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Llegar a casa de Kim Doyoung se convirtió en un largo trayecto, y yo dormí la mitad del tiempo, demasiada cansada por las pocas horas de sueño que tuve, y después de haber tragado tanta agua

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Llegar a casa de Kim Doyoung se convirtió en un largo trayecto, y yo dormí la mitad del tiempo, demasiada cansada por las pocas horas de sueño que tuve, y después de haber tragado tanta agua.

Mi garganta dolía y todavía seguían resentidos mis pulmones, pero conseguí mantenerme tranquila hasta entrar a la casa de Kim Doyoung.

La señora Kim apareció con preocupación en su rostro y me miró de arriba abajo, tratando de encontrar alguna herida en mi cuerpo.

—La encontraste a tiempo— afirmó, volviéndose a su hijo.

—Por poco, pero nos encontraron y bueno… — señaló, haciendo un gesto hacia mi ropa y cabello mojado.

—Podría haber pasado algo mucho peor, actuaste con rapidez— asintió y volvió a mirarme —Nara, ven a la sala, te hicimos té.

Me guiaron adentro y me sentí como una niña, porque me miraban con pena y trataban con cuidado, dándome un sentimiento de impotencia.

Pero la verdad era que me había asustado mucho, así que tan fuerte no era.

Tomé el té en silencio, y aunque apareció Mark y se asustó porque no hablaba, Kim Doyoung le hizo un gesto con la mano para que me deje tranquila.

Era usual estar consternado por mi falta de palabras, ya que yo era una chica muy habladora, pero hoy no me sentía con ganas de abrir la boca.

No tenía celular, ¿cómo diablos le iba a hablar a mi mamá?

—Deja de preocuparte tanto— comentó Kim Doyoung cuando estuvimos en su cuarto, después de haberme ducharme y puesto un pijama guardado de la señora Kim.

Como éramos casi del mismo tamaño, no hubo problema con que me quedara grande o pequeño.

Fruncí la nariz, disgustada por su comentario.

—Me gustaría que fueras un poco más empático, Kim— espeté, siendo esas mis primeras palabras desde que salimos de mi calle.

Se queda en silencio un momento y tengo la sensación de que está aguantando decirme algo más grosero, pero en cambio, suspira.

—Estoy tratando de ponerme en tu lugar, pero tú te metiste en esto, no puedo ser más suave contigo.

—Entonces no hables— ladro, mirándolo con el ceño fruncido.

Él también frunce el ceño.

La situación se vuelve muy tensa en el cuarto y tengo que respirar profundo para calmarme, recordando que, efectivamente, yo tengo la culpa, y es Kim Doyoung quien me está protegiendo cuando no debería hacerlo.

—Lo siento, no quise sonar tan torpe— bajo mis defensas, tratando de destensar mis hombros —, pero todavía me siento extraña, mi garganta me duele y mis ojos arden por el agua.

CRESCENDO | Kim DoyoungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora