Expected

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Max tiró del cuello de su camisa para distraerse de la anticipación de la sorpresa. A pesar de no llevar corbata, sentía como si la tela alrededor de su cuello lo estuviera asfixiando. Sergio cambió los canales de la radio antes de dejar en una canción de Taylor Swift y mirar a Max.

—Entonces tú... ¿Quieres hablar sobre lo que pasó con Daniel, o...?— Sergio se removió en su asiento mientras esperaba la respuesta de Max.

Max tiró de su camisa una vez más, antes de responder. —Te vas a molestar.—

Sergio enarcó una ceja mirando a Max antes de volver a mirar el camino. —¿Por qué estaría molesto?—

La garganta de Max estaba repentinamente seca. Intentó aclararla. —Me acorraló en el pasillo y... pensé que iba a...— Hizo una pausa y se pasó una mano por la nuca.

Sergio miró a Max de forma comprensiva. —¿Pensaste que te iba a besar?— Adivinó.

Max asintió antes de susurrar. —Iba a dejarlo.—

El silencio inundó el aire mientras Sergio procesaba lo que estaba sintiendo. Simplemente se sentía mal por Max. Suspiró. —Agradezco que seas honesto conmigo, pero en realidad no estamos saliendo.—

—Aún así se sentía... mal. Estaba molesto porque no lo hizo y luego estaba enojado porque estaba molesto y... simplemente... lo odio.—

Sergio se detuvo en un pequeño centro comercial en las afueras de la ciudad. —No lo odias. Odias cómo terminaron las cosas entre ustedes dos.—

Max frunció el ceño, pero no discutió. Sabía que Checo tenía razón y lo odiaba.

—De hecho, lo amas.— Dijo Sergio mientras estacionaba frente a una pequeña tienda hecha de  ladrillos.

Max balbuceó. —¿Disculpa?— Miró a Sergio con una expresión ofendida.

—Estuviste con él cinco años; eso no desaparece. Creo firmemente en poder amar a más de una persona. Mi mamá siempre me decía que, si tu corazón no es lo suficientemente grande para más que una persona, entonces no es lo suficientemente grande.— Sergio se encogió de hombros mientras apagaba el motor de su jeep.

Max miro a Checo con adoración. Por supuesto que él sería comprensivo.

—¿Qué?— Sergio se alejó de Max con ojos acusadores. —¿Por qué me miras así?—

—Esperaba que estuvieras molesto.— Respondió Max.

—Sí, bueno, estoy seguro de que también esperabas un restaurante elegante, pero— Señaló con el pulgar hacia el pequeño edificio de ladrillos.

Max no pudo evitar sonreír. —Honestamente, no sabía qué esperar.— Salió del jeep y lo rodeó llegando hasta donde Checo estaba buscando algo en el asiento trasero.

—Oye.— Max agarró el brazo de Checo, tirando de él ligeramente hacia atrás.

Checo se giró para mirar a Max con las cejas levantadas.

—Aún lo siento.—

—Acepto tu disculpa siempre y cuando prometas participar.— Checo sonrió ampliamente, empujando una botella de vino en la mano de Max.

—¿Bebiendo?— Max miró la otra botella en la mano de Checo.

—Parcialmente.— Sergio hizo un gesto hacia al grupo de mujeres mayores que entraban a la tienda. Hasta ese momento Max leyó el cartel.

—Vino y pintura.— Max miró a Checo como si esperara que le dijera que era una broma.

—Pedí un favor y logré conseguirnos asientos de última hora. Espero que sepas cómo usar un pincel.— Dijo Checo antes de arrastrar a Max hacia las mujeres mayores.

Max entró arrastrando los pies y siguió a Checo a una pequeña mesa para dos en la esquina trasera.

—¿Para qué es el vino?— Susurró mientras tomaba asiento en una mesa cubierta de pinturas, pinceles y un pequeño caballete con un lienzo en blanco.

—Para beber.— Sergio hizo un gesto hacia las copas de vino vacías, que Max no había notado, escondidas detrás de los pinceles.

—¿Bebemos mientras pintamos?— Max miró hacia la mesa de cuatro mujeres con cuatro botellas de vino, una ya abierta y servida.

—Sí.— Sonrió Sergio agarrando un sacacorchos. —Ponte ese delantal, no creo que quieres que tu ropa elegante se arruine.— Señalo un delantal gris doblado detrás del caballete.

—¿Ropa elegante? Esta es mi ropa informal.— Max se miró a sí mismo con el ceño fruncido.

Sergio solo dejó escapar un resoplido mientras servía dos copas.

—Entonces, ¿Cómo funciona esto?— Preguntó Max mientras luchaba por ponerse su delantal.

—Entonces, bebemos e intentamos seguir a la instructora mientras pinta la imagen de la noche, que es un lobo aullando en el bosque.— Sergio levantó su teléfono donde estaba una imagen simulada de su diseño para la noche.

—Entonces, ¿Me trajiste a una clase de arte para nuestra primera cita?— Max levantó una ceja, divertido.

—No, te traje a algún lugar para distraerte del trabajo con un poco de alcohol. Considera esto como parte del vino en el plan de vino y cena.— Sergio levantó su copa.

Max no pudo evitar sonreír cuando chocó su copa contra la de Checo.

—¿Sabías que los brindis en realidad se originaron en la época medieval, cuando el vino a menudo se mezclaba con veneno? El sabor del vino ocultaba el del veneno. Entonces, cuando las personas querían probar que no habían envenenado el vino, chocaban sus vasos para que el líquido salpicara los vasos de los demás, demostrando que no estaba envenenado.— Dijo Sergio mientras se ponía su propio delantal.

—No sabía eso.—

—¿Con qué fuerza tuvieron que chocar las copas para salpicar el vino? ¿Y qué tan llenas estaban esas copas?— Sergio agitó un pincel en el aire mientras hablaba.

Max solo podía mirarlo. Había visto a Checo fuera del trabajo solo algunas veces y, aun así, todavía tenía un aire de profesionalismo. Sin embargo, ahora mismo estaba... despreocupado y relajado. Y disfrutó ver este lado de él. Se preguntó si siempre era así o si esta noche era especial.

—¿Ya has estado bebiendo?— Preguntó Max, incapaz de borrar su sonrisa.

—Nop. Pero lo estoy haciendo ahora.— Sergio se llevó la copa de vino rosado a los labios.

Max forzó su mirada hacia el frente de la habitación donde una joven rubia se presentaba. Esta noche solo podía ser más interesante.

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