27 | Lenguaje de amor

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Cede: 24 de Junio, 2010. Long Island, Nueva York, E.U.A.



INTER de El Hijo de Neptuno (3)


El primer día sin Jason fue soportable, pero para la mañana del segundo, Alicia ya se quería aventar de un barranco. 

Las enormes velas ya estaban listas, y mientras Tyson se encargaba del mástil, Leo asignó a Alicia con él para trabajar en el comedor y cocina. Le había dicho que quería un estilo hogareño en la estancia para la estructura superficial, ¿quién mejor que ella para ayudar?

Leo se encontraba armando unas repisas donde guardarían la vajilla para comer. Tenía tablas de madera en la esquina y sacaba clavos de su cinturón mientras el martillo se desenvolvía en su mano arteramente. Alicia se encontraba barnizando la mesa con lugares para diez personas: cuatro en cada lado y dos en las cabezas. 

- Al, ¿me pasas la cinta métrica por favor? - murmuró el moreno con un clavo entre sus labios mientras analizaba la alacena -. La dejé en una de las sillas... 

Alicia dejó la brocha recargada en el bote de barniz y buscó entre las sillas de madera recién lijadas por ellos la herramienta. 

La encontró y se acercó para dársela a Leo. 

- Gracias - le respondió sin despegar la vista de la repisa mientras se acercaba para medir. 

Alicia iba a dirigirse de vuelta a su tarea, cualquier cosa que la mantuviera ocupada estaba bien, pero se quedó a medio camino. 

No quería distraer a Leo, sin embargo, la incertidumbre la estaba matando. Escribió algo en su habitual libreta y le tocó el hombro para llamar su atención. 

Leo leyó la nota. 

- ¿Qué clase de pieza está buscando Jason?

El moreno le esquivó la mirada y se regresó a trazar medidas con un lápiz en la madera. 

- Es un... potenciador para la máquina en sí. 

- Creí que la maquinaria sería suficiente junto con la cabeza de Festo. 

Leo parecía incómodo. 

- Créeme, Al. Es muy necesaria esa pieza para la misión... Un mapa estaba en los planos del Argo II en el búnker - después de decir eso Leo se cruzó de brazos y la miró sonriente -. Aunque ambos sabemos que no es curiosidad lo que tienes por ese cacharro... Es preocupación por tu rubiecito, ¿no?

Alicia se puso roja y le golpeó el hombro. Leo se rió. 

- Un pajarito me dijo que ya se besaron... - se burló sonriente. 

- Eso no te incumbe. 

- ¿Qué no me incumbe? - dijo ofendido -. ¡Me pasé media misión esperando a que lo hicieran! 

El canto del Sol | Jason GraceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora