos.

"Mamá, escucha..."

"Ni mamá ni nada, Marcos" Escucha a su madre suspirar y ya se imagina su mandíbula tensa y respiración agitada que siempre tenía cuando le pillaba haciendo una trastada de pequeño "Y-yo no me lo puedo creer. Tienes un omega desde hace semanas, y encima lo piensas traer hoy sin avisarme. No me cuentas nada, no sé qué te he hecho para que me trates así"

Marcos puede sentirse culpable por olvidarse de ese detalle, pero eso no le impide rodar los ojos ante el dramatismo de su madre.

Justo esa mañana van a viajar a Londres, pues en un par de días es la apertura del restaurante y afortunadamente tanto Agustín como él han podido tener días libres para poder acudir sin problemas. Lucio, quién también iría, no tuvo problema con ello, y aparentemente el jefe de Agustín tampoco.

Marcos todavía sospecha que el hecho de casi matarlo con la mirada cuando su omega le pedía amablemente el permiso, benefició positivamente la causa. A veces ser un alfa puro y dominante era de agradecer.

En un par de horas saldrían en su coche y ahora tiene a una omega enfadada gritándole al oído. La mañana no podría ir mejor.

"Lo siento, de verdad. Apenas he tenido tiempo de pensar en ello" Pone el manos libres un momento, y deja el teléfono en un estante mientras se lava la cara "¿Es un problema?"

"¿¡¿Qué si es un problema?!" Otra vez un grito que le hace saltar "¿Tienes idea de lo difícil que ha sido encontrar una tienda abierta a estás horas?"

"¿Una tienda?" Marcos está demasiado dormido para entender algo de esta conversación.

"¡Claro! Tendré que prepararle mi famoso bizcocho para dar una buena impresión. No sabes el disgusto que me he llevado al no encontrar chocolate en la alacena" Su madre hace una pausa que él aprovecha para parpadear ante la información "Oh, ¿le gusta el chocolate?"

"Le encanta el..."

"Seguro que sí" Interrumpe la omega "También tengo que decirle a tu padre que suba el colchón del garaje; en la cama no van a caber bien. Evidentemente, tú duermes en el suelo, no puedes dejar que se sienta incómodo. Hay que cuidar a ese omega como si fuera oro" Marcos quiere hablar, pero su madre no lo permite "¿Qué digo oro? ¡Diamante! Oh, Dios. Mi hijo mayor con omega, nunca pensé que pasaría"

"Mamá, por favor. Déjame hablar" Carola deja de hablar abruptamente y hay un silencio que él aprovecha "Entiendo que te haga ilusión, a mí también, pero te pido que no le atosigues" Su madre jadea ofendida y él se adelanta "Sí, mamá, a veces te emocionas demasiado y mi omega es muy..." Un gritito le hace suspirar cansado.

"¿Qué?"

"Has dicho 'mi omega'" Definitivamente esos días van a ser muy duros.

"Bueno, bien. Emociónate lo que quieras, pero hazme el favor de comportarte. Agustín es muy tímido y tiene algo de miedo de conocerlos, no le hagas tener razones para ello"

"Que sí, cachorro" Dice su madre distraída y ya risueña como siempre "Todo va a ir bien. Dile que me muero de ganas de verle. Vamos a hacer muchas cosas juntos. ¿Le gusta cocinar?" Marcos sonríe por la pregunta.

ɴᴏ ʟʟᴏʀᴇꜱ ; ᴍᴀʀɢᴜꜱDonde viven las historias. Descúbrelo ahora