28 | Enredos

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Cede: 26 de Junio, 2010. Long Island, Nueva York, E.U.A.



INTER de El Hijo de Neptuno (4) 


[ATENCIÓN: Este capítulo incluye contenido explícito +16; en caso de no ser de su agrado, se recomienda saltar la sección que se anunciará con asteriscos en negritas]


Alicia planeaba esperar hasta la cena para traerle comida a Jason. De momento, lo dejaría dormir. 

Empezó a organizar los fármacos en una vitrina cuando escuchó que alguien abrió la puerta. Ella se giró con tranquilidad. Una tranquilidad que se vio perturbada con la visita. 

- Hola, Cotzomi. 

Incluso su saludo resultaba tedioso. Quería preguntarle a Drew que demonios hacía ahí, pero no iba a iniciar una discusión que ella terminaría perdiendo. Fue así que la hija de Afrodita entró resuelta a la estancia con un ramo de rosas en sus manos.

Rosas rojas, queridos lectores, ROSAS ROJAS. 

- Escuché que Jason estaba aquí, así que pensé en verlo para darle una imagen que lo motivase a vivir - dijo con un rostro inocente mientras se acercaba a la camilla meneando sus pestañas. 

Alicia quiso aventarle la botella de bonadoxina que traía en la mano pero se controló. A fuerzas, escribió una nota y se la extendió a Drew. La chica de cabello negro y lustroso la barrió antes de arrebatarle la hoja y leerla con un gesto de desagrado. 

- No puedes tener rosas aquí; soy alérgica. Además, Jason está dormido, déjalo descansar. 

- ¿Eres alérgica? ¡No tenía idea! - lo dijo con un tono más falso que un billete de trescientos pesos mexicanos -. Igual, no son para ti, son para él. 

Arrimó la silla de visitas a un lado de su camilla, dejó el ramo en el buró, y se sentó con las piernas cruzadas. Pero ni siquiera miró al rubio, solo sonrió con falsedad hacia Alicia. Jason no le importaba más que por las apariencias, y Alicia estaba muy consciente de que solo estaba ahí para joderla. 

- Escuché que el barco está por ser terminado... y sospecho que tu partirás con los semidioses de la Segunda Gran Profecía, ¿no es así? 

La hija de Apolo suspiró y cruzó los brazos con altanería. Drew bajó su sonrisa, pero tenía la misma mirada venenosa. 

- Oh, Alicia, no te envidio. No te preocupes... ¿Pasar días en batallas con solo un chico lindo a mi alrededor? ¡Me aburriría! ... - Alicia tuvo ganas de golpearla por hablar de Jason de esa manera -. No, solo pregunto porque estoy... preocupada... 

Ante los ojos abiertos de la castaña, Drew soltó una carcajada. 

- ¡Jamás me preocuparía por ti, querida! ¡No te emociones! - se recostó en el respaldo de la silla -. No, no... me preocupan los demás. Me preocupa que esta misión sea demasiado para ti. Y antes de que explotes, piénsalo conmigo... 

El canto del Sol | Jason GraceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora