3 | La sorpresa de Hera

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Cede: 15 de Junio, 2010. Long Island, Nueva York.


El Héroe Perdido  (1)


- ¿Estás segura de esto? - preguntó ella estudiando a la rubia. 

- ¡No nos queda de otra! 

Alicia hizo gestos para preguntar a los demás. 

- ¿Quién está a favor? 

Todos en la cabaña de Apolo alzaron sus manos. Creían que era una buena causa. 

- Bien, hagámoslo. 

Era el tercer día desde la desaparición de Percy, y Annabeth había convencido a Alicia de confiar en Hera. Resulta que la noche anterior, después de que terminaran con la exhaustiva ronda de rastreo, la hija de Atenea tuvo una visión en sus sueños, donde la Reina de los Dioses le ofrecía buscar al "Chico con un zapato" para obtener las respuestas que necesitaba. Anteriormente, Hera, había demostrado no ser fan de ellos como semidioses. Después de su encuentro en el laberinto hace tiempo, Annabeth pasó todo el año siendo molestada por sus animales sagrados: las vacas, y Alicia había tenido que lidiar con sueños repetitivos de estas mismas mientras pastaban en un corral. Pero a pesar de eso, la rubia se encontraba tan desesperada, que le confirmó que harían como ella pedía.  

Esto sin mencionar el raro comportamiento que habían tenido los Dioses, pues los padres de los semidioses llevaban un mes sin comunicarse con nadie. Si bien, antes lo hacían muy poco, ahora era nulo. Las puertas del Olimpo se cerraron, y Dioniso fue llamado a este. Nadie entendía que era lo que pasaba, pero trataron de continuar con su día a día normal porque a pesar de la ausencia, los Dioses seguían reclamando a sus hijos. (Claro, Percy les había hecho jurar sobre Estigio que lo harían). 

Ahora, Annabeth necesitaba un medio de transporte para ir al gran cañón, y por si eso no fuera ya una locura, estaba pidiendo prestado el mejor carro griego del campamento: el de la cabaña siete. Después de que la rubia convenciera a Alicia de confiar en Hera, tuvieron que hacer una votación con todos los integrantes de la casa de Apolo para asegurarse de que estaban de acuerdo en prestar su preciado coche. 

- Se los agradezco mucho, a todos. - dijo Annabeth con un entusiasmo renovado. 

- Mucha suerte -. les deseó Kayla. 

Saliendo de ahí, las semidiosas se colocaron sus armaduras griegas, y se dirigieron a la Gran Cabaña para contarle su plan a Quirón. 

- ¿Estás segura? - le preguntó el centauro cuando Annabeth terminó de narrar sus propósitos. 

- Yo ya le pregunté eso. - informó Alicia. 

- Bueno, si estás decidida, adelante.- autorizó -. Tengan mucho cuidado. Y si no quieres manejar, Al, Butch resultó ser un muy buen jinete. Se lleva increíble con los pegasos. 

- ¿Bromeas? ¿Y perderme la oportunidad de volver a manejar el carro más veloz de todo el campamento? 

El centauro sonrió. 

- Ya sabía que dirías eso. 

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El canto del Sol | Jason GraceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora