"No lo escuches, tápate los oídos."
Su voz tenía un tono suave, no era tosco ni grave, podías confundirlo con un ser celestial.
Era su mejor arma, porque cuando lo utilizaba, un crescendo se alzaba a tu alrededor, y solo esperabas escuchar las arpa...
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Me desperté a las seis de la tarde, cuando el sol ya se estaba poniendo de nuevo y todo un día había pasado.
Renjun estaba enredado en las sábanas, con la cara a un lado y su boca entreabierta, soltando pequeños ronquidos.
Me levanté y me lavé la cara en el pequeño lavaplatos de la cocina, até mi cabello con la liga que manejaba siempre en mi brazo y salí con cuidado de la casa trasera.
Tuve que pasar con cuidado por el costado de la piscina, tratando de no pisar más basura de lo que ya lo había hecho la noche anterior, y entré por la puerta que daba a la casa principal, donde ya solo quedaba el marco.
Con lo primero que me encontré fue con Doyoung, pero evité su mirada al instante, bostezando y parándome al lado de Haechan.
—Buenas madrugadas, señorita Choi— saludó Chenle con un tono divertido, esbocé una pequeña sonrisa en respuesta —¿Y el otro humano?
—Deja de decirles así— la señora Kim le dio un pequeño empujón.
—Sigue durmiendo. —respondí, frotando mis brazos al sentir frío —¿Ustedes durmieron algo?
Mark negó con la cabeza.
—En absoluto, pero estamos bien, aguantamos más tiempo despiertos.
Asentí, fijándome en los libros abiertos y hojas sueltas que había en la mesa de centro.
—¿Qué es esto? —agarré uno de los libros y lo ojeé, encontrando palabras y formas plasmadas que no conocía.
—Son los libros de nuestra especie, están escritos en un idioma muy antiguo. —respondió Taeyong —Los sacamos para ver si hay alguna ley que nos pueda ayudar.
—¿Y entienden lo que dice? —al instante de preguntar me sentí tonta, y pensé que Doyoung respondería con una respuesta sarcástica como siempre lo hacía, pero se mantuvo callado.
—Nosotros no, pero a los príncipes les enseñan esta lengua desde pequeños, así que solo Doyoung y Haechan pueden entenderlo— me contestó Taeyong en cambio.
Volví a dejar el libro en la mesa, en la página donde estaba y me removí en mi lugar levemente.
—¿Entonces qué? — le pregunté a Haechan —¿Qué encontraron? ¿Qué sigue?
El moreno boqueó y miró a los demás, sorprendido de que le esté hablando directamente a él, pero se recompuso luego de unos segundos y se aclaró la garganta.
—Pues hubo guerras y altercados entre los príncipes antes, no es la primera vez que ocurre, pero luego de que ocurrieran, el siguiente rey agregaba leyes para evitar que algo así vuelva a pasar, aunque cada tantas generaciones tocaba tener a una manzana podrida, y en éste caso, nos tocó Kihyun. —Suspiró, con una mueca que resaltaba sus lunares — Esto nunca termina bien, estuvimos leyendo todo el día los escritos e historias, y siempre hay muertes.