Cede: 29 de Junio, 2010. Long Island, Nueva York, E.U.A.
Final del INTER de El Hijo de Neptuno (7) [ZARPE DEL ARGO II]
Jason daba vueltas en la cama, pero a eso de las seis no pudo más y se duchó para refrescarse. Estiró sus extremidades y se sobó la muñeca curada, pensando inevitablemente en la chica obsesionada con sandalias que lo tenía loco. Sonrió ante el pensamiento. Aún sin cambiarse, se lavó los dientes y se quedó un momento viendo su reflejo.
El día había llegado. Después de todo lo que había vivido, Jason por fin volvería al campamento que lo forjó. Vería a sus amigos y compañeros; charlaría con los fantasmas de la cafetería y volvería a pisar suelo romano. Se enjuagó y secó cuando dejó su única mortificación salir:
Vería a Reyna, también.
Tomó las esquinas del lavabo para recargarse y respiró apesadumbrado.
¿Qué le diría? ¿Qué desapareció por azares del destino y ahora estaba enamorado de una griega?
Lo que sí, queridos lectores, es que lo más claro es lo más decente. No iba a negar u ocultar lo que tenía con Alicia, le sería un martirio. Pero debía tener cuidado, Reyna y él habían dejado muy en claro que la situación estaba simplemente en pausa y no terminada entre ellos.
Salió exasperado del baño y se empezó a vestir. No ganaba nada con sobrepensar las cosas ahí, fue eso lo que lo llevó a ponerse los tenis y proponerse salir a correr. Le pediría después a Alicia que lo volviese a vendar, aún así, sus moretones en el abdomen ya eran mínimos y las punzadas de dolor no lo limitaban en sus movimientos.
La mañana era clara, casi como si se burlara de él. La hora muerta ya había pasado: el amanecer pintaba el cielo con esplendor y el aire se respiraba con humedad. Jason calentó un poco y empezó a trotar.
Dejó el Pabellón de las Cabañas atrás y anduvo por la orilla del bosque. Limpió su mente como quien enjuaga las malezas y se dirigió al lago.
No tenía más de diez minutos corriendo cuando la vio.
Una cabellera negra resaltaba en la clara superficie del agua: alguien parecía estar sentada en el muelle. Jason notó la playera naranja y las dimensiones pequeñas.
No alcanzaba a enfocar con la distancia, fue por eso que caminó hasta el inicio de la estructura de madera para reconocerla, y al percibir los rizos, confirmó sus sospechas.
- ¿Isla?
La semidiosa ni siquiera se giró.
Jason no tenía idea de qué hacer, pero obligó a sus piernas a moverse hasta que la alcanzó en el extremo.
- ¿Qué haces despierta tan temprano?
- Yo puedo decidir a qué hora levantarme.
Esa respuesta no encajaba con las anécdotas tan alegres y adorables que Alicia le contaba de su hermana.
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El canto del Sol | Jason Grace
FanfikceDespués de la Batalla de Manhattan, la mayoría tuvo finales felices. Pero otros no. Alicia Cotzomi es parte de esa minoría, pues su voz fue arrebatada. Las circunstancias no son capaces de ayudar a la semidiosa en la ardua tarea de recuperar el ha...