16 | ... podría dejarte atrás

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Cede: 18 de Junio, 2010. Pikes Peak, Colorado, E.U.A.


El Héroe Perdido (14) [SOLSTICIO]


- Jason, relájate. Me tienes con los nervios de punta, y vaya que es difícil para mí que pase eso - lo regañó Leo.

Jason por fin dejó de caminar en círculos y se sentó a un lado de donde dormía Alicia, pero jamás dejó de verla. 

La cueva era fría, aunque lo fue aún más la estela de invierno que los siguió desde la casa de Midas hasta la montaña. 

- Lo siento, es solo que estoy intranquilo. 

- Ya lo notamos - comentó con amargura Piper. 

Jason la observó reacio. 

- Alicia no ha hecho más que cuidar de ti y no te importa cuando es ella la que está herida. 

- No dije eso. 

- No dije que lo dijeras. 

Piper se llevó las manos al rostro exasperada. 

- No soy una curandera - le incriminó -. No podemos hacer nada. Nuestra única opción es esperar a que el entrenador encuentre las bayas silvestres y vuelva con un tónico para ella. Hasta entonces, no insinúes que me vale un pepino su vida. 

Jason solo frunció el ceño. 

La hija de Apolo no se había despertado desde el golpe que recibió en la casa de Midas. Su cuerpo estaba frío con la tormenta que el rubio había invocado y el invierno salido de la nada se había filtrado en sus entrañas. La temperatura de sus manos era fría, pero cuando Jason revisaba su frente percibía la fiebre. Habían hecho lo que estaba en sus manos: desinfectar la herida y bloquearla con una gaza del botiquín, darle trozos de ambrosía... pero ella seguía sin despertar. 

El tono lívido de su piel, los labios secos, la respiración débil y el pulso lento no lo tranquilizaban. Era como si Alicia hubiese perdido la luz que se reflejaba en ella como una estrella en supernova. 

Leo se encontraba cocinando hamburguesas normales y de tofu en la fogata mientras también atizaba el fuego en silencio. Calentaba los panes en un sartén de hierro. 

Al final, Jason suspiró con pesadez. 

- Lo lamento - se disculpó -. No quise... No estuvo bien eso, Piper. 

- Descuida - murmuró la morena bajo su aliento. 

Se quedaron ahí a esperas de un milagro, una señal, o un empujón de apoyo por parte de sus presuntos padres divinos. 

Pero ese momento parecía no llegar. 

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Alicia esperaba a que Thalia terminara. 

- ¿Listo?

- No... 

- ... ¿Ya? 

- No, Alicia... 

El canto del Sol | Jason GraceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora