Capítulo 6 - ¿Por qué pienso en ella todo el tiempo?

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Alexia

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Alexia

Fui a las instalaciones del Barça para mi rehabilitación con Mara, quería arreglar todo y cada uno de los detalles que habían influido en nuestra pelea, y ser más cercana a ella, hace unos días empecé a sentir algo por Mara, que no podía diferenciarlo, no se lo dije a nadie, tenía miedo y ni siquiera yo sabía que era lo que sentía, pero ayer todo cambio, cuando la vi con Nicolás, sentí unos celos fuertes hacia él, lo acaba de conocer, y ya se llevan mejor que conmigo, quería apartarlo de ella, pero antes pensé que solo sería un amigo, hasta que Mapi dijo todos sus comentarios, fue cuando me di cuenta de que, me gustaba Mara, pero no sabía ¿Por qué pienso en ella todo el tiempo? Aunque debía suponer que así se sentía cuando alguien te gustaba, más si era así de fuerte. 

Cuando llegue por fin junto con Mapi, fui directo al consultorio de Mara, esperando que ahí estuviera, y así fue, ahí estaba, con su pelo ondulado suelto, color café, sentada en su silla con su portátil, ahí estaba la mujer a que esperaba algún día decir que era mía, Mi Mara Montenegro, y fui directo tranquilo, tomando respiros, no siendo terca y esperando su apoyo y claro quería disculparme.

—Buenos días, ¿Puedo pasar? -Le dije tímida.

-Buenos días, Alexia, pasa. —Me dijo mientras se levantaba de su silla para ayudarme con la puerta.

—¿Cómo estamos? —Le pregunte.

—Bien, Alexia, ¿tú cómo vas? ¿Alguna molestia con la rodilla? —Me preguntó.

—Todo bien, a veces da dolor y a veces no, pero me tomo la pastilla. —Le dije, mientras trataba de que mi mente pensara en algún chiste para contarle para que no estuviera incómoda.

—Bueno, acuéstate, te voy a revisar y empezamos con la rehabilitación. —Me dijo.

—La rehabilitación va a ser difícil y dolorosa, pero todo va a pasar. —Dijo.

—Sé que harás lo mejor por mí y confío en que contigo, siendo mi fisio, todo será mejor. —Le dije, palabras que en mi vida yo había dicho, pero ella me importaba mucho y quería arreglar todo y para eso debía disculparme.

—Mara... siento lo que hice en el hospital cuando te hablé así, cuando solo tratabas de ayudarme a sentirme mejor. Igual lo que pasó con Mapi créeme que la quería matar y espero que no hayamos hecho ningún inconveniente contigo y Nicolás. Mis disculpas son sinceras porque me importas y fui una idiota tratándote así, aprecio mucho tu apoyo y no quiero perderlo, quiero tenerlo siempre. —Le dije con un tono de voz tierno para que supiera que era de verdad las disculpas. 

Me vio raro de reojo, mientras me revisaba, se sorprendió que le estuviera hablando así y le pidiera disculpas.

—¿Alexia Putellas pidiendo disculpas? —Me preguntó sorprendida. —Eso, si no me lo esperaba, pensé que a cómo eres tú dejarías las cosas así, más después de todo lo que dijo Mapi. 

—Pues sí, la mismísima Alexia Putellas diciendo disculpas, tú no mereces que te trate así, ni que nadie lo haga y no quiero perder a una persona que de que me ayudara mucho y que vale la pena luchar por ella. —Le dije con mi voz sincera. —Y sobre lo de Mapi, si no se viene a disculpar hoy contigo y Nicolás, le rompo la rodilla con las muletas, también siento lo que hizo Mapi, no lo tuve que decir y cuando le dije que parara no hizo nada y siguió, eso... lo siento lo peor fue llevarla conmigo, peor no tengo quien me lleve y me traiga, es más fue un error ir a tu casa, y hacerte una emboscada. —Le dije, mientras la miraba a sus ojos, unos ojos color café, que eran hermosos y me encantaba verlos.

Me dio una sonrisa sorprendida, pero a la vez, tímida y amable, creo que había entendido lo que pasó y le había dado risa el chiste de Mapi, tiene una sonrisa preciosa y unos labios relucientes y suaves que me encantaría en ese momento alzar mi cabeza y juntarla con la suya y besar sus suaves labios y nunca dejar de hacerlo, hacer de ella mía... mía y solo mía.

—Está bien, Alexia, tranquila con todo lo que pasó. Acepto y agradezco mucho tus disculpas, y por favor, si Mapi no viene, no le rompas la rodilla con la muleta. Primero no es bueno y aunque sé que lo dices sarcásticamente, ahorita es mejor que no tenga otra paciente con el mismo padecimiento. —Me dijo mientras se reía, de lo que estaba diciendo y a la vez me sonreía. 

—¿Entonces estoy disculpada? —Le pregunté.

Se río y me dijo.

—Sabes que sí, Alexia. —Me dijo mientras me miraba.

Por fin había arreglado todos los problemas con Mara, y por las buenas, me di cuenta de que le pude haber hablado, en lugar de hacer una emboscada en su puerta e interrumpirla.

Ahora, ¿cuál era mi único problema? Nicolás, ese tío que si solo es un amigo no hay ningún problema, pero si están saliendo o ya son novios, sí que hay problema, aún más si pasó lo que Mapi me dijo, que no quería ni imaginármelo, solo quería pensar en que no sería así y que si lo fuera podría hacer que Mara cambiase su opinión, aunque talvez para ella sea difícil y yo tenía que trabajar en eso. 

Revisó mi rodilla, dolió un poco, pero me calmó de la mejor manera e hice unos cuantos movimientos que mi rodilla y me pidió moverla para revisar si todo estaba bien, y así era y esperaba seguir en el mismo camino. 

Termino la revisión y me ayudo a sentarme en la camilla y ponerme los zapatos. 

—Bien, Alexia, vas muy bien, sigue así y sigue instrucciones, que haya dolido, no significa nada malo, es parte de la rehabilitación, pero por pocos pasará. Puedes llamarme cualquier cosa si necesitas o cualquier duda, no lo dudes. —Me dijo de una forma muy linda, con un tono de voz tierno. Ahí supe que había recuperado a mi fisio, recuperé a mi Mara Montenegro.

—No te preocupes, lo haré, seguiré todas las instrucciones y no seré nada terca, menos contigo. —Le dije, muestra la miro a sus ojos. 

—Ve con cuidado Alexia y cuídate. —Me dijo.

Cuando iba de salida de su consultorio, le pregunte.

—Sé que eres mi fisio y que te encargas de mí ahora, pero no como mi fisio, sino como mi amiga. ¿Vienes a mi casa y pasamos el rato? No me gusta estar sola, claro, si no tienes algún plan en tu casa o con Nicolás. —Le dije invitándola a pasar la noche conmigo prácticamente, y claro, a la vez le tiré una indirecta con Nicolás. 

—Por mí está bien, pero ¿qué haremos?. —Me pregunto.

—Lo que tú digas, podemos solamente hablar, pero no de mi rehabilitación, sino de otras cosas, o ver películas y luego dormir, o lo que tú quieres. —Le dije para convencerla.

—Okay me parece, pero ¿alguna vez probaste tacos mexicanos? —Me pregunto cuando ya íbamos de salida. 

—No. —Le dije.

Condujo a un lugar de tacos mexicanos, estaban deliciosos, nunca había probado un mejor taco que ese, empezamos a hablar de todo y nuestras vidas, hobbies, cosas extrañas que hacemos, todo eso entre risas, por fin congeniábamos, después de la cena más deliciosa de mi vida, fuimos a mi casa, seguimos hablando, me ayudo a subir las gradas y por fin todo era color de rosa.

No soy nada sin ti - Alexia PutellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora