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Salir de mi casa fue más normal de lo que esperé

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Salir de mi casa fue más normal de lo que esperé. Actué con normalidad y por un segundo olvidé lo que pasó el día anterior y pude tener una amena conversación con mi mamá.

Hasta que vi el auto de Kim Doyoung afuera, y a él apoyado en la puerta con sus brazos cruzados.

Agradecí a los cielos que mamá estuviera lo suficientemente ocupada como para no fijarse por la ventana y me acerqué con rapidez para poder irnos de una vez.

-Toma. -le entregué un termo metalizado, y él lo agarró con una mirada interrogante -Como me vas a llevar, mínimo puedo hacértelo café.

Abrió la boca, seguro para refutar y decir algo grosero, pero apretó sus labios al segundo siguiente y asintió.

-Gracias.

Escuchar semejante palabra viniendo de la boca de Kim Doyoung me hizo tener un escalofrío. Levanté ambas cejas, y él abrió la puerta de copiloto, antes de dar la vuelta al auto y entrar.

Me sentí mejor al estar dentro del carro, con la calefacción encendida y música sonando a volumen bajo. Tan cómoda, que bostecé.

-¿Acaso no duermes? - Kim Doyoung me miró de reojo.

Su pregunta encendió una luz encima de mi cabeza y abrí un poco más mis ojos, girando el cuerpo para mirarle bien.

-¿Tú duermes? -Kim Doyoung pestañeó un par de veces, haciendo parecer que la pregunta le tomó por sorpresa -Digo, uno no puede estar dentro del agua porque flota. ¿Es lo mismo con ustedes? ¿O tienes que ponerte algo pesado para que no subas? Piedras o cangrejos... ¿Pero duermes en una cama o es como Buscando a Nemo?

-Basta- contestó antes de que siga con mis preguntas -No debí aceptar el café, tómalo, ya no lo quiero.

Un mohín se formó en mi boca -¿Pero por quéee?

-Haces muchas preguntas.

-¿Qué tiene que ver que haga preguntas con el café?

-Cállate, Nara, por amor a los océanos.

Le remedé en voz baja antes de voltear a ver al frente y cruzarme de brazos con una mueca de descontento.

Él subió un poco el volumen de la radio y empezamos el camino a la universidad.

Intenté no mirarlo, pero cada tanto mis ojos me traicionaban y terminaban sobre él. Se veía tan tranquilo conduciendo, con sus hombros relajados y manejando prudentemente.

Mi mamá podía ser todo lo contrario, ella sacaba su cabeza por la ventana para insultar a cualquiera que cometa un error. De verdad era toda una aventura salir con ella en el auto.

Se estacionó en un lugar libre del parqueadero, y yo tomé eso como señal para salir.

EL aire frío volvió a sacudir mis huesos, dándome en escalofrío. Me envolví con mis brazos para tratar de retener el calor que conseguí dentro del carro.

CRESCENDO | Kim DoyoungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora