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Daniel

Sergio se arregló la corbata mientras salía del auto en el que él y Max habían llegado a la cena de premiación. Se sentía extraño estando aquí, disfrazado. No era de los que usan corbatas, pero Max había insistido.

—Deja de moverte.— Gruñó Max, inclinándose hacia Sergio. —Y al menos actúa como si quisieras estar aquí.—

Checo puso los ojos en blanco, pero no dijo nada.

—Y presta atención, te traje porque lo que sea que el Sr. Horner tenga que decir, también te involucrará a ti.—

—¿Algo más?—Sergio resopló en respuesta.

La mandíbula de Max se apretó. —Solo sigue mi ejemplo.—

—Sí, señor.—Sergio le hizo un gesto a Max para que lo guiara.

Max se arrepintió, no por primera vez. de haber traído a Checo.

—No sé de qué te quejas, la gente mataría por estar en tu posición.—

—Me quejo porque tenía planes que no involucraban pasar la noche contigo.— Respondió Sergio simplemente mientras asentía y sonreía a una pareja que pasaba.

—¿Te refieres a la cena semanal con el equipo?—Max se burló.

Checo se giró y entrecerró los ojos hacia Max. —Sí—. Antes de que Max pudiera responder, se les acercó una joven castaña con anteojos y el cabello recogido en un chongo desordenado. —Sr. Verstappen, me enviaron para acompañarlo a su mesa. Cenará con el Sr. Horner esta noche.—

—Gracias...— Max trataba de recordar el nombre de la mujer. Había trabajado con Cristian Horner durante varios años y, sin embargo, su nombre se le escapó.

—Alice.— Terminó Sergio por él. —Por favor, te seguimos.— Le sonrió a la radiante castaña antes de lanzarle una mirada a Max.

Alice llevó a la pareja a una mesa en el frente. Max sabía que esta era la mesa de Cristian Horner.

—No sabía que iba a traer un invitado, así que haré que pongan otro lugar de inmediato.— Señaló Alice hacia la mesa con cinco lugares.

—Supongo que cenaremos con compañía.— Sergio tomó asiento en el lugar vacío de la mesa.

—Usualmente cena solo.— Max frunció el ceño.

—No mencionó a nadie más en su mensaje.— Sergio se encogió de hombros, mirando a su alrededor.

En ese momento se acercó un joven camarero con platos en una pequeña bandeja. —Mis disculpas.—

—No te preocupes, gracias hombre.—Checo le sonrió al mesero mientras ponía la mesa.

—Carajo.— Maldijo Max cuando el mesero se fue.

Sergio giró la cabeza hacia su jefe. Nunca lo había oído maldecir antes.

—Vaya, ¿Qué pasa?— Preguntó Sergio.

Los ojos de Max estaban fijos en el vaso de agua frente a él.

—Checo, escúchame, necesito que pretendas ser mi cita.—Max miró a Checo con ojos suplicantes.

—¿Disculpa que?— Sergio parpadeó mirando al hombre a su lado. ¿Había oído bien?

—Mi ex está de camino a nuestra mesa en este momento, por favor, hazlo.— El tono de Max ahora coincidía con su expresión desesperada.

—¿Qué? De ninguna manera.— Sergio miró hacia arriba para ver que Alice ahora estaba conduciendo a un hombre alto de cabello oscuro, con una mandíbula más afilada que la de Max, hacia su mesa. Junto a él había un hombre igual de alto con cabello más claro. La pareja tenía los brazos enlazados.