24 | Sí, el cielo y el sol

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Cede: 20 de Junio, 2010. Long Island, Nueva York, E.U.A.


FIN DE LA PARTE UNO 


Annabeth se recargó en su respaldo exasperada, Alicia colocó una mano en su hombro. 

- Lo único que podemos hacer por ahora es construir el Argo II y esperar - dijo Rachel. 

La reunión se dispersó y algunos líderes se dirigieron a sus respectivas cabañas o actividades. Otros se quedaron ahí, analizando las cosas. El atisbo del comienzo del atardecer los abrazó a todos por la ventana y Quirón se acercó con Jason.

- Recibí un mensaje de Iris - le hizo saber -. Thalia no vendrá hasta mañana por la noche.  

El rubio suspiró y se quedó un poco apesadumbrado. 

Por otro lado, Alicia se preocupaba por Annabeth. 

- ¿Estás bien? - preguntó con señas a su rubia amiga mientras comía un poco de néctar.

- Sí... necesito ir con los Stoll para que me den la solución para despegar la puerta de la cabaña tres. 

Alicia sonrió a penas. 

- Beth, él estará bien... Es el héroe del Olimpo de quien estamos hablando. Percy siempre se las termina arreglando para sobrevivir. 

- Sí - murmuró a penas intentando sonreír, pero el rostro decaído no ayudaba -. Tienes razón... Es solo que extraño mucho a mi sesos de alga. 

La castaña no resistió más y la abrazó. 

- Hablaremos después, ¿sí? - sorbió por la nariz -. Necesito estar un momento a solas. 

Alicia se sentía mejor, al menos su cuerpo le permitía caminar normal y sin ayuda, pero el corazón le pesó cuando la acompañó a la salida y la vio perderse entre el campamento. 

Si para ella era difícil la desaparición de su mejor amigo, debía ser una tortura para su novia.

Alicia se recargó en el barandal del pórtico, analizando lo que les sucedía a todos. Era una locura y empezó a mortificarse con todo lo que se venía, pero sintió un brazo rodearle la cintura y suspiró calmada con su presencia. 

Jason se quedó sosteniéndola por la espalda mientras ella se recargaba en su pecho, dejándose envolver por los brazos del rubio en una sensación verosímil de confianza y comodidad. 

- Si es tan capaz como dices, Jackson estará bien - dijo adivinando sus pensamientos. 

Ella jugó con sus manos fuertes y callosas de tantas batallas que le tocaban el abdomen. Acarició con la yema de sus dedos la curita que cubría las letras que le había dejado a Jason en la canilla. Pasaron unos segundos hasta que Piper y Leo también salieron de la cabaña. 

- Vaya, el romance se respira hasta dentro - murmuró Piper risueña. 

- ¿Ya se besaron? Si no se han besado convenceré a Piper de hacerlos bailar juntos una danza de apareamiento. 

El canto del Sol | Jason GraceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora